Textos más descargados de José María de Pereda publicados el 18 de noviembre de 2020

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autor: José María de Pereda fecha: 18-11-2020


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La Lima de los Deseos

José María de Pereda


Cuento


Apuntes de mi cartera


Apenas un asomo de razón iluminó las obscuridades de su cerebro, ya vieron sus ojos obstáculos mortificantes, y sintió en su corazón el ansia de librarse de ellos. El silabario fue su pesadilla, porque envidiaba a los que leían «en Fleury» y escribían «de palotes»; llegó a hacerlos, y le desazonaba la experta mano que guiaba a la suya, débil y torpe; escribió solo, y maldijo del método que le obligaba a trazar las letras a pulso entre líneas paralelas; escribió después libre y suelto sobre la blanca superficie del papel, y le quitaron el sueño las lecciones de memoria, los primeros problemas de la Aritmética, la vigilancia de la niñera que le acompañaba en sus ratos de huelga en plazas y paseos; y deseó con ansia llegar a esa edad en que termina la fastidiosa tutela de los rodrigones, y comienza el niño a campar por sus respetos.


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Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

La mujer del ciego ¿para quién se afeita?

José María de Pereda


Cuento


I

Es evidente que el hombre se acostumbra a todo.

Ama con delirio a su esposa, a su hijo, a su madre: cree que si la muerte le arrebatara el objeto de su amor, no podría sobrevivirle; y llega la muerte al cabo, y le lleva la prenda querida... y no se muere: la llora una semana, suspira un mes, viste de luto un año; y con el crespón que arranca de su sombrero a los trece meses, desarraiga de su pecho el último recuerdo doloroso.

Vive en la opulencia, contempla la miseria que agobia a su vecino, y cree de buena fe que si él se arruinara sucumbiría al rigor de la desesperación antes que aclimatarse a las privaciones, a la levita mugrienta, a la estrechez de una buhardilla y, sobre todo, al desdén de los ricos. Y un día la inestable rueda da media vuelta, y le coge debajo, y le desocupa los bolsillos, y le desgarra el frac, y le reduce a la más precaria de las situaciones; y lejos de morirse, frota y cepilla sus harapos, devora los mendrugos de su miseria, y con cada humillación que le produce el desprecio de sus mismas hechuras, más afortunadas que él, siente mayor apego a la vida.

Quien se imagina, porque nació en América, que sin aquel sol, sin plátanos, sin dril y jipi-japa, fenecería en breve; y la suerte le trasplanta a la mismísima Laponia, y allí, bajo una choza de hielo, sin sol, chupando témpanos, royendo correas de bacalao y vestido de pieles, engorda como un tudesco.

Quien otro, artista fanático, gana el pan que le sustenta vergando pipas de aceite o pesando fardos de pimentón...

Y si así no fuera; si Dios, en su infinita misericordia, al echar sobre la raza de Adán tantísima desdicha, tanta contrariedad, no hubiera dado al hombre una memoria frágil, un corazón ingrato, un cuerpo de hierro y una razón débil y tornadiza, ¿cómo llegaría al término de su peregrinación por este mundo pícaro sin ser un santo?


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Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Va de Cuento

José María de Pereda


Cuento


Vase un lugarejo (lindante, por más señas, con el mío) de reducidos términos y hacienda escasa, pero rico en galas y ornamentos de la naturaleza: floridos prados, selvas umbrías, montes abruptos, rumor de oleajes, auras marinas... lugar costeño, en fin, de la Montaña, y está dicho todo.

Habitábanle pobres labriegos, tan pobres, que a duras penas sacaban de los senos de la madre tierra, dándoles muchas vueltas cada año, el necesario jugo para nutrir mal y vestir a medias el cuerpo encanijado. En cambio, gozaban fama, muy bien adquirida, de ser la gente más lista de toda la comarca. Sabían algo de letras de molde, y se perecían por estar al tanto de las cosas y sucesos del mundo.

Érase, al mismo tiempo, un señorón de la corte, que había dado en la gracia de visitar a menudo aquel lugar, tentado de la codicia de sus bellezas naturales. El tal señorón no lo parecía por la sencillez de su porte, ni por la suavidad de su carácter, ni por la llaneza patriarcal de sus costumbres. Súpose, al cabo, allí, que no era «sujeto de los de tres al cuarto», por la fama vocinglera, que ya lo tenía bien pregonado por esos mundos de Dios; y fue la noticia motivo de gran asombro para aquellos aldeanos, no sólo por lo que les descubría de repente, sino porque no acertaban a explicarse cómo un hombre de tan erguido copete y de tan grande poder se daba por contento allí con trepar a las montañas, pintar en unas tablucas caseríos y peñascos, coger en el arenal caracoles y concharras, y con verlo y observarlo todo, grande y chico... y desde lejos, para no molestar a nadie, sin pedirles jamás nada, ni siquiera el voto a favor de un candidato para alcalde del lugar, ni una parcela de lo baldío para anzuelo de otras muchas que iría pescando poco a poco, hasta alzarse «en su día» con todo el territorio comunal.


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Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Reminescencias

José María de Pereda


Cuento


Esto de comparar tiempos con tiempos, no es siempre una manía propia de la vejez, como la fama asegura y muchos ejemplos lo acreditan.

Manía es, en los que se van, creerse de mejor madera que los que vienen, porque la raza humana, desde Caín acá, ha variado muy poco en el fondo; pero ¿quién podrá negar que en el siglo que corre, como en ningún otro, los usos y las costumbres y el aspecto exterior de los hombres, ofrecen notabilísimas diferencias, de generación en generación, de año en año, de día en día?

Tales y parecidas cavilaciones me asaltan la mente cada vez que, obligado a ello por una irresistible exigencia de carácter, me detengo a contemplar con infantil curiosidad esos enjambres de niños que a las horas de paseo invaden las alamedas, y corren, y saltan, y gritan, y dan vida, gracia y armonías, como los pájaros al bosque, con sus regocijos y colores, a aquel monótono bamboleo de señores graves y de jovenzuelas presumidas, que recorren, arriba y abajo, el recto y empolvado arrecife, como tropa disciplinada en revista de comisario.

¡Qué asombrosa variedad de formas, de matices, de adornos, de calidades, la de aquellos arreos infantiles! No se ven dos vestidos iguales, ni rapaz que no varíe el suyo tres veces a la semana; y cada traje es lo que aparenta, es decir, que no es pana lo que parece terciopelo, ni talco lo que por oro toma la vista.


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Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Manías

José María de Pereda


Cuento


Afirmo que no existe, ni ha existido, un nieto de Adán sin ellas. Por lo que a mí toca, desde luego declaro que tengo una. Por ser lo que es y de quien es, no quiero aburrir al lector diciéndole en qué consiste; pero, en cambio, voy a hablarle de las suyas y de las de sus amigos y allegados, con la previa advertencia de que la palabra manía no ha de tener aquí la única significación de locura que le da la ciencia; yo la uso, además, en su acepción vulgar de extravagancia, resabio, etc. Así las cosas, repito que la humanidad entera es una pura manía. Me he convencido de ello desde que al conocer la mía, y por el deseo de consolarme de ella, di en la de observar las del prójimo.

Yo era de los cándidos que ven a los hombres privilegiados sólo a la luz de su fama o de sus relumbrones, y a los colaterales, con las cataratas que da la costumbre de mirarlos sin reparar en ellos.

Un escritor ilustre, un pensador profundo, era a mis ojos el hombre que veía en sus libros. Representábamele, escribiéndolos, lo mismo que se retratan los poetas cursis: vestidos de etiqueta, arrimados al pupitre, graves y solemnes, y observando aquella regularidad matemática que encarga Torío que haya entre la mesa y el asiento; rodeados de libros en pasta, unos cerrados, otros abiertos; la cabeza alta, los ojos casi en blanco, y las ideas pasando de la mente a la pluma con la facilidad con que bajan las cristalinas murmurantes aguas del monte a la llanura. De una inocentada por el estilo debe haber nacido la admitida creencia de que Buffon escribió su Historia Natural con guantes blancos.


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Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Los Buenos Muchachos

José María de Pereda


Cuento


I

Lector, cualquiera que tú seas, con tal que procedas de uno de esos que llamamos centros civilizados, me atrevo a asegurar que estás cansado de codearte con los personajes de mi cuento.

Así y todo, pudiera suceder que no bastase el rótulo antecedente para que desde luego sepas de qué gente se trata; pues aunque ciertas cosas son en el fondo idénticas en todas partes, varían en el nombre y en algunos accidentes exteriores, según las exigencias de la localidad en que existen.

Teniendo esto en cuenta, voy a presentarte esos chicos definidos por sí mismos.

—«Yo soy un hombre muy tolerante; dejo a todo el mundo vivir a su gusto; respeto los de cada uno; no tengo pretensiones de ninguna clase; me amoldo a todos los caracteres; hago al prójimo el bien que puedo, y me consagro al desempeño de mis obligaciones».

Esta definición ya es algo; pero como quiera que la inmodestia es un detalle bastante común en la humanidad, pudiera aquélla, por demasiado genérica, no precisar bien el asunto a que me dirijo.

Declaro, aun a riesgo de perder la fama de buen muchacho, si es que, por desgracia, la tengo entre algunos de los que me leen, que soy un tanto aprensivo y malicioso en cuanto se trata de gentes que alardean de virtuosas.

Esta suspicacia que, de escarmentado, a más de montañés, poseo, es la causa de que los llamados por ahí «buenos muchachos» hayan sido repetidas veces, para mí, objeto de un detenido estudio. Por consiguiente, me encuentro en aptitud de ser, en datos y definiciones, tan pródigo como sea necesario hasta que aparezca con todos sus pelos y señales lo que tratamos de definir.


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16 págs. / 29 minutos / 56 visitas.

Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Esbozo

José María de Pereda


Cuento


El sujeto de él no es producto castizamente español; pero, a tuertas o a derechas, ya le tenemos acá, y tan aclimatado como otras muchas cosas que por españolas pasan, porque en España viven y crecen y hasta se multiplican; y si no se acomodan rigorosamente a nuestro genuino modo de ser, vamos nosotros acomodándonos a ellas, y tanto monta.

No apareció sobre la haz de esta tierra por la obra lenta y gradual de una gestación sometida a las leyes inalterables de la Naturaleza, sino por el esfuerzo violento de un cultivo artificial, semejante al que produce los tomates en diciembre, y los pollos vivos y efectivos sin el calor de la gallina. Trájole la arbitraria ley de una necesidad de los tiempos que corren; un antojo de las gentes de ahora, que exigen, para alimento de su voracidad, no los manjares de ayer, suculentos, pero en grandes y muy contadas dosis, sino la comidilla incesante, la parvidad continua, estimulante y cáustica, que mantenga el apetito en actividad perenne.


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13 págs. / 22 minutos / 35 visitas.

Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

De Mis Recuerdos

José María de Pereda


Cuento


Una tarde gris con intermitencias de sol tibio; una iglesia pobre y vieja sobre una meseta pedregosa con jirones de césped y matas de arbustos bravíos; una extensa campiña verde con fondos lejanos de cerros ondulantes y de erguidos montes gallardamente escalonados.

En el porche de la iglesia, corrillos de aldeanos hablando y pisando quedo, por reverencia a lo que acontece en el santo lugar en día tan señalado. Dentro de la iglesia, el viejo párroco y un su feligrés, no mucho más joven, sentados en un banco de elevado espaldar, delante de un tenebrario, y cantando las Lamentaciones de Jeremías. En la capilla mayor y lleno de luces, el Monumento, cuya armazón está cubierta de colchas y pañuelos muy vistosos, que se extienden después en dos alas, a diestro y siniestro, hasta los respectivos muros de la iglesia. Al pie de las gradas del Monumento, echada la Cruz sobre un paño negro y descansando sus brazos en dos almohadas guarnecidas profusamente de lazos de colores, cadenas de plata, acericos y relicarios. Los fieles, que llenan casi todo lo desocupado del templo, rezando fervorosos o andando en grupos el Calvario, y a veces, cómo para acompañar al murmurio de los rezos o al cántico de las tinieblas, el sonido tenue de la humilde moneda de cobre al caer en el platillo colocado junto a la Cruz yacente.

En el cuerpo de la iglesia, los dos pasos, en sus correspondientes andas, que han de salir en la procesión: el de la Dolorosa, que no es muy grande, y el de «los Judíos», que lo es y pesa mucho, pues representa a Jesús atado a la columna, flagelado por dos sayones: tres esculturas, no modelos de arte seguramente, pero de buen tamaño y bien macizas; por eso tienen sus andas ocho brazos.


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Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Agosto

José María de Pereda


Cuento


Bucólica montañesa

I

No lo podía remediar el pobre tío Luco Sarmientos: mentarle el mes de agosto era producirle un escalofrío. Y si fuéramos a decir que le aborrecía, vaya con Dios; pero sucedía todo lo contrario. Como él decía: «De agosto, no hay que hablar mal delante de mí por lo tocante a sí mesmo, o séase respetive a su mesma mensualidá. No tiene tacha sobre estos particulares; y por gustar, me gusta como el mejor del año; pero...».

Pero era excesivamente supersticioso el bendito de Dios, y hasta creo que no le faltaban motivos para ello, si convenimos, como debemos convenir, en que es muy difícil dejar de ver en una larga y ordenada serie de casualidades, el cumplimiento fatal de una ley misteriosa e inexorable. ¿Quién no es algo supersticioso en este sentido?


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Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Las Tres Infancias

José María de Pereda


Cuento


Al señor don Tomás C. de Agüero

He de decirlo, aunque el atrevimiento me cueste una multa municipal: para un hombre de mi temperamento, por no decir idiosincrasia, tiene gravísimos inconvenientes la amistad de un señor alcalde, a cuya persona se profesa un arraigado y (por desgracia mutuo) ya viejo cariño, afianzado con el doble remache de sus raros talentos y no comunes virtudes. Cuando un amigo semejante se nos acerca, y, otorgando a nuestro ingenio una alcurnia que no tiene, nos pide una chispa de su luz para convertirla en pan para los menesterosos, no hay medio de resistirle, ni de negarle un esfuerzo heroico en pro de su noble intento. Y entonces se llama a las puertas del ingenio, holgado y desprevenido; pero el ingenio, que parece fundido en corazón de avaro, echa todos los cerrojos de su mazmorra, y más se esconde cuanto más se le invoca.

Y aquí las perplejidades y las angustias; porque la súplica es mandato, y el tiempo avanza, y el término fatal se acerca, y lo que era crepúsculo en la mente, llega a hacerse noche tenebrosa.

Expongo estos hechos ante el insigne jurisconsulto, para que en aprecio los tome el magistrado, como razones atenuantes, si mi franqueza llega a parecerle merecedora del papel en que se saldan con la autoridad las cuentas del desacato a ciertos preceptos de sus Ordenanzas; o no la halla bastante castigada con haberme sacado al palo, que no otra cosa es, en sustancia, poner a un hombre avezado a la oscuridad de todos los aislamientos, en estas alturas por tantos soles alumbradas y expuestas al rigor de los huracanes de la crítica.


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14 págs. / 25 minutos / 37 visitas.

Publicado el 18 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

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