Los Hipocampos
José Antonio Román
Cuento
Para Ernesto G. BOZA.
Entre las blancas caricias de las espumas, surcando velozmente el
mar de un verde tenue, oleoso, nadan en grupo deslumbrador los sedosos y
níveos hipocampos, las crines sueltas y los ojos brillantes. En el
cielo, de un suave color de zafirina, entre movedizas nieblas de oro,
luce radiosa una clara luna primaveral, que deja en las inquietas aguas
su fulgurante estela.
Piafan gozosos los corceles marinos al sentirse azotados por las turbulentas ondas; sus lustrosos flancos se adornan con irisadas é hirvientes grecas, que les dan un extraño y fantástico aspecto en medio de la tranquila, solemnidad de la alta noche.
¿Adónde va el bullidor rebaño levantando con su furioso galope diamantina polvareda? ¿A qué grandiosa conquista; á qué inaudita pesquería vuela presurosa la blanca legión casqueada de oro y sujetando en la diestra el pesado é invencible arco, mientras la siniestra blande fieramente la maciza lanza?
Van muy lejos; más allá de esa isla solitaria y misteriosa que cierra como broche cabalístico el mágico horizonte, á la triunfal captura de seductoras nereidas. Y fué el legendario dios Océano, quien sacudiendo su antigua cabellera, blanqueada por los siglos, y haciendo fulgurar sus grandes ojos de incomparable esmeralda, les envió á tan peregrina expedición
Al punto, ardiendo en fogosa impaciencia, apenas cubriendo las robustas espaldas por grises pieles de focas, lanzaron su grito de guerra y partieron animosos bajo el comando de un viejo tritón, cuya estruendosa trompa acallaba el resonante mugido de las olas.
Dominio público
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Publicado el 31 de octubre de 2021 por Edu Robsy.