Textos favoritos de Joseph Sheridan Le Fanu | pág. 3

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autor: Joseph Sheridan Le Fanu


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Un Capítulo en la Historia de una Familia de Tyrone

Joseph Sheridan Le Fanu


Cuento


Décimo extracto del legado del fallecido Francis Purcell, párroco de Drumcoolagh

En la narración siguiente me he esforzado por transmitir lo más posible el «ipsissima verba» de la querida amiga de quien lo recibí, consciente de que cualquier alejamiento con respecto a su modo de contar el relato de su vida dañaría inmediatamente la precisión y el efecto. Si además de sus palabras pudiera traer también ante el lector su gesto animado, su semblante expresivo, esa atmósfera y acento solemnes y emocionantes con los que relataba los pasajes oscuros de su extraña historia, y si sobre todo pudiera comunicar la conciencia impresionante que la narradora había visto con sus propios ojos, actuando personalmente en las escenas que describía, todo ello, unido a las circunstancias adicionales, como el hecho de que quien contaba la historia estuvo profunda y tristemente impresionada con los principios religiosos para malinterpretar o fabricar lo que repetía como una verdad, darían al relato un interés profundo que los acontecimientos simplemente registrados difícilmente podrían producir por sí solos. Hace ya casi veinte años que conocí a la dama de cuyos labios oí esta historia, y fue tanto lo que me interesó la narración que la puse por escrito cuando todavía estaba fresca en mi mente, y si su lectura le entretiene durante media hora, mi trabajo no habrá sido inútil. He escrito la historia tal como debía, en primera persona, pues así me la contó ella. La empezó del siguiente modo.


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43 págs. / 1 hora, 15 minutos / 263 visitas.

Publicado el 26 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

El Huésped Misterioso

Joseph Sheridan Le Fanu


Cuento


Parte I

Hacia el año 1822 residía en una casa confortable y espaciosa en una población cuya localización exacta no particularizaré, diciendo tan sólo que no estaba lejos de Old Brompton, en la vecindad inmediata, o más bien en la continuidad (como saben incluso mis lectores de Connemara) de la famosa ciudad de Londres.

Aunque la casa era, tal como he dicho, espaciosa y confortable, en modo alguno podría afirmase que era hermosa. Estaba construida con ladrillos de color rojo oscuro, ventanas pequeñas de gruesos marcos blancos; el recibidor lo oscurecía permanentemente un porche, pero no del habitual enrejado fino, sino una proyección sólida del mismo ladrillo bermellón, sobre el que había una balconada plomiza, con barandillas gruesas y medio podridas. La mansión se levantaba en un recinto cercado por un muro que se había dedicado a flores y matorrales quizá desde la fecha misma en que se había construido. Algunos matorrales habían crecido casi tanto como si fuesen árboles; dos tejos pequeños y oscuros se levantaban a cada lado del porche, como dos enanos morenos y desfavorables que defendieran la entrada de un castillo encantado. Y no es que mi domicilio mereciera por alguna causa la comparación: no tenía fama de ser una casa encantada, y si alguna vez había tenido fantasmas, nadie los recordaba.


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68 págs. / 2 horas / 177 visitas.

Publicado el 26 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

El Perverso Capitán Walshawe de Wauling

Joseph Sheridan Le Fanu


Cuento


I. Peg O’Neill paga las deudas del Capitán

A mi tío, el señor Watson de Haddlestone, le sucedió algo muy extraño; y para que pueda usted entenderlo tendré que empezar por el principio.

En el año 1822, el señor James Walshawe, más conocido como Capitán Walshawe, murió a la edad de ochenta y un años. El Capitán fue en sus primeros tiempos, y lo siguió siendo mientras se lo permitieron la salud y las fuerzas, uno de esos tunantes activos y enredones; pasaba sus días, y sus noches, sembrando promiscuidad y disolución, que por lo visto poseía en cantidad inagotable. La cosecha de ese cultivo iba entremezclada, y en abundancia, con espinos, ortigas y cardos, que picaban desagradablemente a los esposos, y que a él no le enriquecían.

El Capitán Walshawe era muy conocido en la vecindad de Wauling, donde en general solían evitarle. Le daban el nombre de «capitán» por cortesía, pues nunca había alcanzado ese grado en el ejército. Abandonó la milicia en el año 1766, cuando tenía veinticinco años de edad; en el período inmediatamente anterior sus deudas se habían vuelto tan importunas que fue inducido a librarse de ellas escapando y casándose con una heredera.

Aunque ésta no resultó ser tan rica como él había imaginado, demostró ser una muy cómoda inversión para lo que quedaba de sus confundidas inclinaciones; y vivió y disfrutó muchísimo a su antiguo estilo, con las rentas de ella, metiéndose en interminables riñas y escándalos; y en bastantes deudas y problemas financieros.

Cuando se casó estaba viviendo en Irlanda, en Clonmel, y allí, en un pensionado de un convento de monjas residía la señorita O’Neill, o, tal como se la conocía en la comarca, Peg O’Neill: la heredera de la que he hablado.


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Publicado el 26 de octubre de 2017 por Edu Robsy.

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