Textos más recientes de José María Blanco White publicados por Edu Robsy

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autor: José María Blanco White editor: Edu Robsy


Opresión del Entendimiento en España

José María Blanco White


Ensayo


[…] El que quisiese saber los nombres de los escritores y hombres de méritor que han, no diré florecido, porque bajo tal sistema es imposible, sino despuntado en España, búsquelos en los libros de la Inquisición o, lo que es lo mismo, en la lista que de ellos hit sacado Llorente. Allí hallará a Azara, Ricardos, Bails, Cañuelo, Clavijo-Fajardo, Iriarte, Samaniego, Vicente, Salas, Tabira, Calzada, Jovellanos, Urquijo; en una palabra: a cuantos se han atrevido a saber más o con mejor gusto que los inquisidores. Y no se crea que esto ha sucedido sólo desde que se introdujo el gusto a la filosofía francesa. La misma lista presenta los nombres de cuantos teólogos se apartaron de la senda escolástica en los reinados de Carlos V y su hijo Felipe.


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9 págs. / 16 minutos / 104 visitas.

Publicado el 27 de enero de 2021 por Edu Robsy.

Dos Anécdotas

José María Blanco White


Cuento, anécdota


El general Espoz y Mina, que tan gloriosa parte tuvo en la guerra de España contra Napoleón y que después recibió tan ingrato pago de sus servidos, se granjeó la estimación de sus compatriotas tanto por su amables cualidades cuanto por sus prendas militares. Cuando se vio prensado a salir de aquella misma patria por cuya libertad había peleado con tanta bizarría, llevó consigo un muchacho a quien había recogido. Era el chico hijo de un subalterno francés que, en una repentina retirada, le hubo de dejar rezagado. A breve rato pasó por allí Mina con su estado mayor y, oyendo los lamentos del niño, que estaba sentado encima de una piedra junto al camino, se llegó a él, vio que acababa de abandonarle su padre, se compadeció, resolvió tomarle bajo su amparo, se le llevó consigo y cuidó de su educación.


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Dominio público
2 págs. / 3 minutos / 92 visitas.

Publicado el 27 de enero de 2021 por Edu Robsy.

Luisa de Bustamante

José María Blanco White


Novela corta


Bien quisiera yo, amigos lectores españoles, tener la pluma de Cervantes para con ella ganar vuestra benevolencia en favor de la narración que me propongo escribir. Pero, aunque el mismo suelo y cielo vieron nacer al célebre ingenio que ha sido y será por siglos la admiración de Europa y al oscuro individuo que esto escribe, la naturaleza dotó al uno con sus mejores dones y dejó al otro, si no desheredado enteramente, a lo más con un corto patrimonio en la república de las letras. Añádase a esto una ausencia de treinta años que casi lo han hecho extranjero en su patria, y no será difícil conjeturar con qué poca confianza emprende, enfermo y casi moribundo, la composición de una obra en español.

Pronto, me temo, vendrán muchos, a preguntarme: ¿por qué la emprendes? A esta pregunta responderé diciendo que la naturaleza es más poderosa que la costumbre y que es ley bien conocida de la condición humana que, a medida que envejecemos, se rejuvenecen las impresiones de la niñez y de los verdes años. Nada, paisanos míos: me empecé a convencer, algunos años ha, que había entrado dentro de los términos de la vejez con el perpetuo revivir que noté en mí de imágenes y memorias españolas. Hasta mis sueños, que por muchos años habían sido, por decirlo así, en mi lengua adoptiva, comenzaron a mezclar con él otro idioma el castellano. Desde entonces he sentido un vivo deseo de probar si el cielo me concedería, en el corto espacio que me puede quedar de vida, la satisfacción de dejar siquiera una obrita a España en que sus hijos hallasen tal cual entretenimiento unido con algún provecho.


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76 págs. / 2 horas, 14 minutos / 83 visitas.

Publicado el 14 de enero de 2021 por Edu Robsy.

Costumbres Húngaras

José María Blanco White


Cuento


Historia verdadera de un militar retirado, con una descripción de un viajito, río arriba en el Támesis

Los campos, en tanto que el calor de la juventud está dispuesto como el del vino nuevo a subirse a la cabeza, disponen a la alegría bulliciosa; pero, en la mitad del camino de la vida, la belleza campestre produce un placer que, en su apariencia exterior, pudiera equivocarse con la melancolía. ¡Oh, amigos de mi juventud, donde quiera que os haya echado la tormenta horrible que ha sumergido la España, si estos renglones llegaren a vuestras manos y os trajeren a la memoria los días que, a orillas del Guadalquivir y Manzanares, ahogábamos en el placer de la amistad y del campo la amarga sensación interna de la esclavitud española, sabed que, al cabo de tantos años, en el reposo de la edad que se inclina a la vejez y de la adusta experiencia que ha cortado las guías a las alas de la esperanza, vuestro amigo no puede pasar un día de verano en las márgenes deliciosas del Támesis sin que la imagen de los compañeros de su juventud le humedezca los ojos! ¿Por qué no están aquí?, digo entre mí. ¿Por qué, como yo, no rompieron, en tiempo, los grillos políticos con que el falso nombre de patria remacha las prisiones de los que nacen donde no se permite a los hombres tener voluntad ni opinión propia? Una esperanza generosa ha doblado sus prisiones. Quisieron hacer bien a un pueblo a quien el veneno de la superstición ha reducido al delirio y yacen a merced del despotismo y la ignorancia. ¿Hay acaso remedio para males como los de España? ¿Hay cura para el fanatismo arraigado por siglos?


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17 págs. / 31 minutos / 152 visitas.

Publicado el 6 de mayo de 2019 por Edu Robsy.

Cartas de Juan Sintierra

José María Blanco White


Política, Opinión


Carta I

Sr. Editor del Español:

Muy Sr. mío: Hace algunos días que recibí una carta de Cádiz escrita por un sujeto de indudable crédito y veracidad, e impuesto bastante a fondo en los negocios públicos, de la cual he creído conveniente dar a Vd. noticia, porque según veo, Vd. tiene muy pocas directamente de aquel pueblo. Mis noticias no son agradables, y si yo hubiera de publicarlas con mi nombre seguramente no habrían salido de mi cartera; mas como Vd. en estas materias tiene ya poco que perder, quiero decir, como el odio que Vd. ha excitado en muchos de sus paisanos no ha de crecer ni menguar porque diga Vd. algo de nuevo que les disguste, me determino a mandar mis noticias, envueltas en un centón de reflexiones, por si quiere Vd. publicarlas, y, como decimos comúnmente, sufrir por mí las pedradas.

«Ya sabe Vd., dice mi amigo de Cádiz, que yo he sido de los más alegres en materias de revolución de España; pero he venido últimamente a caer en mucho desaliento. Las Cortes, en que teníamos puestas nuestras últimas esperanzas, han errado el golpe, y no han excitado, o no han sabido conservar el espíritu público que podía salvarnos. Perdida la primera ocasión es difícil que puedan hacer nada. Y no es porque no haya en las Cortes hombres de mucho provecho; no porque en general sus individuos carezcan de buena intención, ni patriotismo, sino porque, siendo muy buenos, no son lo que las circunstancias de España exigían: han hablado y no han hecho nada. El Consejo de Regencia participa en sumo grado de la debilidad de todos los anteriores gobiernos; pero ¿quién había de creer que tiene acaso preocupaciones más dañosas que aquéllos? ¿Quién había de creer que un hombre de los talentos de Blake, había de incurrir en el error de oponerse al único medio de formar un tal cual ejército, quiero decir, la admisión de oficiales ingleses y austríacos?».


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100 págs. / 2 horas, 55 minutos / 189 visitas.

Publicado el 5 de mayo de 2019 por Edu Robsy.

Autobiografía de Blanco White

José María Blanco White


Biografía, autobiografía


Capítulo I. Narración de su vida en España (1775-1800)

Nacimiento, 11 julio 1775

Oxford, 9 enero 1830

Mi querido amigo:

Hace algún tiempo que me animó usted a que escribiera una narración detallada de mi vida. A poco de comenzar la tarea se me hizo ingente y me pareció imposible el continuarla. Sin embargo mi total convencimiento de la necesidad de dejar a mis amigos en posesión de la verdad de todos y cada uno de los sucesos más importantes de mi vida, para que después de mi marcha de este mundo puedan refutar las calumnias y mentiras de mis enemigos, ha influido en mi espíritu de tal manera que hoy me siento avergonzado de mi indolencia. Pero como esta indolencia se debe al precario estado de mi salud y a mi falta de ánimo, no creo que un mero acto de voluntad sea suficiente para superarla durante mucho tiempo. Sin otro motivo adicional, sin un estímulo que pueda aplicar repetidas veces, no creo que sea capaz de terminar una narración en la que apenas habrá parte por pequeña que sea que no pueda escribir sin dolor.


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185 págs. / 5 horas, 24 minutos / 262 visitas.

Publicado el 4 de mayo de 2019 por Edu Robsy.

Intrigas Venecianas

José María Blanco White


Cuento


Hallábase Venecia en su mayor auge cuando un joven alemán llamado Alberto, movido del deseo de aumentar la herencia que acababa de recibir empleándola en especulaciones mercantiles, llegó a aquella célebre ciudad, que, cual señora del Adriático, parecía nave grandiosa que flotaba sobre sus olas (ahora yace como casco varado que la tormenta echó sobre la costa, triste, solitario y desbaratándose poco a poco). Reía la mar bajo los rayos del sol, que después de la larga carrera de un día de verano iba a ocultarse tras las distantes cumbres del Apenino, cuando el bajel que conducía a Ricardo desde Trieste echó el ancla. Rodeáronlo en breve varias de las góndolas que cubrían los canales que sirven de calles a Venecia, y en breve se vio nuestro pasajero en medio de aquella ciudad de disolución y placeres. La novedad de los objetos, el contraste entre la gravedad alemana y la alegría bulliciosa de los venecianos, la estación del año y, más que todo, la juventud e inexperiencia de Ricardo dieron en un punto por tierra con todos sus planes mercantiles. No había ventana en que no clavase los ojos, atraído de los que con negro brillo centelleaban ya tras las entreabiertas celosías, ya a las claras y como para hacer alarde de su belleza.

—Poco a poco —dijo al gondolero—; ¿a qué viene esa prisa, remando como si nos siguiese una galeota turquesca?

—Señor mío —respondió el taimado veneciano—, por lo que hace a mi seguro estoy de que no me han de tomar los corsarios que empiezan a dar caza a Vuecelencia.

—¿A mí? ¿Cómo? No os entiendo, buen hombre. Pero decidme: ¿qué príncipe vive en aquella gran casa, a la derecha? Sin duda tiene visita esta tarde. Cuatro..., cinco..., qué sé yo cuántas bellezas están al balcón.

—Todas son de casa, mi amo. A lo que veo, Vuesa Señoría se hallaría más que dispuesto a visitar a esas señoras. Ánimo pues, y al avante.


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21 págs. / 37 minutos / 141 visitas.

Publicado el 3 de mayo de 2019 por Edu Robsy.

El Alcázar de Sevilla

José María Blanco White


Cuento


Mi paseo favorito, cuando me hallaba de estudiante en Sevilla, era el Alcázar, antigua residencia de los reyes moros y cristianos que fijaron su corte en aquella capital. Los árabes empezaron a edificar este palacio, a poco trecho de la principal mezquita, convertida después de catedral. Pedro el Cruel lo reedificó en más vastas dimensiones, por los años de 1360. El tirano de Castilla quiso que aquel edificio sirviese al mismo tiempo de palacio y de fortaleza, y para esto alzó, en la parte que mira a la ciudad, una muralla, que, aunque oculta en el día por las casas labradas en los tiempos siguientes, hace ver cuánto tiene que temer aquel a quien todos temen.

Las puertas de este circuito indican los límites de la antigua Sevilla, sin que se crea que me sirvo de este epíteto en el sentido de los anticuarios. Poco o nada me importan las fechas históricas, antes bien, por los malos ratos que me han dado durante el curso de la vida, procuro borrarlas cuanto antes de mi memoria. Ni siquiera he tomado en las manos un solo libro de los que contienen la historia de mi ciudad nativa. ¿Qué más libros que el Alcázar? Para mí era aquél un sitio de encanto. Los cantos tradicionales que tantas veces había oído en los dulces labios que me enseñaron el habla de Castilla habían producido este efecto en mi imaginación. Dábaseme un bledo de sus actuales habitantes, ni veía otros en el Alcázar que las sombras de los moros y españoles que habían residido allí en las eras del amor y de la caballería.


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Dominio público
16 págs. / 29 minutos / 165 visitas.

Publicado el 2 de mayo de 2019 por Edu Robsy.