Textos más populares esta semana de Juan Valera publicados el 6 de enero de 2021

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autor: Juan Valera fecha: 06-01-2021


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El Canto Gangoso

Juan Valera


Cuento


La madre abadesa no consideraba que el canto era bastante devoto y sentido cuando no era muy gangoso también, especialmente al terminar cada frase.

Las novicias y las monjas jóvenes se obstinaban, sin embargo, en querer lucir la voz y en no ganguear.

Cierto día que estaban en el coro, cantaron sonoramente y sin que el aire pasase por las narices:

... —¡Per omnia saecula saeculorum!

Y notando la abadesa que no la obedecían, dijo gangueando y algo enojada:

¡Niñas, un poco de narices en el culorum!


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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

Las Castañas

Juan Valera


Cuento


El día de difuntos salió muy de mañana a misa una linda beata, que la noche anterior, según es costumbre en la noche de Todos los Santos, se había regalado, comiendo puches con miel y muchas castañas cocidas.

Como era muy temprano y apenas clareaba el día, la calle por donde iba la beata estaba muy sola. Así es que ella, sin reprimirse, con el más libre desahogo y hasta con cierta delectación, lanzaba suspiros traidores y retumbantes, y cada vez que lanzaba uno, decía sonriendo:

—¡Toma castañas!

Proseguía caminando, soltaba otros suspiros y exclamaba siempre:

—¡Las castañas! ¡Las castañas!

Un caballero, muy prendado de la beata, solía seguirla, hacerse el encontradizo, oír misa donde y cuando ella la oía, y hasta darle agua bendita al entrar en la iglesia, para tener el gusto de tocar sus dedos.

Iba aquel día el caballero tan silencioso y con pasos tan tácitos detrás de la beata, que ella no le vio ni sospechó que viniese detrás, hasta que volvió la cara, poco antes de entrar en el templo.

—¿Hace mucho tiempo que viene usted detrás de mí? —dijo muy sonrojada la linda beata.

Y contestó el caballero:

—Señora, desde la primera castaña.


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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

La Virgen y el Niño Jesús

Juan Valera


Cuento


Paquita no era fea ni tonta. Pasaba en el lugar por muy despejada y graciosa; pero, como era pobre, no hallaba hidalgo que con ella quisiera casarse, y como se jactaba de bien nacida no se allanaba a tomar por marido a ningún pelafustán o destripaterrones. Paquita, en suma, llegó a los treinta años todavía soltera.

Para un hombre, o para una mujer casada, la mejor edad es la de treinta años. Puede considerarse como el punto culminante de la vida. En nuestro sentir, sólo a la joven que llega a dicha edad sin hallar marido cuadra bien la sentencia del poeta:


¡Malditos treinta años,
funesta edad de amargos desengaños!


En el fondo de su alma, Paquita deploraba mucho haberlos cumplido y no estar casada; pero, como era buena cristiana y piadosísima, buscaba y hallaba consuelo en la religión; decía: «a falta de pan, buenas son tortas» y trataba de suplir con el amor divino la carencia del amor humano.

Con todo, no lograba conformarse con dicha carencia, a pesar de los grandes esfuerzos místicos que de continuo hacía.

Impulsada por sus opuestos sentimientos, iba de diario a una hermosa capilla de la iglesia mayor, donde, en elegante camarín, había una muy devota imagen de la Virgen del Rosario con un niño Jesús muy bonito en los brazos.

Paquita, llena de fervorosa devoción, se encomendaba a la Virgen y le rezaba muchas salves y avemarías, rogándole que le diese conformidad para el celibato y que hiciese de ella una santa. A veces, no obstante, renacía en su corazón el deseo de matrimonio. Se entusiasmaba, hablaba en voz alta y pedía marido a aquella divina Señora.

El monaguillo, que era travieso y avispado, hubo de oír las jaculatorias de Paquita y determinó hacerle una burla.


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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

A Quién Debe Darse Crédito

Juan Valera


Cuento


Llamaron a la puerta. El mismo tío Pedro salió a abrir y se encontró cara a cara con su compadre Vicentico.

—Buenos días, compadre. ¿Qué buen viento le trae a usted por aquí? ¿Qué se le ofrece a usted?

—Pues nada... confío en su amistad de usted... y espero...

—Desembuche usted, compadre.

—La verdad, yo he podado los olivos, tengo en mi olivar lo menos cinco cargas de leña que quiero traerme a casa y vengo a que me empreste usted su burro.

—¡Cuánto lo siento, compadre! Parece que el demonio lo hace. ¡Qué maldita casualidad! Esta mañana se fue mi chico a Córdoba, caballero en el burro. Si no fuera por esto podría usted contar con el burro como si fuese suyo propio. Pero, qué diablos, el burro estará ya lo menos a cuatro leguas de aquí.

El pícaro del burro, que estaba en la caballeriza, se puso entonces a rebuznar con grandes bríos.

El que le pedía prestado dijo con enojo:

—No creía yo, tío Pedro, que usted fuese tan cicatero que para no hacerme este pequeño servicio, se valiese de un engaño. El burro está en casa.

—Oiga usted —replicó el tío Pedro—. Quien aquí debe enojarse soy yo.

—¿Y por qué el enojo?

—Porque usted me quita el crédito y se lo da al burro.


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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

Quien No te Conozca que te Compre

Juan Valera


Cuento


No nos atrevemos a asegurarlo, pero nos parece y queremos suponer que el tío Cándido fue natural y vecino de la ciudad de Carmona.

Tal vez el cura que le bautizó no le dio el nombre de Cándido en la pila, sino que después todos cuantos le conocían y trataban le llamaron Cándido porque lo era en extremo. En todos los cuatro reinos de Andalucía no era posible hallar sujeto más inocente y sencillote.

El tío Cándido tenía además muy buena pasta.

Era generoso, caritativo y afable con todo el mundo. Como había heredado de su padre una haza, algunas aranzadas de olivar y una casita en el pueblo, y como no tenía hijos, aunque estaba casado, vivía con cierto desahogo.

Con la buena vida que se daba se había puesto muy lucio y muy gordo.

Solía ir a ver su olivar, caballero en un hermosísimo burro que poseía; pero el tío Cándido era muy bueno, pesaba mucho, no quería fatigar demasiado al burro y gustaba de hacer ejercicio para no engordar más. Así es que había tomado la costumbre de hacer a pie parte del camino, llevando el burro detrás asido del cabestro.

Ciertos estudiantes sopistas le vieron pasar un día en aquella disposición, o sea a pie, cuando iba ya de vuelta para su pueblo.

Iba el tío Cándido tan distraído que no reparó en los estudiantes.

Uno de ellos, que le conocía de vista y de nombre y sabía sus cualidades, informó de ellas a sus compañeros y los excitó a que hiciesen al tío Cándido una burla.


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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

De los Escarmentados Nacen los Avisados

Juan Valera


Cuento


Era D. Calixto un caballerete cordobés, gracioso, bien plantado y con algunos bienes de fortuna.

Muchas mocitas solteras de Sevilla, donde él estaba estudiando, se afanaban por ganar su voluntad y conquistarle para marido; pero la empresa era harto difícil.

Don Calixto, y no sin fundamento, pasaba por un desaforado mariposón, seductor y picaruelo. Iba revoloteando siempre de muchacha en muchacha, como las abejas y las mariposas revolotean de flor en flor, liban la miel y sólo por breves instantes se posan en algunas.

La linda señorita D.ª Eufemia tuvo más maña y arte que otras y logró hacer en el corazón de nuestro héroe la herida amorosa más profunda que hasta entonces había traspasado sus entretelas llegando a lo más vivo.

Él, sin embargo, como travieso que era, si bien ponderaba a la niña su mucho amor y le pedía y aun le suplicaba que de aquel mal le curase, siempre hablaba de la cura, pero no del cura.

Acudía a hablar por la reja con la señorita doña Eufemia; le aseguraba que tenía por culpa de ella, en su lastimado pecho, no uno sino media docena de volcanes en erupción; le rogaba que apagase sus incendios y que mitigase sus estragos, y lo que es de casamiento no decía ni daba jamás palabra.

Así se pasaban meses y meses; los novios pelaban la pava todas las noches sin faltar una; pero el asunto permanecía siempre sin adelantar, ni por el lado de la buena fin, ni tampoco por el lado de la mala.

Cuando él excitaba a su novia para que no se hiciese de pencas y fuese generosa y se ablandase y cediese, ella, o se enojaba porque él le faltaba al respeto y mostraba que no tenía por ella estimación, o bien derramaba amargas lágrimas y exhalaba suspiros y quejas considerándose ofendida.

Con mil variantes, porque tenía fácil palabra y sabía decir una misma cosa de mil modos diversos, la niña solía contestar sobre poco más o menos lo que sigue:


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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

Los Santos de Francia

Juan Valera


Cuento


En una de las mejores poblaciones de la Mancha vivía, no hace mucho tiempo, un rico labrador, muy chapado a la antigua, cristiano viejo, honrado y querido de todo el mundo. Su mujer, rolliza y saludable, fresca y lozana todavía, a pesar de sus cuarenta y pico de años, le había dado un hijo único, que era muy lindo muchacho, avispado y travieso.

Como este muchacho estaba mimadísimo por su padre y por su madre, era harto difícil hacer carrera con él. A pesar de su mucha inteligencia, a la edad de diez años, leía con dificultad y al escribir hacía unos garrapatos ininteligibles. Lo único que el chico sabía bien era la doctrina cristiana y querer y respetar al autor de sus días y a su señora mamá. El niño era tan gracioso y ocurrente, que tenía embobado a todo el vecindario. Cuantos le conocían le reían los chistes y ponían su ingenio por las nubes, con lo cual al rico labrador se le caía la baba de gusto.

—¡Qué lástima, decía, que este chico se críe cerril en el pueblo, sin hacer más que jugar al hoyuelo, a las chapas, al toro y al salto de la comba, con todos los pilletes! Si yo le enviase a un buen colegio, en una gran ciudad, sin duda que volvería hecho un pozo de ciencia, sería la gloria y el apoyo de mi vejez y serviría y honraría a su patria.

Tanto caviló en esto el labrador, que al fin, sobreponiéndose a la pena que le causaba el separarse de su hijo, le envió a que estudiase en París nada menos.

Seis años estuvo por allí estudiando en uno de los mejores colegios primero y después en la Sorbona.

Como él era, naturalmente, muy despejado, aprovechó mucho, y volvió a casa de sus padres sabiendo cuanto hay que saber, y además elegantísimo y atildadísimo: hecho un verdadero dije; lo que ahora llaman un dandy, un gomoso.


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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

Interpretación de un Texto Latino

Juan Valera


Cuento


En la huerta de un convento de monjas y colegio de educandas, había unos cuantos perales que estaban cargados de exquisita fruta.

Siempre que podían las novicias, cuando el viejo hortelano se descuidaba y no las vigilaba, iban a los perales y se comían las peras.

Enojada la madre abadesa, las reprendió calificando de hurto, y, por consiguiente, de acción muy fea lo que habían hecho.

La más desenfadada y picotera de las novicias se atrevió a responder entonces:

—Pues no será tan malo eso de quitar peras, cuando en la iglesia cantamos casi de diario: qui temperas...

—Es cierto —replicó la madre abadesa—, pero también añade el sagrado texto rerum vices, raras veces.


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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

El Gloria Patri

Juan Valera


Cuento


Cuentan que Godoy, cuando estaba en la cumbre del poder y en lo mejor de su valimiento, protegió y favoreció pródigamente a sus antiguos camaradas los guardias de corps. A dos o tres de ellos los envió de embajadores, a otros los hizo gobernadores y hasta virreyes, y no pocos fueron de canónigos a diferentes catedrales.

Uno, que era algo místico y no sin razón presumía de teólogo, tuvo una canongía en Sevilla.

Meses después de estar instalado en su canongía, escribió a una señora íntima suya, que vivía en Madrid.

En la carta encarecía y ponderaba, como es justo, el esplendor y la hermosura de la gran ciudad del Betis, contaba lo bien que le iba en su nuevo empleo y residencia y afirmaba que no dejaba nunca de asistir a coro, rezando, cantando y alabando a Dios en compañía de los otros canónigos.

Luego añadía como cosa que le había chocado en extremo y que era digna de memoria:

—Aquí todo se reza en latín menos el Gloria Patri.


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Publicado el 6 de enero de 2021 por Edu Robsy.

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