Después del Baile
León Tolstói
Cuento
—Usted sostiene que un hombre no puede comprender por sí mismo lo que está bien y lo que está mal, que todo es resultado del ambiente y que éste absorbe al ser humano. Yo creo, en cambio, que todo depende de las circunstancias. Me refiero a mí mismo.
Así habló el respetable Iván Vasilevich, después de una conversación en que habíamos sostenido que, para perfeccionarse, es necesario, ante todo, cambiar las condiciones del ambiente en que se vive. En realidad, nadie había dicho que uno mismo no puede comprender lo que está bien y lo que está mal; pero Iván Vasilevich tenía costumbre de contestar a las ideas que se le ocurrían y, con ese motivo, relatar episodios de su propia vida. A menudo, se apasionaba tanto, que llegaba a olvidar por qué había empezado el relato. Solía hablar con gran velocidad. Así lo hizo también estaba vez.
—Hablaré de mí mismo. Si mi vida ha tomado este rumbo no es por el ambiente, sino por algo muy distinto.
—¿Por qué? —preguntamos.
—Es una historia muy larga. Para comprenderla habría que contar muchas cosas.
—Pues, cuéntelas.
Iván Vasilevich movió la cabeza, sumiéndose en reflexiones.
—Mi vida entera ha cambiado por una noche, o mejor dicho, por un amanecer.
—¿Qué le ocurrió?
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Publicado el 24 de junio de 2016 por Edu Robsy.