Textos más cortos de José María de Pereda etiquetados como Novela disponibles | pág. 2

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autor: José María de Pereda etiqueta: Novela textos disponibles


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La Puchera

José María de Pereda


Novela


I. «RÉ» EN LA ARCILLOSA

Quién de los dos empujó primero, yo no lo sé. Quizás fuera el mar, acaso fuera el río. Averígüelo el geólogo, si es que le importa. Lo indudable es que el empuje fué estupendo, diérale quien le diera; es decir, el río para salir al mar, ó el mar para colarse en la tierra. Mientras el punto se aclara, supongamos que fué el mar, siquiera porque no se conciben tan descomunales fuerzas en un río de quinta clase, que no tiene doce leguas de curso.

¡Labor de titanes! Primero, el peñasco abrupto, recio y compacto de la costa. Allí, á golpe y más golpe, contando por cúmulos de siglos la faena, se abrió al fin ancho boquete, irregular y áspero, como franqueado á empellones y embestidas. Al desquiciarse los peñascos de la ingente muralla, algo cayó hacia afuera que resultó islote mondo y escueto, y más de otro tanto hacia dentro, en dos mitades casi iguales, que vinieron á ser á modo de contrafuertes ó esconzados de la enorme brecha. La labor del intruso para continuar su avance, fué ya menos difícil: sólo se trataba de abrirse paso á través de una sierra agazapada detrás de la barrera de la costa; y forcejeando allí un siglo y otro siglo, buscando á tientas al obstáculo las más blandas coyunturas de su armazón de granito, quedó hecho el cauce, profundo y tortuoso, entre dos altos taludes que el tiempo fué tapizando de césped y bordando de malezas.


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Dominio público
400 págs. / 11 horas, 40 minutos / 421 visitas.

Publicado el 5 de agosto de 2017 por Edu Robsy.

Peñas Arriba

José María de Pereda


Novela


Dedicatoria

A la santa memoria de mi hijo Juan Manuel

Hacia el último tercio del borrador de este libro, hay una cruz y una fecha entre dos palabras de una cuartilla. Para la ordinaria curiosidad de los hombres, no tendrían aquellos rojos signos gran importancia; y, sin embargo, Dios y yo sabemos que en el mezquino espacio que llenan, cabe el abismo que separa mi presente de mi pasado; Dios sabe también a costa de qué esfuerzos de voluntad se salvaron sus orillas para buscar en las serenas y apacibles regiones del arte, un refugio más contra las tempestades del espíritu acongojado; por qué de qué modo se ha terminado este libro que, quizás, no debió de pasar de aquella triste fecha ni de aquella roja cruz; por qué, en fin, y para qué declaro yo estas cosas desde aquí a esa corta, pero noble, falange de cariñosos lectores que me ha acompañado fiel en mi pobre labor de tantos años, mientras voy subiendo la agria pendiente de mi Calvario y diciéndome, con el poeta sublime de los grandes infortunios de la vida, cada vez que vacila mi paso o los alientos me faltan:

«Dominus dedit; Dominus abstulit.
Sicut Domino placuit, ita factum est».

J. M. De Pereda

Diciembre de 1894.

I

Las razones en que mi tío fundaba la tenacidad de su empeño eran muy juiciosas, y me las iba enviando por el correo, escritas con mano torpe, pluma de ave, tinta rancia, letras gordas y anticuada ortografía, en papel de barbas comprado en el estanquillo del lugar. Yo no las echaba en saco roto precisamente; pero el caso, para mí, era de meditarse mucho y, por eso, entre alegar él y meditar y responderle yo, se fue pasando una buena temporada.


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424 págs. / 12 horas, 22 minutos / 421 visitas.

Publicado el 1 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

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