Fábulas en Prosa II
José Fernández Bremón
Cuentos, colección
El avispero y la colmena
Anidaron las avispas en un corcho de colmena, y revoloteaban sin cesar alrededor, y entraban y salían y defendían su casa como hacen las abejas.
—¿Qué os parece nuestra casa? —dijo una avispa a una abeja vecina.
—Es de igual construcción y tamaño que la nuestra; pero ¿tenéis muchos panales, cera y miel?
—¿Qué son cera y miel?
—Son la riqueza que elaboramos con nuestro trabajo.
—No; nuestra casa está vacía...
—¿Y para eso tenéis tanta casa? Yo creo que os bastaría un agujero.
Entre el pueblo que produce y el que imita sin producir, hay la diferencia que entre el avispero y la colmena.
La bala y el blanco
—Sí, sois perversas y dañinas por instinto, y me detestáis y gozáis en magullarme —dijo a la bala el blanco dolorido, alzando de mala gana la bandera que indicaba el acierto y buena puntería del tirador.
—¿Qué sería de ti —repuso la aplastada bala con voz triste— si tuviéramos la mala intención que nos atribuyes? ¿No sabes que en las batallas pasamos la mayor parte entre los ejércitos sin hacer ningún daño, resistiéndonos a matar? ¿No ves que nos dirigen contra ti y hacemos todo lo posible por no darte? Sin nuestra naturaleza pacífica ¿quedarían muchos hombres? ¿No estarías tú deshecho?
Y silbaban entretanto muchas balas sin dar nunca en el blanco, pero a cada momento caían ramas heridas, saltaban del suelo piedras rotas y se desconchaban las paredes. Cesó por fin el ejercicio de fuego, sin que el blanco alzara la bandera por segunda vez.
—¿Te convences de tu injusticia? —le dijo la bala magullada—. Mira cuánto destrozo en todas partes y qué intacto te dejan los disparos. Siempre se han de quejar los que menos daños sufren. A nadie respetamos tanto las balas como al blanco.
Dominio público
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Publicado el 14 de julio de 2024 por Edu Robsy.