El Cuerpo y la Sombra
José Fernández Bremón
Cuento
El cuerpo estaba muy disgustado de la compañía de la sombra. Caminaba hacia el sol, y la sombra le seguía: volvía la espalda al sol cuando andaba, y la sombra iba delante. Se paraba, y la sombra también se detenía. Un día no pudo más y dijo a la sombra en tono descortés:
—Retírate de una vez. Quiero estar solo.
—No puedo dejarte: tengo obligación de ir contigo a donde vayas.
—Me retiraré de ti.
—No lo conseguirás: soy tu compañera de cadena en este mundo.
—Saldré al sol cuando éste caiga sobre mí verticalmente desde el cenit.
—Y estaré bajo tus plantas.
—Pasearé siempre en el crepúsculo.
—Y te seguiré disimuladamente en la penumbra.
—Cerraré de noche mis puertas y ventanas y no encenderé luz en mi alcoba.
—Entonces serás mío por completo y te estrecharé tan íntimamente, que no habrá un solo punto de tus formas libre de mi abrazo.
—Me mataré.
—Y me acostaré al lado de tu cadáver; y si te entierran, te envolveré en el sepulcro, y cuando exhumen tus restos me dividiré en tantas partes como ellos; y rodaré con tu cráneo y haré guardia a tus últimos despojos mientras existan sobre la tierra.
—¿Y mi alma?
—Ésa te abandonará para irse al mundo de luz: tú eres esclavo de la sombra.
Dominio público
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Publicado el 14 de julio de 2024 por Edu Robsy.