Un Cuento de Enfermera
Louisa May Alcott
Novela
I. Mi paciente
Mi querida señorita Snow, al enterarme de que
mi amiga, la señora Carruth, necesita de una enfermera para su hija
enferma, me apresuro a proponerle el puesto, ya que pienso que es usted
la persona idónea para él, a menos que las tareas resulten demasiado
arduas. No me cabe duda de que sus cartas de recomendación y mi sincero
respaldo le garantizarán la colocación, si usted lo desea. Partimos
mañana, y le escribo con gran apremio, pero le deseo éxito de cara al
futuro y le agradezco sinceramente sus servicios pasados.
Atentamente,
L. S. Hamilton
Esta amable carta, de una antigua empleadora, me fue entregada estando yo agotada y desanimada, tras una búsqueda infructuosa de un puesto como el que hora me ofrecían. Estaba tan interesada que me apresuré a salir de nuevo, con la esperanza de que nadie se me anticipara con los Carruth. Hecha de un imponente bloque de granito, la casa se levantaba en una tranquila plaza del West End que tenía su propio pequeño parque, donde había una fuentecita y donde los niños paseaban bajo sus capuchas blancas. Elegantes carruajes entraban y salían, las damas subían y bajaban con ligereza por los amplios escalones arrastrando sus vestidos de seda, y los caballeros, con sus trajes de montar intachables, pasaban a medio galope sobre sus hermosos caballos. Incluso las mujeres y los hombres de servicio tenían aspecto de que La buena vida bajo las escaleras hubiese sido representada en este siglo, al igual que en el pasado, y todo participaba del aire de lujo que impregnaba el ambiente, tan agradable como el sol en otoño. «Los Carruth deben de ser una familia feliz», pensé al acordarme de mi propia pobreza y soledad, mientras esperaba de pie a que contestaran a mi tímida llamada al timbre.
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Publicado el 21 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.