Un Autor al Uso
Joaquín Dicenta
Cuento
Aún me parece, estarle viendo cuando se presentó en mi casa con el manuscrito entre los dedos de la mano izquierda y el sombrero entre las uñas de la mano derecha.
—Caballero —me dijo aquel joven, delgado, muy mal vestido, lo cual no es un crimen, y con el traje lleno de grasa y de otras materias alimenticias, prueba insigne de suciedad que no admite disculpa;— caballero, yo soy hijo de familia, como usted puede ver. Mi mamá es lavandera.
—¡Pues nadie lo diría! —pensé yo, mirando la camisa del joven, que parecía, por lo negra y por lo reluciente, una muestra de carbón de cok.
—Bueno; ¿y qué desea usted? —le pregunté luego de ofrecerle una silla.
—Pues quiero leer a usted una pieza que he escrito; porque desde que me quitaron la plaza de escribiente que tenía en el ministerio de Fomento, me he metido a escritor.
—Eso es muy natural —repuse yo;—habiendo sido escribiente de Fomento, nada más lógico que dedicarse a escritor público, en épocas de cesantía.
—¿Y en qué sección del ramo ha servido usted? —añadí.— ¿En Instrucción pública?
—No, señor; en Caminos. He ocupado allí un puesto durante cuatro años y tres meses.
—¿Y ahora? —le interrumpí.
—Ahora, viendo que el oficio de autor es muy socorrido, y después de enterarme de cómo se hacen estas cosas, he cogido una obra francesa que se dejó olvidada en su mesa de noche un señor, cuando mamá tenía casa de huéspedes, y la he traducido al castellano.
—¿A su mamá de usted?
—No, señor; a la obra. Sólo que, siguiendo la costumbre establecida, en vez de poner traducción, he puesto original. ¿Qué opina usted de eso?
—Que ha hecho usted perfectamente. Además, su conducta es lógica: un hombre que ha andado cuatro años en caminos, no puede proceder de otro modo.
Dominio público
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Publicado el 19 de octubre de 2022 por Edu Robsy.