Cómo Secuestraron a Pearl Button
Katherine Mansfield
Cuento
Pearl Button se estaba meciendo subida en la puertecilla que había ante la casa de cuartitos chiquitos como cajones. Era poco después del mediodía y hacía sol. Unos vientecillos revoltosos, que jugaban al escondite, aupaban el delantal a Pearl, queriendo taparle la boca con los volantes, y alzaban el polvo de la calle por encima de la casa de cuartitos chiquitos como cajones. Y al mirar aquella nube de polvo, se acordó de su mamá cuando iba a sazonar el pescado y se le caía la tapa del bote de la mostaza. Se mecía sólita en el portillo cantando una cancioncilla, cuando pasaron por la calle dos mujeres gordas. Una vestida de rojo y la otra de verde y amarillo. Ambas llevaban pañuelos color rosa en la cabeza y en el brazo sendos canastos de helechos. No tenían zapatos ni medias, y, como estaban tan gruesas, caminaban muy despacito, riéndose y charlando. Al verlas, Pearl dejó de mecerse y las mujeres también se detuvieron a mirarla y hablaron entre sí, agitando los brazos y palmoteando. Lo que a Pearl le hizo reír.
Entonces las dos mujeres se acercaron hasta el mismo seto, junto a la puertecilla, lanzando miradas temerosas hacia la casa de cuartitos chiquitos como cajones.
—Hola, pequeña —dijo una.
—Hola —respondió Pearl.
—¿Estás sólita?
Y ella dijo que sí con la cabeza.
—¿Dónde está tu mamá?
—En la cocina-planchando-porque-es-maar-tes.
Las dos mujeres se rieron y ella rió también.
—Hum —les dijo—, me parece que no tenéis muy limpios los dientes. Reíros otra vez.
Y las dos mujeres morenas de nuevo rieron y otra vez se pusieron a hablar entre ellas con palabras muy raras y muy raros movimientos de brazos.
—¿Cómo te llamas? —le preguntaron.
—Pearl Button.
—¿Quieres venir con nosotras, Pearl Button? Tenemos cosas muy bonitas que enseñarte —le dijo en voz baja una de las mujeres.
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Publicado el 9 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.