Impresiones del 2 de Mayo
Juana Manuela Gorriti
Cuento
Era el 27 de abril, uno de los últimos de la temporada de Chorrillos. Nunca la villa de los palacios había tenido tantos huéspedes: nunca su delicioso baño estuvo tan concurrido.
Felices y desgraciados, todos gozan en ese lugar bendito, a donde nos lleva siempre una esperanza: esperanza de dicha, esperanza de alivio; pero siempre la esperanza, esa única felicidad verdadera.
La vida que se tiene en Chorrillos es fantástica como un cuento de hadas. El individuo se centuplica, porque está a la vez en todas partes: en el malecón, en el baño, en la plaza, en el hotel, en el templo. Se caza, se pesca, se organizan brillantes partidas de campo en los oasis del contorno. Las niñas cantan, bailan, ríen, triscan; las madres se extasían con esos cantos, con esas danzas, esos juegos, esas risas, mientras que sentadas en cuarto alrededor de una mesa, se entregan a las variadas combinaciones del rocambor.
Yo misma, con una mortal amenaza suspendida sobre el corazón y agonizando en el alma la esperanza, tenía, ese día, las cartas en la mano y decía:
—¡Juego!
—¡Más!
—¡Bien!
—Solo de espadas: esplendente, imperdible.
—Un momento —dijo de pronto el cesante asentando la baceta— que esta mano sea un oráculo. La escuadra española se aproxima; va a atacarnos. ¿De quién será la victoria? ¡España! ¡Chile! ¡Perú! —dijo señalándonos al jugador, a mi compañero y a mí.
—Roba tú —me dijo este, en vez del van sacramental—; yo tengo miedo a las espadas.
—Yo las amo. Son las armas de mi familia... Pero ¡ay! ¡aquellos que las llevan han caído todos, unos por la mano de Dios, otros por la de los hombres!
¡Y robé!
Robé la espada, dos chicos, y tres caballos; con los que di al esplendente solo, un esplendente codillo.
—¡Viva el Perú! —clamamos todos los gananciosos.
Dominio público
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Publicado el 3 de enero de 2021 por Edu Robsy.