El Delator
Joseph Conrad
Cuento
El señor X vino a ver mi colección de esculturas de bronce y porcelanas chinas precedido por una carta que me envió un buen amigo de París.
Este amigo también es un coleccionista. No colecciona porcelanas, ni esculturas de bronce, ni cuadros, ni medallas, ni sellos, ni nada que pueda ser vendido provechosamente bajo el martillo de un subastador, e incluso se opondría con genuina sorpresa a que lo llamaran coleccionista, aunque eso es lo que es, por naturaleza. Mi amigo colecciona conocidos. Es un trabajo muy delicado y él lo realiza con la paciencia, las ganas y la resolución de un auténtico coleccionista de curiosidades. Su lista no incluye a ningún personaje de la realeza, creo que no los considera lo bastante raros o interesantes. Con esa única excepción, ha conocido y tratado a todas las personas que vale la pena conocer en cualquier ámbito imaginable. Las observa, las escucha, las entiende, las mide y luego las guarda en el recuerdo, en alguna de las galerías de su mente. Ha conspirado, urdido y viajado por toda Europa sólo para aumentar su colección personal de conocidos importantes.
Como es un hombre rico, de buenos contactos y sin prejuicios, su colección es de lo más completa. Llega incluso a incluir objetos (¿o debería decir sujetos?) cuyo valor no puede apreciar la multitud y que por lo general pasan desapercibidos ante la fama popular. Como es lógico, ésos son los ejemplares de los que mi amigo está más orgulloso.
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29 págs. / 50 minutos / 90 visitas.
Publicado el 30 de agosto de 2018 por Edu Robsy.