El Gremio de Verdugos
José Fernández Bremón
Cuento
Se convoca a los ejecutores de la justicia, sus ayudantes y los que aspiren a tan honrosa profesión, para defender los intereses de la clase: sólo podrán hablar los asociados, etc., etc.
El teatro estaba lleno de curiosos atraídos por el anuncio; y
como vacaba una plaza de verdugo, los socios inscritos llenaban el
salón: había, entre los pretendientes al destino, doctores, arqueólogos,
boleros, ex gobernadores, obreros no asociados, cómicos sin contrata,
amoladores sin piedra y una señorita.
El presidente invitó a los asociados a esclarecer y dar contestación a la pregunta primera.
¿Qué medios deben adoptarse para honrar la menospreciada profesión de los ejecutores de la justicia?
—Señores —dijo un letrado macilento—: las preocupaciones del vulgo, que han alejado a mis clientes propalando que infundo mal de ojo, han tachado asimismo de vil una función grave del poder judicial. La ley que impone pena de muerte es la manifestación más alta de la soberanía nacional; el tribunal que la aplica ejerce el más tremendo de los ministerios, pero todo sería papel escrito sin el funcionario que lo cumple. En éste reside el poder ejecutivo. El que asume todas las realidades de la ley y la sentencia es el verdugo. Es el sacrificador y el sacerdote de la ley: si otro que él matase al sentenciado a morir, sería culpable de homicidio, porque es el único que tiene el privilegio de retorcer el pescuezo a un rival, acaso a un acreedor, tal vez a su casero. Y con tales atribucines ¿no es venerado de las gentes?
(Murmullos de aprobación.)
Dominio público
4 págs. / 7 minutos / 8 visitas.
Publicado el 1 de agosto de 2024 por Edu Robsy.