El Tirano de la Aldea
José María de Pereda
Cuento
I
Cándidos hay todavía que creen que existe sobre la tierra algún rinconcillo donde es posible la paz del espíritu, y, como consecuencia inmediata, el perfecto equilibrio de los humores.
Las grandes pasiones, los choques infinitos de los múltiples elementos y encontradas tendencias que constituyen la vida social en los grandes centros de población, aturden al hombre pacífico y sedentario.
—¡Dichoso el campesino —exclama a menudo—, que vive sin ruido, sin política, sin literatos, sin filosofía, sin periódicos, sin gas, sin talleres... y sin guantes! El sol refulgente, la pradera florida, el verde follaje, el río murmurando, la dulce brisa, las mieses fecundas, la sonora esquila y el santo trabajo a la luz del astro vivificante, para depositar en las entrañas de la madre tierra el leve grano que, bendecido por la mano de Dios, ha de producir la suculenta hogaza... Esta es la vida. ¡Gloria a Dios en las alturas, y paz a los hombres de buena voluntad!
Concédanme ustedes que no hay versión más admitida entre los desengañados de la civilización. Pero ¿dónde está ese rincón bendecido?
Dominio público
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Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.