Bustamante
Leopoldo Alas "Clarín"
Cuento
¡Pero, señor, si él no lo negaba, si ya sabía que tenía razón su mujer! ¿Que la plaza estaba por las nubes? ¡Claro! ¿Que todo costaba el doble de lo que valía tres años atrás? ¡Cierto! ¿Que un padre con tres hijos de pocos años y de muchos dientes, no podía consagrarse al arte poco lucrativo, aunque muy honroso, de hacer charadas en verso, ora improvisadas, ora discurridas si tenían intríngulis? Corriente. En todo eso estaba él, y ya había escrito tres cartas al señor López, el diputado, pidiéndole un destino; por cierto que López no le había contestado a ninguna… Pero que se respetase su vocación. ¡Qué mal hacía él a nadie descifrando logogrifos y discurriendo otros muchos más complicados! La vocación no se discute. Él había nacido para aquel género de literatura y había que dejarle en paz o lo echaba todo a rodar, y se comía a sus propios hijos con dientes y todo, como el dios Saturno de la mitología.
Su primer hijo era hija y se llamaba Paz, pero Bustamante la llamaba mi primera; y a Gil, que seguía, le llamaba mi segunda y a María de la O, mi tercera.
—Bustamante —le dijo una noche su mujer, que le llamaba por el apellido y ya estaba hasta el moño de charadas—, es necesario que vayas a Madrid y le saques a López una credencial aunque sea de las entrañas.
—Sí, esposa mía, estoy conforme; me trasladaré a la capital, veré a López y si no me da eso, le pondré en los Pasatiempos del Eco de los Pósitos como chupa de dómine con esta charadita, que se me ha ocurrido ahora:
Prima es neutro, aunque te
asombre,
mi segunda pega
bien,
y mi todo es un mal
hombre
que me la pega
también.
—¡Bustamante! Para no decir más que tonterías… más vale que te duermas. (Estaban en el lecho nupcial).
—Bueno, esposa mía, pues en tal caso, la solución en el número próximo; quiero decir que hasta mañana.
Y dio media vuelta y se quedó dormido.
Dominio público
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Publicado el 23 de octubre de 2020 por Edu Robsy.