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autor: Julio Verne textos no disponibles


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La Jangada: 800 leguas por el Amazonas

Julio Verne


Novela


Primera parte

Capítulo I. Un capitán de los bosques

Ch n y i s g e g g p d z x q x e h ñ u q g p g c h n q y e l e o c r u h x b f i d x h u m ñ d y r f i ll r x v q o e d h r u y v h c h v e t ll x e e c r f n g r o b p b g r ñ i u l h r g r ll d q r j i e h ñ z g m ñ x c h b f t t g c h h o i s r h h ñ m ll r l r e m f p y r u b f l q x g d t h ll v o t f v m y c r e d g r u z b l q ll x y u d p h o z f f s p f i ñ d h r c q v h v x g d p v s b g o n l x h t fe n c h h ñ u ll h e g p c h t n e d f q j p ll v v x b f l l r o c h f n h l u z s l y r f m b o e p v m ñ r c r u t ll r u y g o p c h ll u ñ t d r q o k o f u n d f i s r q r ñ g s h s u v i h d

El documento en el que aparecía escrito el extravagante conjunto de letras que acabamos de copiar, estaba en manos de un hombre que, tras leerlo por segunda vez con mucha atención, permaneció algunos instantes pensativo.

Unas cien líneas de letras sin división de palabras, figuraban escritas en el documento que, al parecer, debía haber sido hecho bastantes años atrás ya que sobre la hoja de papel grueso que cubrían aquellos jeroglíficos, el tiempo había impreso su tinte amarillento.

Pero ¿bajo qué clave se habían escrito aquellas letras? Sólo aquel hombre podía decirlo. En efecto, los escritos cifrados vienen a ser como las cerraduras de las grandes cajas modernas y se defienden de la misma manera. Las combinaciones que pueden formarse son incontables y la vida de un calculista no bastaría para enumerarlas todas. Es precisa la clave para abrir la caja de seguridad, como es necesario saber la cifra para leer un criptograma de aquel género. Más adelante veremos cómo resiste a las más ingeniosas tentativas y esto en momentos de la mayor gravedad.


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299 págs. / 8 horas, 43 minutos / 452 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Las Aventuras del Capitán Hatteras

Julio Verne


Novela


El Bergantín

Mañana, el bergantín Forward, al mando del capitán K.Z., saldrá de New Princes Docks con destino desconocido. Esta noticia apareció en el Liverpool Herald del 5 de abril de 1860.

Para el puerto más activo de Inglaterra, la salida de un bergantín es un hecho de poca importancia. ¿Quién va a hacerle caso en medio del intenso movimiento de buques de todas dimensiones y nacionalidades?

Sin embargo, el 6 de abril, desde que empezó a amanecer, un gentío llenaba los muelles de New Princes. La numerosa cofradía de los marinos de la ciudad parecía que se hallaba allí en pleno.

Los trabajadores de los muelles de los alrededores habían abandonado sus faenas; los negociantes, sus escritorios, y los mercaderes sus almacenes. No pasaba un momento sin que los omnibuses multicolores que transitaban detrás de la dársena llevaran un nuevo cargamento de curiosos. La ciudad entera quería ver zarpar al Forward.

Este era un bergantín de ciento setenta toneladas, con hélice y una máquina de vapor de ciento veinte caballos de fuerza. Si no ofrecía nada extraordinario a los ojos de los profanos, los marinos veían en él ciertas particularidades que no podía dejar de pasar desapercibidas para hombres de oficio.

Así es que a bordo del Nautilus, anclado a no gran distancia, un grupo de marineros hacía conjeturas sobre el destino del Forward.

Uno de ellos decía:

¿Desde cuándo los buques de vapor van aparejados con tanto velamen?


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136 págs. / 3 horas, 58 minutos / 235 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Miguel Strogoff

Julio Verne


Novela


PRIMERA PARTE

1. UNA FIESTA EN EL PALACIO NUEVO

—Señor, un nuevo mensaje.

—¿De dónde viene?

—De Tomsk.

—¿Está cortada la comunicación más allá de esta ciudad?

—Sí, señor; desde ayer.

—General, envíe un mensaje cada hora a Tomsk para que me tengan al corriente de cuanto ocurra.

—A sus órdenes, señor —respondió el general Kissoff.

Este diálogo tenía lugar a las dos de la madrugada, cuando la fiesta que se celebraba en el Palacio Nuevo estaba en todo su esplendor.

Durante aquella velada, las bandas de los regimientos de Preobrajensky y de Paulowsky no habían cesado de interpretar sus polcas, mazurcas, chotis y valses escogidos entre lo mejor de sus repertorios.

Las parejas de bailadores se multiplicaban hasta el infinito a través de los espléndidos salones de Palacio, construido a poca distancia de la «Vieja casa de Piedra», donde tantos dramas terribles se habían desarrollado en otros tiempos y cuyos ecos parecían haber despertado aquella noche para servir de tema a los corrillos.


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336 págs. / 9 horas, 48 minutos / 284 visitas.

Publicado el 24 de mayo de 2016 por Edu Robsy.

Ayer y Mañana

Julio Verne


Cuento


AVENTURAS DE LA FAMILIA RATÓN

Cuento de hadas

I

Había una vez una familia de ratas, compuesta por el padre Ratón, la madre Ratona, su hija Ratina, y su primo Raté; sus criados eran el cocinero Rata y su buena mujer Ratana. Ahora bien, niños míos queridos, acaeciéndoles tan extraordinarias aventuras a estos estimables roedores, que no puedo resistir el deseo de contároslas.

Pasaba esto en el tiempo de las hadas y de los encantadores, en el tiempo asimismo en que las bestias hablaban; de esa época es, sin duda, de la que data la frase «decir bestialidades». Y, sin embargo, esas bestias no han dicho ni dicen más bestialidades que las que dicen y han dicho los hombres de hoy y los hombres de antaño.

Escuchad, pues, mis queridos niños; voy a dar principio.

II

En una de las más hermosas ciudades de aquel tiempo y en la más hermosa casa de la ciudad residía una buena hada que se llamaba Firmenta; hacía todo el bien que un hada puede hacer, y era muy amada.

Según parece, en aquella época todos los seres vivos estaban sometidos a las leyes de la metempsicosis; no os asustéis de esta palabreja, que no significa otra cosa sino que había una escala en la creación cuyos escalones debía franquear cada uno de los seres para poder llegar hasta el último, y tomar puesto en las filas de la humanidad; así que de esta suerte se nacía molusco, se convertía uno en pez, en pájaro luego, en cuadrúpedo después y, por fin, en hombre o mujer.

Como veis, era preciso ascender del estado más rudimentario al estado más perfecto; podía, con todo, suceder que se volviese a bajar la escala merced a la maligna influencia de algún encantador; y en tal caso, ¡qué triste existencia! ¡Figuraos: haber sido hombre y convertirse luego en ostra! Por fortuna, esto no se ve ya en nuestros días, físicamente al menos.


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196 págs. / 5 horas, 43 minutos / 360 visitas.

Publicado el 16 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Dos Años de Vacaciones

Julio Verne


Novela


PRÓLOGO

Muchos Robinsones han despertado ya la curiosidad de nuestros jóvenes lectores. Daniel de Foe, en su inmortal Robinsón Crusoé, ha puesto en escena al hombre solo; Wyss, en su Robinsón Suizo, a la familia; Cooper, en El Cráter, a una sociedad con sus múltiples elementos, y yo en La Isla Misteriosa he presentado a algunos sabios luchando con las necesidades de su penosísima situación.

Se ha escrito también El Robinsón de doce años, El Robinsón de los hielos, El Robinsón de las niñas, y otros; pero con ser tan grande el número de novelas que componen la serie de los Robinsones, no la considero completa, y he creído que para ello sería conveniente publicar un libro cuyos protagonistas fueran algunos jovencitos de ocho a trece años, abandonados en una isla, luchando por la vida en medio de las contrariedades ocasionadas por la diferencia de nacionalidad; en una palabra, un colegio de Robinsones.

Verdad es que en Un capitán de quince años procuró demostrar lo que pueden el valor y la inteligencia de un niño enfrente de los peligros y de las dificultades de una responsabilidad muy grande para su edad; pero se me ha ocurrido después que si la enseñanza contenida en dicho libro ha de ser para muchos provechosa, se hacía necesario completarla.

He aquí los dos motivos que me han impulsado a escribir esta nueva obra, que me permito ofrecer al público bajo el título de: Dos años de vacaciones.

JULIO VERNE.

I

—La tempestad. —Un «schooner» desamparado. —Cuatro muchachos en el puente del «Sloughi». —La mesana hecha pedazos. —Visita en el interior del yate. —El grumete medio ahogado. —Una ola por la popa. —La tierra a través de las nieblas de la madrugada. —El banco de arrecifes.


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341 págs. / 9 horas, 57 minutos / 754 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Faro del Fin del Mundo

Julio Verne


Novela


PRIMERA PARTE

I. Inauguración

El sol iba a desaparecer detrás de las colinas que limitaban el horizonte hacia el oeste. El tiempo era hermoso. Por el lado opuesto, algunas nubecillas reflejaban los últimos rayos, que no tardarían en extinguirse en las sombras del crepúsculo, de bastante duración en el grado 55 del hemisferio austral.

En el momento que el disco solar mostraba solamente su parte superior, un cañonazo resonó a bordo del «aviso» Santa Fe, y el pabellón de la República Argentina flameó.

En el mismo instante resplandecía una vivísima luz en la cúspide del faro construido a un tiro de fusil de la bahía de Elgor, en la que el Santa Fe había fondeado.

Dos de los torreros del faro, los obreros agrupados en la playa, la tripulación reunida en la proa del barco, saludaron con grandes aclamaciones la primera luz encendida en aquella costa lejana.

Otros dos cañonazos siguieron al primero, repercutidos por los ruidosos ecos de los alrededores. La bandera fue luego arriada, según el reglamento de los barcos de guerra, y el silencio se hizo en aquella Isla de los Estados, situada en el punto de concurrencia del Atlántico con el Pacifico.

Los obreros embarcaron a bordo del Santa Fe, y no quedaron en tierra más que los tres torreros, uno de ellos de servicio en la cámara de cuarto.

Los otros dos paseaban, charlando, a la orilla del mar.

—Y bien, Vázquez —dijo el más Joven de los dos— ¿Es mañana cuando zarpa el «aviso»?

—Si, Felipe, mañana mismo, y espero que no tendrá mala travesía para llegar al puerto, a menos que no cambie el viento. Después de todo, quinientas millas no es ninguna cosa extraordinaria, cuando el barco tiene buena máquina y sabe llevar la lona.

—Y, además, que el comandante Lafayate conoce bien la ruta.


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129 págs. / 3 horas, 47 minutos / 532 visitas.

Publicado el 16 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Náufrago del Cynthia

Julio Verne


Novela


1. El amigo del señor Malarius

Ni en Europa, ni en ninguna otra parte existe, probablemente, un sabio cuya fisonomía sea tan universalmente conocida como la del doctor Schwaryencrona, de Estocolmo. Su retrato, reproducido por los comerciantes al pie de la marca de fábrica en millones de botellas selladas con lacre verde, circula con éstas hasta en los últimos confines del globo.

En honor a la verdad, es preciso aclarar que estas botellas no contienen más que aceite de hígado de bacalao, medicamento apreciable y hasta benéfico, que para los habitantes de Noruega representa todos los años, en buenas coronas, totales de siete a ocho cifras.

En otro tiempo, los pescadores monopolizaban este comercio; pero en la actualidad son más científicos los procedimientos de extracción, y el príncipe de esta industria especial es, precisamente, el célebre doctor Schwaryencrona.

Puede afirmarse que no hay ninguna persona que no haya fijado la atención en el retrato, que con su barba en punta, su nariz corva, sus antiparras y su bonete de nutria constituye un tipo especial. El grabado no será tal vez de los más finos, pero la semejanza es notable; y en prueba de ello, he aquí lo que sucedió un día en la escuela primaria de Noruega, en la costa occidental de Noruega, a Pocas leguas de Bergen.

Acababan de dar las dos de la tarde; los escolares se hallaban en clase en la gran sala enarenada; las niñas a la izquierda, los muchachos a la derecha; y seguían en la pizarra la demostración de una teoría que les enseñaba su profesor, el señor Malarius, cuando de pronto abrióse la puerta y apareció un hombre cuyo traje compuesto de pelliza, grandes botas, gruesos guantes y bonete de nutria, todo guarnecido de pieles, llamó la atención general.


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223 págs. / 6 horas, 31 minutos / 218 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Piloto del Danubio

Julio Verne


Novela


I. AL CONCURSO DE SIGMARINGEN

El sábado 5 de agosto de 1 876, una muchedumbre inmensa y animada llenaba la taberna La Cita de los Pescadores. Había en su interior un barullo ensordecedor de canciones, gritos, chocar de vasos, aplausos y juramentos, que a intervalos eran dominados por esos boch! con los que acostumbra a expresarse la alegría alemana cuando llega a su punto culminante.

Las ventanas de la taberna daban directamente sobre el Danubio, en el extremo de la encantadora ciudad de Sigmaringen, capital de la jurisdicción prusiana de Elohen/ollern, situada en los orígenes de ese gran río de la Europa central.

Obedientes a la invitación de la muestra pintada en hermosas letras sobre la puerta, habíanse reunido en esa taberna los miembros de la Liga Danubiana, sociedad internacional de pescadores, pertenecientes a las diversas nacionalidades ribereñas.

No existe alegría en la reunión donde no se haga consumo de cerveza. En consecuencia, bebíase allí en grandes cantidades la buena cerveza de Munich y el excelente vino de Hungría. El humear de los cigarros y pipas también estaba a la orden del día y la gran sala estaba casi oscurecida por completo por el humo producido por los fumadores. Pero si a causa de esto los socios allí reunidos no podían verse, al menos se oían, siempre, claro está, que no hubiera algún sordo entre ellos.

Tranquilos y silenciosos en el desempeño de su trabajo, los pescadores de cana son, en efecto, la gente más bulliciosa del inundo, tan pronto han dejado sus útiles de labor. Para contar sus hazañas son casi tan fértiles de imaginación como los cazadores, lo cual no es poco decir.


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194 págs. / 5 horas, 40 minutos / 261 visitas.

Publicado el 16 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Pueblo Aéreo

Julio Verne


Novela


1. UN VIAJE PELIGROSO.

—¿Y el Congo americano? —inquirió Max Huber—. ¿Acaso no falta agregar un Congo americano?

—¿Para qué, mi querido Max?— le contestó John Cort—. ¿Acaso nos faltan grandes extensiones en los Estados Unidos? ¿Qué necesidad hay de colonizar tierras en otros continentes cuando aún tenemos centenares de miles de kilómetros cuadrados de territorio virgen entre Alaska y Texas?

—¡Pero si las cosas continúan así, las naciones europeas terminarán por repartirse África y nada quedará para tus compatriotas!

—Ni los norteamericanos ni los rusos tienen nada que hacer en el Continente Negro —repuso John Cort con acento terminante.

—¿Pero por qué?

—Porque es inútil fatigarse caminando en busca de lo que se tiene al alcance de la mano…

—¡Bah! Ya verás, querido amigo. El Gobierno Federal de los Estados Unidos reclamará uno de estos días su parte en el postre africano.

Si hay un Congo francés, otro belga, y otro alemán, hay un Congo independiente que sólo espera la oportunidad de dejar de serlo. Y a esto cabe agregar la enorme extensión sin explorar que llevamos ya tres meses recorriendo…

—Explorando como curiosos y no como conquistadores, Max.

—La diferencia no es considerable, digno ciudadano de los Estados Unidos —aclaró Max Huber—. Te repito que esta parte de África podría convertirse en una magnífica colonia de la Unión… tiene territorios extraordinariamente fértiles, que esperan tan sólo que se los utilice, bajo la influencia de una irrigación natural de gran generosidad…

—Y un calor igualmente generoso —lo interrumpió John, secándose la transpiración que le bañaba la frente.

—¡Bah! No hagas caso —replicó Max —. Todo es cuestión de aclimatarse. Recién estamos en primavera. Espera que llegue el verano y me dirás.


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109 págs. / 3 horas, 11 minutos / 214 visitas.

Publicado el 19 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Escuela de Robinsones

Julio Verne


Novela


1

En que el lector hallara, si lo desea, ocasión de comprar una isla en el Océano Pacífico

«¡Se vende isla al contado, sin gastos, al último y mejor postor!», repetía una y otra vez, sin tomar aliento, Dean Felporg, comisario tasador de la subasta en que se debatían las condiciones de esta venta singular.

«¡Isla en venta, isla en venta!», repetía con voz más y más sonora el pregonero Gingrass, que iba y venía por entre una multitud en verdad excitadísima.

Multitud, efectivamente, que se apretaba en la vasta sala del hotel de ventas del número 10 de la calle Sacramento. Allí había no sólo cierto número de americanos de los estados de California, Oregon y Utah, sino también algunos de esos franceses que forman una buena sexta parte de la población, mejicanos envueltos en su sarape, chinos con sus túnicas de largas mangas, zapatos en punta y gorro cónico, canacos de Oceanía e incluso pies-negros, vientres abultados, o cabezas-planas procedentes de las riberas del río Trinidad.

Nos apresuramos a decir que la escena tenía lugar en la capital del estado californiano, en San Francisco, pero no en la época en que la explotación de nuevos placeres atraía a los buscadores de oro de ambos mundos, de 1849 a 1852. San Francisco ya no era lo que había sido al principio, un caravasar, un desembarcadero, una posada en que se detenían por una noche los atareados que se apresuraban hacia los terrenos auríferos de la vertiente occidental de la Sierra Nevada. ¡No!


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183 págs. / 5 horas, 21 minutos / 142 visitas.

Publicado el 14 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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