Una Aventura Verídica
Katherine Mansfield
Cuento
«Ante la ávida mirada del viajero, la pequeña ciudad se extiende como un tapiz de tonos marchitos surcado por los hilos de plata de los canales y animado por las notas del carillón del Gran Campanario. En Brujas la vida se ha detenido hace tiempo y sólo ensueños fantásticos alientan sobre sus torres y portaladas medievales, que nos encantan la vista, inspiran el alma y colman la mente con la majestuosa belleza de lo contemplativo.»
Leí este párrafo de la guía mientras esperaba a Madame en el salón del hotel. Aquello resultaba extremadamente confortador y sentí que mi corazón, cohibido bajo las grises envolturas de mil y una ciudades, despertaba exultante.
Me pregunté si tendría ropa suficiente para quedarme cuando menos un mes. «Soñar durante todo el día —pensaba—. Tomar una barca y dejarla ir flotando de aquí para allá por los canales o amarrarla a un verde arbusto de los que crecen en matorral por las orillas, contemplar absorta las fachadas de las mansiones medievales, y luego, al toque de oración, hallarse tendida sobre el crecido césped de la pradera de Béguinage mirando los altos olmos cuyo follaje tocado por el oro crepuscular temblará en el aire azul. De la diminuta capilla llegarían los ecos de rezos monjiles y una quedaría saturada de poesía para todo el invierno.»
Me remontaba majestuosamente en las flamantes alas de mi fantasía, cuando Madame entró a decirme que no disponía de habitación para mí. Ni una cama ni un solo rincón estaban libres. Se mostró muy amable, y parecía encontrar en aquello algún secreto motivo de regocijo, pues me miraba como si esperase que fuera yo a echarme a reír de contento.
—Mañana —dijo— creo que habrá. Espero que se vaya del once un joven que se ha sentido indispuesto repentinamente. Ahora está en la farmacia. ¿Quiere tomarse la molestia de ver su habitación?
Protegido por copyright
7 págs. / 13 minutos / 37 visitas.
Publicado el 9 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.