Kennedy es un médico rural y reside en
Colebrook, en la costa de Eastbay. El acantilado que se eleva
abruptamente tras los tejados rojos de la pequeña aldea parece empujar
la pintoresca High Street hacia el espigón que la resguarda del mar. Al
otro lado de esa escollera, describiendo una curva, se extiende de
manera uniforme, durante varias millas, una playa de guijarros, vasta y
árida, con el pueblo de Brenzett destacando oscuramente en el otro
extremo, una aguja entre un grupo de árboles; más allá, la columna
perpendicular de un faro, no mayor que un lápiz desde la distancia,
señala el punto donde se desvanece la tierra. Detrás de Brenzett, los
campos son bajos y llanos; pero la bahía está muy protegida, y, de vez
en cuando, un buque de gran tamaño, obligado por la mar o el mal tiempo,
fondea a una milla y media al norte de la puerta trasera de la Posada
del Barco en Brenzett. Un desvencijado molino de viento, que levanta en
las cercanías sus aspas rotas sobre un montículo no más elevado que un
estercolero, y una torre de defensa, que acecha al borde del agua media
milla al sur de las cabañas de los guardacostas, resultan muy familiares
para los capitanes de las pequeñas embarcaciones. Son las marcas
náuticas oficiales para delimitar ese lugar de fondeo seguro que las
cartas del Almirantazgo representan como un óvalo irregular de puntos
con numerosos seises en su interior, sobre los que se ha dibujado un
ancla diminuta y una leyenda que reza: «Barro y conchas».
Desde la parte más alta del acantilado se ve la imponente torre de
la iglesia de Colebrook. La pendiente está cubierta de hierba y por ella
serpentea un camino blanco. Subiendo por él, se llega a un ancho valle,
no muy profundo, una depresión de verdes praderas y de setos que se
funden tierra adentro con el paisaje de tintes purpúreos y de líneas
ondeantes que cierran el panorama.
Información texto 'Amy Foster'