Nota del autor
… (Juventud) supone la primera aparición en
el mundo del personaje de Marlow, con quien mi relación a lo largo de
los años ha llegado a ser muy íntima. Los orígenes de este caballero (no
sé de nadie que haya sugerido nunca que fuera otra cosa) han sido
objeto de ciertas especulaciones literarias, me alegra decirlo, de
índole amistosa.
Se podría creer que soy la persona indicada para
arrojar luz sobre la materia pero, descubro que, en realidad, no es tan
fácil. Es agradable recordar el hecho de que nadie le haya atribuido
intenciones fraudulentas o lo haya menospreciado por ser un charlatán.
Al margen de esto, ha suscitado toda suerte de cosas: que se trataba de
un hábil encubrimiento; una simple invención; un «doble»; un espíritu
familiar; un demonio maldiciente. Yo mismo he sido sospechoso de haber
urdido un meditado plan para apropiármelo.
Esto no es así. No he urdido ningún plan. El
personaje de Marlow y yo nos encontramos accidentalmente, como sucede
con esos encuentros en los balnearios que, a veces, fructifican en
amistad. El nuestro fructificó.
Pese a toda la firmeza de sus opiniones, no es un
entrometido. Frecuenta mis horas de soledad cuando, en silencio,
reclinamos nuestras cabezas cómoda y armoniosamente. Sin embargo, cada
vez que nos separamos al concluir un relato, nunca estoy seguro de que
no sea esa la última vez que lo hagamos. Creo, incluso, que a ninguno de
los dos le importase mucho sobrevivir al otro. En cualquier caso, se
quedaría sin ocupación, y le pesaría, pues sospecho en él cierta
vanidad. No hablo de vanidad en sentido salomónico. De todos mis
personajes es el único que no ha supuesto enojo alguno para mi espíritu.
Un personaje de lo más discreto y comprensivo…
Información texto 'Juventud'