Textos por orden alfabético de Juan Valera publicados el 8 de diciembre de 2020

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autor: Juan Valera fecha: 08-12-2020


Cuentos y Chascarrillos Andaluces

Juan Valera


Cuentos, Colección


Introducción

La afición al folk-lore va cundiendo por todas partes. Se coleccionan los romances, baladas y leyendas, los raptos líricos del pueblo, los refranes, los enigmas y acertijos, y los cuentos, anécdotas y dichos agudos que por tradición se han conservado.

Como esta afición es muy contagiosa, nadie debe extrañar que se haya apoderado de nuestro espíritu.

De romances o dígase de poesía épica popular en verso, se ha coleccionado ya mucho en España, y nada o casi nada hay que añadir. D. Agustín Durán formó la más hermosa, rica y completa colección de romances castellanos, elevando con ella un monumento triunfal a nuestra literatura. Acaso no haya pueblo en el mundo que, en esta clase de poesía, presente nada que aventaje o que al menos compita con nuestro Romancero. Para colmo en este género de la riqueza de nuestra península y para hacer mayor ostentación de ella, Garret ha reunido y publicado los romances portugueses, y D. Manuel Milá y Fontanals y D. Mariano Aguiló han reunido los catalanes.

De seguidillas y coplas de fandango tenemos también excelentes colecciones, siendo sin duda la más importante de todas la de D. Emilio Lafuente Alcántara.

Sobre refranes se ha escrito y coleccionado mucho, señalándose recientemente en este género de trabajo D. J. M. Sbarbi.

Infatigables, atinados y diligentes en reunir y publicar producciones de toda clase de la musa vulgar y anónima han sido y son aún el señor don Francisco Rodríguez Marín, residente en Sevilla y el Sr. Machado, conocido por el pseudónimo de Demófilo.

En lo tocante a cuentos vulgares ha habido, no obstante, descuido. En España nada tenemos, en nuestro siglo, que equivalga a las colecciones de los hermanos Grimm y de Musaeus en Alemania, de Andersen en Dinamarca, de Perrault y de la Sra. d' Aulnoy en Francia, y de muchos otros literatos en las mismas o en otras naciones.


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Publicado el 8 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

El Hechicero

Juan Valera


Cuento


El castillo estaba en la cumbre del cerro; y, aunque en lo exterior parecía semiarruinado, se decía que en lo interior tenía aún muy elegante y cómoda vivienda, si bien poco espaciosa.

Nadie se atrevía a vivir allí, sin duda por el terror que causaba lo que del castillo se refería.

Hacía siglos que había vivido en él un tirano cruel, el poderoso Hechicero. Con sus malas artes había logrado prolongar su vida mucho más allá del término que suele conceder la naturaleza a los seres humanos.

Se aseguraba algo más singular todavía. Se aseguraba que el Hechicero no había muerto, sino que sólo había cambiado la condición de su vida, de paladina y clara que era antes, en tenebrosa, oculta y apenas o rara vez perceptible. Pero ¡ay de quien acertaba a verle vagando por la selva, o repentinamente descubría su rostro, iluminado por un rayo de luna, o, sin verle, oía su canto allá a lo lejos, en el silencio de la noche! A quien tal cosa ocurría, ora se le desconcertaba el juicio, ora solían sobrevenirle otras mil trágicas desventuras. Así es que, en veinte o treinta leguas a la redonda, era frase hecha el afirmar que había visto u oído al Hechicero todo el que andaba melancólico y desmedrado, toda muchacha ojerosa, distraída y triste, todo el que moría temprano y todo el que se daba o buscaba la muerte.

Con tan perversa fama, que persistía y se dilataba, en época en que eran los hombres más crédulos que hoy, nadie osaba habitar en el castillo. En torno de él reinaban soledad y desierto.

A su espalda estaba la serranía, con hondos valles, retorcidas cañadas y angostos desfiladeros, y con varios altos montes, cubiertos de densa arboleda, delante de los cuales el cerro del castillo parecía estar como en avanzada.


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28 págs. / 50 minutos / 57 visitas.

Publicado el 8 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

La Buena Fama

Juan Valera


Novela corta


I

Nada recuerdo yo con tanto gusto como las temporadas que he pasado en Villabermeja y los coloquios que allí he tenido con don Juan Fresco, mi querido tocayo. No había asunto sobre el que no hablásemos, dilucidándole hasta donde nuestro saber y nuestra inteligencia alcanzaban. Y cuando no estábamos de acuerdo, nos alegrábamos en vez de sentirlo, porque entonces nuestra conversación, con el apacible discutir, tomaba dulce y acalorada viveza.

A veces lamentaba yo que escritores extranjeros se nos hubiesen adelantado en coleccionar y en poner por escrito con primoroso adorno los cuentos que corren en boca del vulgo. Los mejores, a mi ver, eran los mismos, con raras variantes, en Alemania y en Francia que en España, de suerte que nos habían robado lo más hermoso y rico de aquella materia épica difusa, sin que pudiésemos ya darle forma original en nuestra lengua castellana.

Mi tocayo sostenía la contraria opinión, y afirmaba que había aún mil cuentos vulgares entre nosotros sin que nadie los hubiese recogido, y que no pocos de ellos eran deliciosos y hasta contenían veladas enseñanzas y misteriosas filosofías de subidísimo precio. El solía escudriñarlas y sacarlas a relucir, interpretando y comentando los tales cuentos como ciertos sabios neoplatónicos las antiguas fábulas griegas.


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86 págs. / 2 horas, 31 minutos / 80 visitas.

Publicado el 8 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

La Muñequita

Juan Valera


Cuento


Hace ya siglos que en una gran ciudad, capital de un reino, cuyo nombre no importa saber, vivía una pobre y honrada viuda que tenía una hija de quince abriles, hermosa como un sol y cándida como una paloma.

La excelente madre se miraba en ella como en un espejo, y en su inocencia y beldad juzgaba poseer una joya riquísima que no hubiera trocado por todos los tesoros del mundo.

Muchos caballeros, jóvenes y libertinos, viendo a estas dos mujeres tan menesterosas, que apenas ganaban hilando para alimentarse, tuvieron la audacia de hacer interesadas e indignas proposiciones a la madre sobre su hermosa niña; pero ésta las rechazó siempre con aquella reposada entereza que convence y retrae mil veces más que una exagerada y vehemente indignación. Lo que es a la muchacha nadie se atrevía a decir los que suelen llamarse con razón atrevidos pensamientos. Su candor y su inocencia angelical tenían a raya a los más insolentes y desalmados. La buena viuda además estaba siempre hecha un Argos, velando sobre ella.


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6 págs. / 10 minutos / 86 visitas.

Publicado el 8 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.