Venganza
José de la Cuadra
Cuento
Esa madrugada, como otras tantas, Juan regresó a su humilde casuca del arrabal occidental de Guayayaquil, borracho como una cuba.
La Petra, su mujer, dormía sobre el camastro sucio, pringoso, que era la diurna habitación del marido.
Este dijo, al entrar:
—¡Ey, carajo! Ta mañaneando, y vos todavía’stás en el catre sobándote la panza. ¡Arza!
La Petra se agitó pesadamente. El enorme vientre —nueve meses de preñez— impedíale movimientos ágiles.
Algo balbuceó torpemente en la semiconsciencia del despertar.
Juan se encolerizó.
—¡Silencio!
Pero, en seguida se calmó y comenzó a acariciar a la mujer.
—¡Negrita!
Como sufriera un vago rechazo, tornó a enfurecerse.
Levantó violentamente la pierna sobre la cama y dejó caer
el pié desnudo en la barriga de la preñada.
—¡Toma, so p.....!
La grávida lanzó una suerte de gruñido hórrido, y del sueño pasó al desmayo.
Reía, ahora, el borracho.
—¡Pa que veas!
Cruzó por su mente el recuerdo de su época de futbolista, y le clareó un orgullo en el alma.
Pero ya no podía más. Se había agotado totalmente en el esfuerzo.
Se bamboleó. Vínole una náusea incontenible, y se vomitó en la cama, agarrándose a uno de los pilares, yéndose de bruces contra la Petra. Medio ahogado en el vómito, se durmió.
A poco resbaló. Y quedó en una postura incómoda, entre sentado y echado, en el suelo, con el rostro vuelto hacia lo alto, al pié de la cama...
Despertó a la media tarde.
Sentía en el rostro una mojadura viscosa y en la boca el sabor de un líquido espeso y dulzón.
Se horrorizó cuando, luego de pasarse las manos por la cara, advirtió que era sangre.
Púsose de pies.
Dominio público
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Publicado el 8 de octubre de 2021 por Edu Robsy.