El Poeta-Buho
Leopoldo Alas "Clarín"
Cuento
—Señorito, un caballero quiere hablar á usted.
—¿Qué trazas tiene?
—Parece un empleado de La Funeraria.
—¡Ah! Ya sé quién es: es don Tristán de las Catacumbas. Que pase.
Y entró don Tristán de las Catacumbas, á quien conozco de haberle pagado varios cafés sin leche. Es alto, escuálido, cejijunto, lleva la barba partida como Nuestro Señor Jesucristo, tiene el pelo negro, los ojos negros, el traje negro y las uñas negras. Lo único que no tiene negro son las botas, que tiran á rojas.
Me dió un apretón de manos, fúnebre como él solo; el apretón de manos del Convidado de Piedra. Hay hombres que aprietan la mano como una puerta que se cierra de golpe y nos coge los dedos. Es su manera de probar cariño.
Don Tristán habla poco, pero lee mucho. Es un poeta inédito, de viva voz; si se le pregunta cuántas ediciones ha hecho de sus poesías, contesta con una sonrisa de muerto desengañado: “¡Ninguna! Yo no imprimo mis versos: no hago más que leerlos á las almas escogidas”. Para él son almas escogidas todas las que le quieren oir. Calculando el número de veces que ha leído sus versos, dice don Tristán, usando de un tropo especial, que consiste en tomar el oyente por el lector que compra el libro, que sus Ecos de la tumba han alcanzado una tirada de nueve mil ejemplares. Quiere decir que los ha leído nueve mil veces á nueve mil mártires de la condescendencia.
—Pues señor Clarín, sabrá usted cómo he escrito otro libro de poesías y vengo á leérselo á usted.
—¿Entero?
Dominio público
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Publicado el 21 de febrero de 2021 por Edu Robsy.