Cosas que Pasan
Javier de Viana
Cuento
A Ezeauiel Ubaiubá.
Desde la tarde en que Ismael Martínez se enderezó y echando a la nuca el chambergo había gritado:
—¡No permito que naides hable de la finada mi mujer!—ninguno se atrevió a mentar en su presencia la dolorosa historia.
La historia era vulgar como un aguacero en invierno: un hombre joven, buen mozo, fuerte, trabajador, sin vicios, a quien su mujer engaña a los pocos días de casado. Él quiso matarla; luego, reflexionando que ni rebenque ni espuela, hacen andar al caballo cansado, prefirió desensillar y largar. La largó, en la esperanza de recomenzar la vida y alzar de nuevo el rancho caído.
Sin embargo, había pasado un año y la tristeza parecía aquerenciada en el alma del gauchito.
—¡Esto no va a salir nunca—dijo una vez;—esto es como palo ande dentra la polilla: no tiene remedio.
Lo dijo en un obscurecer caliginoso, bajo un ombú que había oído prosiar a los blandengues de Artigas; y el viejo Torcuato, que, bajo el mismo ombú había escuchado lamentarse a los guayaquises de Rivera, le pialó la frase y la volcó de lomo:
—¡Palo que vive no se apelolla nunca!...
De seguida, aprovechando el momentáneo sometimiento del mozo, echóse a decir:
Dominio público
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Publicado el 31 de agosto de 2022 por Edu Robsy.