La Vuelta de la Locura...
José de la Cuadra
Cuento
A Arturo Martínez Galindo
Manos presurosas acudieron así que rasgó el aire dormido de la estancia, aquel largo, larguísimo alarido estupendo de la grávida.
He aquí que era varón el recién nacido.
“¡Nos ha nacido un niño,—un hijo nos fuá dado.”
Ojos listos de viejas consultaron el calendario de hojas desprendibles adherido a la pared cerca de la cama de la parturienta: Juan tenía que ser nombrado el infante, porque era —loado sea el Bautista— el blanco día de San Juan.
(Lindo San Juan
—que en el Jordán—
bautizaste a mi Señor,—
tenés mi amor).
...Y otra vieja repitió la cantiga.. Pero otra vieja la modificó,
diciendo: “te doy mi corazón...” Lo cual hizo aparecer desdeñosa
sonrisa en los labios de las que la precedieron en la tonada ritual.
Mientras tanto, en la habitación contigua habían bañado al pequeño Juan. Envuelto en una gruesa toalla, lo trajeron para que la madre lo besara. Sólo que la madre no podía besarlo, porque había muerto. Sin escandalizar —quizá arrullada por la copla vetusta— o quizá mejor, por no oírla, —se había estirado cuan larga era, había ladeado un poco la cabeza, y...
Era preciso enterrarla.
A un examen somero, la “profesora” aventuró:
—Quizá un embolia pulmonar por trombosis de los senos uterinos...
Con todo, las viejas prestaron curiosa atención al hijo de la muerta. Ah!, era lavadito... y ojiclaro... y, por lo que ofrecía, sería pelirrubio, ¿no? Pero...qué mirada bovina!
Una dijo:
—Este será. loco.
Y otra:
—Sí. Es porque la madre ha estado muerta por dentro al parirlo, ¿no ven?
Otra apoyó:
—Una se va muriendo por partes: de los píes para arriba; de la cabeza para abajo. Cuando llega al corazón...
—En el corazón está el alma.
—El alma...¿Y qué es el alma?
—Dios lo sabe!
Dominio público
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Publicado el 29 de enero de 2022 por Edu Robsy.