Armoniterapia
José Fernández Bremón
Cuento
Los suscriptores de El Fígaro leyeron con sorpresa este anuncio en el célebre periódico parisiense:
Armoniterapia
No pueden satisfacer a nuestro siglo, que tiende al predominio de lo útil, las artes que tienen el frívolo objeto de la creación de la belleza, sino la poesía didáctica, la novela científica y la pintura filosófica: la música no había tenido otro objeto que la delectación de los oídos, hasta que el doctor Armonio, compositor y médico, después de estudios concienzudos, ha descubierto su definitiva aplicación, empleándola para el tratamiento de las enfermedades. En su gabinete de consulta tiene una orquesta, y las voces y aparatos necesarios para curar toda clase de dolencias por el sistema musical.
Aquel mismo día hice una visita al curandero, que me recibió en
una especie de anfiteatro, construido con tal estudio de la acústica
como la caja de un piano. Vi en uno de los extremos del salon un órgano,
cuyos tubos parecían trabucos que nos apuntaban para hacer una
descarga: chocome un gran armario que contenía una colección completa de
instrumentos músicos, que empezaba por la sencilla pipitaña, hecha con
un tallo verde de trigo, hasta el serpentón más complicado, y mi
admiración subió de punto al ver en el armario un hombre vivo.
—¿Puede usted explicarme —pregunté al médico— qué papel representa un hombre en esa colección?
—¡Cómo! ¿Duda usted un solo instante? El hombre es un instrumento musical y nada más: es precisamente el más perfecto: ¿qué sonoridad hay más bella que la de su voz cuando canta? ¿qué delicadeza de sonido puede compararse a la del aparato vocal que produce las inflexiones de la palabra? Mi colección sería incompleta si faltara en ella ese instrumento, cuando la medicina que ejerzo no es sino el arte de componerlo.
Dominio público
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Publicado el 18 de julio de 2024 por Edu Robsy.