Huevos Importados
Joaquín Díaz Garcés
Cuento
«Han llegado 1.800 huevos
de gallinas, procedentes de
los Estados Unidos y consignados
a los señores W. R. Grace y Cía.».
El gallinero amaneció revuelto. Uno de los más prestigiosos miembros de la alta sociedad femenina había sido echado en un nido de paja en el rincón del patio, sobre diez huevos de un aspecto sospechoso. La noble y virtuosa gallina, cuyo color negro la hacía aparecer aún más noble y virtuosa de lo que era, había luchado largo rato entre la repugnancia de cubrir bajo su pechuga tibia esos huevos con un timbre morado que decía «Fresh Eggs Company Limited New York», y su inmenso y desbordante deseo de maternidad jamás agotado y siempre entusiasta.
Sin embargo, mientras para ejemplo de la nueva generación cerraba sus ojos con íntimo recogimiento, las más terribles dudas le asaltaban. ¿Qué iría a salir de cada uno de esos huevos envueltos en una especie de esperma, con esas letras que bien podían significar insultos, herejías o burlas contra el mismo alto ministerio del empollamiento? ¿Qué clase de seres degenerados, viciosos o simplemente extranjeros, romperían la cáscara y asomarían a la luz del día?
—Consulta, hija, a los caballeros que tienen experiencia —le decía una amiga después de observarla largo rato con un ojo fijo y redondo.
—Allí los tienes tú —replicaba la virtuosa, señalando tres o cuatro parejas de gallos que se perseguían dándose picotazos y estocadas, —allí los tienes. Ellos son los causantes de que estén trayendo huevos de los países protestantes.
—¿Por qué?
—Porque no producen lo suficiente...
—Pero aquí vienen algunos senadores de consejo que pueden dártelos buenos.
Dominio público
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Publicado el 28 de octubre de 2020 por Edu Robsy.