Nochebuena
Joaquín Dicenta
Cuento
Conque hay que volverse atrás. Tú, Carmen, nos esperas a las doce en punto en tu casa. Procura estar acompañada de dos o tres amigas; yo iré con otros tantos muchachos de buen humor. ¡Qué demonio, pasaremos juntos la Nochebuena!
—Te advierto que la vieja está mala.
—¿Y eso qué importa?
Tales palabras se cruzaban, hace cuatro navidades próximamente, entre Carmen, hermosa criatura de diecinueve años, que llevaba dos rodando por los cafés y por las calles de Madrid con el mantón sobre los hombros y el pañuelo de seda sobre la cabeza; y Antonio, un estudiante de medicina, tan poco aficionado a los goces de la familia, como amigo de divertirse y de gastar alegremente el dinero que le mandaban sus padres para matrículas y otras atenciones de la carrera.
—¿Qué tiene tu madre? —preguntó Antonio a la muchacha.
—No sé. Hace unos días se metió en la cama, con dolor de costado, y sigue mala y tose mucho, y dice que le falta la respiración.
—¡Bah! no te apures; eso es un catarro. Mira, tú lo preparas todo; yo encargaré la cena. Tendremos manzanilla, champagne, cognac, y luego te daré diez duros para un par de botas.
—Bueno. Cuenta conmigo. Y gracias por los duros; ¡precisamente no hay en casa un ochavo!
—Ahí va eso hasta la noche.
Y Antonio puso en la mano de la joven un billete de cinco duros.
—Adiós —dijo ésta.
—Hasta luego —le contestó él; y se alejó silbando un aria de zarzuela, por la calle de Alcalá abajo, mientras Carmen se metía por la de Peligros, moviendo sus caderas, sobre las cuales se mecía un mantón de ocho puntas y exclamando en voz baja:
—¡Vaya! Con estos cinco duros, podré comprar la medicina y encender la lumbre. ¡Buena falta le hacían a aquella pobre las dos cosas!
* * *
Dominio público
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Publicado el 22 de septiembre de 2019 por Edu Robsy.