Textos más populares esta semana de Julio Verne etiquetados como Novela no disponibles | pág. 3

Mostrando 21 a 30 de 43 textos encontrados.


Buscador de títulos

autor: Julio Verne etiqueta: Novela textos no disponibles


12345

Las Aventuras del Capitán Hatteras

Julio Verne


Novela


El Bergantín

Mañana, el bergantín Forward, al mando del capitán K.Z., saldrá de New Princes Docks con destino desconocido. Esta noticia apareció en el Liverpool Herald del 5 de abril de 1860.

Para el puerto más activo de Inglaterra, la salida de un bergantín es un hecho de poca importancia. ¿Quién va a hacerle caso en medio del intenso movimiento de buques de todas dimensiones y nacionalidades?

Sin embargo, el 6 de abril, desde que empezó a amanecer, un gentío llenaba los muelles de New Princes. La numerosa cofradía de los marinos de la ciudad parecía que se hallaba allí en pleno.

Los trabajadores de los muelles de los alrededores habían abandonado sus faenas; los negociantes, sus escritorios, y los mercaderes sus almacenes. No pasaba un momento sin que los omnibuses multicolores que transitaban detrás de la dársena llevaran un nuevo cargamento de curiosos. La ciudad entera quería ver zarpar al Forward.

Este era un bergantín de ciento setenta toneladas, con hélice y una máquina de vapor de ciento veinte caballos de fuerza. Si no ofrecía nada extraordinario a los ojos de los profanos, los marinos veían en él ciertas particularidades que no podía dejar de pasar desapercibidas para hombres de oficio.

Así es que a bordo del Nautilus, anclado a no gran distancia, un grupo de marineros hacía conjeturas sobre el destino del Forward.

Uno de ellos decía:

¿Desde cuándo los buques de vapor van aparejados con tanto velamen?


Información texto

Protegido por copyright
136 págs. / 3 horas, 58 minutos / 235 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Náufrago del Cynthia

Julio Verne


Novela


1. El amigo del señor Malarius

Ni en Europa, ni en ninguna otra parte existe, probablemente, un sabio cuya fisonomía sea tan universalmente conocida como la del doctor Schwaryencrona, de Estocolmo. Su retrato, reproducido por los comerciantes al pie de la marca de fábrica en millones de botellas selladas con lacre verde, circula con éstas hasta en los últimos confines del globo.

En honor a la verdad, es preciso aclarar que estas botellas no contienen más que aceite de hígado de bacalao, medicamento apreciable y hasta benéfico, que para los habitantes de Noruega representa todos los años, en buenas coronas, totales de siete a ocho cifras.

En otro tiempo, los pescadores monopolizaban este comercio; pero en la actualidad son más científicos los procedimientos de extracción, y el príncipe de esta industria especial es, precisamente, el célebre doctor Schwaryencrona.

Puede afirmarse que no hay ninguna persona que no haya fijado la atención en el retrato, que con su barba en punta, su nariz corva, sus antiparras y su bonete de nutria constituye un tipo especial. El grabado no será tal vez de los más finos, pero la semejanza es notable; y en prueba de ello, he aquí lo que sucedió un día en la escuela primaria de Noruega, en la costa occidental de Noruega, a Pocas leguas de Bergen.

Acababan de dar las dos de la tarde; los escolares se hallaban en clase en la gran sala enarenada; las niñas a la izquierda, los muchachos a la derecha; y seguían en la pizarra la demostración de una teoría que les enseñaba su profesor, el señor Malarius, cuando de pronto abrióse la puerta y apareció un hombre cuyo traje compuesto de pelliza, grandes botas, gruesos guantes y bonete de nutria, todo guarnecido de pieles, llamó la atención general.


Información texto

Protegido por copyright
223 págs. / 6 horas, 31 minutos / 218 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Pueblo Aéreo

Julio Verne


Novela


1. UN VIAJE PELIGROSO.

—¿Y el Congo americano? —inquirió Max Huber—. ¿Acaso no falta agregar un Congo americano?

—¿Para qué, mi querido Max?— le contestó John Cort—. ¿Acaso nos faltan grandes extensiones en los Estados Unidos? ¿Qué necesidad hay de colonizar tierras en otros continentes cuando aún tenemos centenares de miles de kilómetros cuadrados de territorio virgen entre Alaska y Texas?

—¡Pero si las cosas continúan así, las naciones europeas terminarán por repartirse África y nada quedará para tus compatriotas!

—Ni los norteamericanos ni los rusos tienen nada que hacer en el Continente Negro —repuso John Cort con acento terminante.

—¿Pero por qué?

—Porque es inútil fatigarse caminando en busca de lo que se tiene al alcance de la mano…

—¡Bah! Ya verás, querido amigo. El Gobierno Federal de los Estados Unidos reclamará uno de estos días su parte en el postre africano.

Si hay un Congo francés, otro belga, y otro alemán, hay un Congo independiente que sólo espera la oportunidad de dejar de serlo. Y a esto cabe agregar la enorme extensión sin explorar que llevamos ya tres meses recorriendo…

—Explorando como curiosos y no como conquistadores, Max.

—La diferencia no es considerable, digno ciudadano de los Estados Unidos —aclaró Max Huber—. Te repito que esta parte de África podría convertirse en una magnífica colonia de la Unión… tiene territorios extraordinariamente fértiles, que esperan tan sólo que se los utilice, bajo la influencia de una irrigación natural de gran generosidad…

—Y un calor igualmente generoso —lo interrumpió John, secándose la transpiración que le bañaba la frente.

—¡Bah! No hagas caso —replicó Max —. Todo es cuestión de aclimatarse. Recién estamos en primavera. Espera que llegue el verano y me dirás.


Información texto

Protegido por copyright
109 págs. / 3 horas, 11 minutos / 214 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Aventuras de Tres Rusos y Tres Ingleses

Julio Verne


Novela


Capítulo I

Dos hombres observaban con suma atención las aguas del río Orange. Tendidos a la sombra de un sauce llorón, conversaban animadamente. Era el 27 de enero de 1854.

En el lugar donde se encontraban nuestros hombres, el Orange se acercaba a las montañas del Duque de York, ofreciendo un espectáculo sublime que quedaba encuadrado en el horizonte por los montes Gariepinos.

Famoso por la transparencia de sus aguas y la belleza de sus orillas, el Orange puede rivalizar con las tres grandes arterias africanas: el Nilo, el Níger y el Zambeze, y se caracteriza por sus crecidas, rápidos y cataratas. Allí mismo, en la zona descrita, las aguas del río se precipitaban desde una altura de ciento veinte metros, formando una cortina de hilos de líquido que desembocaban en un torbellino de aguas tumultuosas, coronadas por una espesa nube de húmedos vapores. De aquel abismo se elevaba un estruendo que aturdía, agudizado por los ecos de la llanura en calma.

Estas bellezas naturales atraían la atención de uno de nuestros hombres, mientras que el otro viajero permanecía indiferente a los fenómenos que se ofrecían a su vista.

El viajero indiferente era un cazador bushman, excelente representante de una raza valiente que vive en los bosques entregada al nomadismo. De ahí su nombre, bushman, que significa «hombre de los matorrales».

El bushman pasa la vida errando en la región comprendida entre el río Orange y las montañas del Este, saqueando los campos de cultivo y destruyendo las cosechas de los colonos, en venganza por haberle arrojado hacia las áridas comarcas del interior.

Nuestro bushman tenía alrededor de cuarenta años y era de elevada estatura y fuerte musculatura. Que se trataba de un individuo enérgico quedaba demostrado por la soltura y libertad de movimientos de su ágil y esbelto cuerpo.


Información texto

Protegido por copyright
124 págs. / 3 horas, 38 minutos / 212 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Soberbio Orinoco

Julio Verne


Novela


Volumen I

I. Miguel y sus dos colegas

—Verdaderamente, no hay motivo para que esta discusión no termine —dijo Miguel, que procuraba interponerse entre los dos ardientes contrarios.

—Pues bien, no acabará —respondió Felipe—, al menos por el sacrificio de mi opinión a la de Varinas.

—Ni por el abandono de mis ideas en provecho de Felipe —replicó Varinas.

Desde hacía tres horas, los dos testarudos sabios disputaban, sin ceder un ápice, sobre la cuestión del Orinoco. Este célebre río del Sur de América, principal arteria de Venezuela, ¿se dirigía en su curso superior de Este a Oeste, como los mapas más recientes indicaban, o venía del Suroeste, y en este caso, el Guaviare o el Atabapo no debían ser considerados como afluentes?

—Es el Atabapo el que es el Orinoco —afirmaba enérgicamente Felipe.

—Es el Atabapo —afirmaba enérgicamente Felipe.

—Es el Guaviare —afirmaba con no menos energía Varinas.

La opinión de Miguel era la que han adoptado los modernos geógrafos. Según éstos, los manantiales del Orinoco están situados en la parte de Venezuela que confina con el Brasil y con la Guayana inglesa, de forma que este río es venezolano en todo su recorrido.

Pero en vano Miguel procuraba convencer a sus dos amigos, que además no estaban conformes en otro punto no menos importante.

—No —repetía el uno—. El Orinoco nace en los Andes colombianos, y el Guaviare, que pretende usted que es un afluente, es todo el Orinoco: colombiano en su curso superior, venezolano en su curso inferior.

—¡Error! —aseguraba el otro—. El Atabapo es el Orinoco y no el Guaviare.

—¡Eh, amigos míos! —respondió Miguel—. Prefiero creer que tal río, uno de los más hermosos de América, no riega más país que el nuestro.


Información texto

Protegido por copyright
329 págs. / 9 horas, 37 minutos / 210 visitas.

Publicado el 14 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Segunda Patria

Julio Verne


Novela


PREFACIO

Por qué he escrito Segunda Patria…

Los Robinsones han sido los libros de mi infancia, y han dejado en mí recuerdo imperecedero, afirmado en mi alma por las repetidas lecturas que de ellos he hecho. Y hasta puedo asegurar que otros libros modernos no han producido en mí la impresión que los de mi primera edad. No es extraño que mi gusto por este género de aventuras me haya llevado, instintivamente, al camino que más tarde debía seguir. Por esta razón he escrito Escuela de Robinsones, La isla misteriosa y Dos años de vacaciones, cuyos héroes son próximos parientes de los de De Foe y Wyss. Tampoco extrañará a nadie que yo me haya entregado por completo a la obra de los Viajes extraordinarios.

Los títulos de las obras que con tanta avidez leía acuden a mi memoria: el Robinsón de doce años, de madame Mollar de Beaulieu, el Robinsón de las arenas del desierto, de madame de Mirval. Y, semejantes a éstos, las Aventuras de Robert, de Louis Desnoyers, que publicaba el Diario de los niños, con otros muchos libros que jamás olvidaré.

Vino después el Robinsón Crusoe, esa obra maestra, a pesar de no ser más que un episodio en la larga y fastidiosa narración de De Foe. Y, en fin, El cráter de Fenimore Cooper aumentó mi pasión por los héroes de las islas desconocidas del Atlántico o del Pacífico.


Información texto

Protegido por copyright
383 págs. / 11 horas, 10 minutos / 187 visitas.

Publicado el 16 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Testamento de un Excéntrico

Julio Verne


Novela


Volumen I

I. Una ciudad en plena alegría

Un extranjero llegado a la ciudad más importante de Illinois en la mañana del día 3 de abril de 1897 hubiera podido, con perfecta razón, considerarse como un favorito del dios de los viajeros. Su agenda se hubiera enriquecido dicho día con notas curiosas, propias para hilvanar artículos sensacionales. Y, de haber prolongado su estancia en Chicago durante algunos meses, hubiera tomado parte en las emociones, la agitación, las alternativas de esperanza y desfallecimiento, la fiebre, en suma, de aquella gran ciudad, que parecía haber perdido el juicio.

Desde las ocho de la mañana, una enorme multitud, siempre en aumento, se dirigía hacia el Barrio Veintidós. Es éste uno de los más ricos, y está situado entre la Avenida Norte y la División Street, siguiendo la dirección de los paralelos, y, siguiendo la dirección de los meridianos, entre North Halstedt y Lake Shore Drive, que bañan las aguas del Michigan. Es sabido que las ciudades modernas de los Estados Unidos orientan sus calles en relación con las longitudes y latitudes, dándoles la regularidad de líneas de un tablero de damas.

Un agente de la policía municipal, que se hallaba de guardia en la esquina de Beethoven Street y North Wells Street, murmuraba:

—¿Es que toda la ciudad va a invadir este barrio? Era este agente un individuo de alta estatura, de origen irlandés, como la mayor parte de sus compañeros, valerosos guardias que gastan la casi totalidad de un sueldo de mil dólares en combatir la inextinguible sed, tan natural a los nacidos en la verde Erín.

—¡Hoy será día de provecho para los rateros! —respondió uno de sus compañeros, no menos robusto que el primero, ni menos sediento e irlandés.


Información texto

Protegido por copyright
380 págs. / 11 horas, 5 minutos / 178 visitas.

Publicado el 14 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Claudio Bombarnac

Julio Verne


Novela


I

Claudio Bombarnac, reportero del Siglo XX Tiflis, Transcaucasia.

Tal es la dirección del despacho que encontré el 13 de mayo al llegar a Tiflis.

He aquí el contenido del telegrama:

«En desocupándose para la fecha del 5 del corriente, Claudio Bombarnac se encontrará en el puerto de Ouzoun-Ada, litoral este del Caspio; allí tomará tren directo Gran Transasiático entre frontera Europa y capital Celeste Imperio. Deberá transmitir impresiones, forma crónicas, celebrar interviews personajes distinguidos en su camino y señalar los menores incidentes por cartas o telegramas, según necesidades de un buen periodismo. Siglo XX cuenta con el celo e inteligente actividad de su corresponsal, a quien abre crédito ilimitado».

Era la misma mañana en que yo acababa de llegar a Tiflis, teniendo la intención de pasar en ella tres semanas, después de visitar las provincias de Georgia, para provecho de mi periódico y de sus lectores, según esperaba.

He aquí las sorpresas, las precipitaciones de la vida de un corresponsal de prensa.

En esta época, los ferrocarriles rusos estaban unidos a la línea georgiana de Poti-Tiflis-Bakú. Después de un largo e interesante trayecto por las provincias de la Rusia meridional, había franqueado el Cáucaso, y contaba con descansar en la capital de Transcaucasia. Y he aquí que la imperiosa dirección de El Siglo XX no me concedía más que medio día de descanso en esta ciudad. Apenas desembarcado, me veía obligado a partir de nuevo, sin haber tenido tiempo de deshacer mi maleta… ¡Qué queréis! Preciso es satisfacer las exigencias del periodismo y las modernas necesidades de la interview.


Información texto

Protegido por copyright
221 págs. / 6 horas, 28 minutos / 176 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Mistress Branican

Julio Verne


Novela


PRIMERA PARTE

I. El «Franklin»

Cuando emprendemos un largo viaje, se corren dos eventualidades de no ver más a nuestros amigos. Los que se quedan pueden no estar allí a la vuelta; los que parten pueden no volver. Pero apenas se preocupaban de estas eventualidades los marineros que hacían los preparativos para darse a la vela, a bordo del Franklin, en la mañana del 15 de marzo de 1875.

Aquel día, el Franklin, al mando de John Branican, iba a zarpar del puerto de San Diego (California) para emprender una navegación a través de los mares septentrionales del océano Pacífico.

Era el Franklin un lindo buque de novecientas toneladas, que se asemejaba en su aspecto a una goleta de tres mástiles, ampliamente aparejado con velas cangrejas, foques y galopes, gavia y juanete en su trinquete. Muy levantado en la obra muerta, ligeramente hendido en la obra viva, con la proa dispuesta para cortar el agua en ángulo agudo, su arboladura un poco inclinada hacia atrás, y de un paralelismo riguroso, su aparejo de hilos galvanizados, tan recios que parecían barras metálicas, ofrecía el último modelo de los elegantes clípers, de los que América del Norte se sirve tan ventajosamente para su gran comercio, y que compiten en velocidad con los mejores steamers de su marina mercante.

El Franklin estaba a la vez tan perfectamente construido y tan intrépidamente mandado, que, ni aun con la seguridad de obtener mayor soldada, ninguno de sus tripulantes hubiera aceptado enganche en otro buque. Todos iban a partir con la doble confianza que prestan un buen barco y un inteligente capitán.


Información texto

Protegido por copyright
363 págs. / 10 horas, 36 minutos / 172 visitas.

Publicado el 14 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Clovis Dardentor

Julio Verne


Novela


I. En el que el principal personaje de esta obra no es presentado al lector

Cuando los dos se apearon en la estación de Cette, del tren de París al Mediterráneo, Marcel Lornans, dirigiéndose a Juan Taconnat, le dijo:

—¿Qué vamos a hacer mientras esperamos la partida del paquebote?

—Nada —respondió Juan Taconnat.

—Sin embargo, según la Guía del viajero, Cette, aunque no antigua, es una ciudad curiosa. Es posterior a la creación de su puerto, el término del canal Languedoc, debido a Luis XIV.

—¡Y tal vez lo más útil que Luis XIV ha hecho durante su reinado! —respondió Juan Taconnat—. Sin duda el Gran Rey preveía que acudiríamos a embarcarnos aquí hoy 27 de Abril de 1895.

—Ten formalidad, y no olvides que el Mediodía puede oírnos. Me parece lo más sabio que visitemos a Cette, puesto que en Cette estamos, sus canales, su estación marítima, sus doce kilómetros de muelles, su paseo regado por las límpidas aguas de un acueducto…

—¿Has concluido?…

—Una ciudad —continuó Marcel Lornans— que hubiera podido ser otra Venecia.

—¡Y que se ha contentado con ser una Marsella en pequeño! —respondió Juan Taconnat.

—Como tú dices, mi querido Juan, la rival de la soberbia ciudad provenzal; después de ella, el primer puerto franco del Mediterráneo que exporta vinos, sal, aguardientes, aceites, productos químicos…

—Y que importa pesados como tú —respondió Juan Taconnat volviendo la cabeza.

—Y también pieles, lanas de la Plata, harinas, frutas, bacalao, maderas, metales…

—¡Basta! ¡Basta! —exclamó el joven, deseoso de escapar a aquella catarata de detalles que caía de los labios de su amigo.


Información texto

Protegido por copyright
192 págs. / 5 horas, 36 minutos / 172 visitas.

Publicado el 15 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

12345