La Buena Dicha
José Fernández Bremón
Cuento
I
—¡Vamos! —decía el sacristán de las Descalzas Reales a los pobres que pedían a la puerta—, que voy a cerrar. Idos enfrente, a San Martín; es la hora de la sopa. Hoy ha sido buen día, ¿no es verdad? Ha repartido entre vosotros un real de a ocho la dama de los chapines con virillas de oro.
—¡A la sopa! —dijo un lego benito saliendo de la iglesia de las Descalzas—. Ya van a repartirla en mi convento.
Los pobres atravesaron corriendo la plazuela, parándose en la puerta de San Martín mientras el sacristán decía al lego:
—Qué bien huele vuestra ropa, hermano.
—Ya lo creo; desde que entró en Madrid la peste, sólo me lavo con agua de rosa y hojas de violeta, y nunca abandono este saquito lleno de sándalo y azafrán, almizcle y estoraque. Pero ya di los escapularios de parte de mi abad a sus hijas de confesión, sor María de Austria y sor Margarita de la Cruz, la hija y nieta de Carlos V. Qué monjas: la una ha sido emperatriz, la otra no ha querido ser reina de España, casándose con su tío don Felipe II, que Dios nos conserve; es verdad que el rey está algo estropeado...
—Escondeos, que vuestro abad sale de San Martín, no os vea aquí hablando.
Dominio público
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Publicado el 19 de julio de 2024 por Edu Robsy.