Textos más populares este mes de Manuel Payno | pág. 4

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autor: Manuel Payno


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Para Mañana

Manuel Payno


Cuento


Cuando tengáis un poco de dinero desocupado, queridos lectores, y la resolución suficiente para exponeros al vómito de Veracruz y a los caprichos de ese pícaro mar, que algunas veces es más inconstante que una coqueta de quince años, dad una vueltecita por el extranjero. Si vais a los Estados Unidos, veréis entre otras cosas curiosas, atropellarse los hombres y las mujeres en los caminos de fierro, en los vapores, en las diligencias, en el teatro, en las calles; y si queréis la explicación de toda esta barahúnda, observad que todo lo hacen hoy. La mujer enamorada se casa hoy; el ladrón ratero es arrestado hoy; el comerciante concluye su negocio hoy; el proyectista realiza su proyecto hoy. En Inglaterra ya se sabe que es lo mismo, y ninguno de los nobles lores guarda sus vinos para mañana, sino que se los beben todas las tardes.

Pero los descendientes de los antiguos hidalgos españoles, vivimos muy despacio y muy a la bartola, para apresurarnos a concluir nuestros negocios hoy.

Si va un pretendiente al ministerio a agitar el despacho de la centésima solicitud que tiene presentada, para que le paguen íntegro por haberse incorporado en la Villa de Guadalupe con el ejército Trigarante, el oficial, agobiado de fatiga, teniendo con una mano que manejar los papeles, mientras con la otra se limpia los dientes con un popote, pues acaba de almorzar, le dice:

—Es imposible despachar a usted, amigo mío; tengo un mundo de quehacer, y los papeles me ahogan. Son las dos de la tarde, y no hay tiempo para nada. Me voy a acordar con el ministro.

—Señor: con ésta van treinta solicitudes que presento, y todas se han perdido.

—Pues bien, para mañana sin falta buscaré la solicitud.

—Y ¿cuándo estará despachada?

—Para mañana también.

—Es decir, que confío en que usted…


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4 págs. / 7 minutos / 135 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Estudios Filológicos

Manuel Payno


Cuento


¡Éste no es país! ¡Estamos en un abismo! ¡No tenemos remedio!

No os canséis, lectores: los idiomas varían mucho, y todos los días es necesario hacer estudios de las lenguas, y particularmente de la castellana, que pretendemos hablar. Día vendrá con el tiempo en que trabajo costará a los habitantes de México el entender El Quijote de Miguel Cervantes. Por ahora con lo mal que hablamos y peor que escribimos, nos la vamos pasando perfectamente, que al fin lo mismo es decir calle sólida, que calle solitaria: así nos entendemos, y maldita la necesidad que hay de distinguir la Z de la S, pues lo mismo da matar un venado que contraer el santo matrimonio. Lo que es forzoso aprender, como los muchachos el Todo fiel, es el estilo de moda y las frases de la época.

Hay tiempos en que todo está excéntrico: si un albañil se cae de un andamio, es por la posición excéntrica que guardaba el edificio: si llueve y México se convierte en otra nueva Venecia, no son los patriotas capitulares los que tienen la culpa, sino la posición excéntrica de las nubes: si un pobre marido es víctima de las maquinaciones de un pisaverde, no tiene más remedio sino sufrir, hasta que toda la casa salga de la posición excéntrica en que se halla.

Otras veces todo está compacto: desde el ministerio, formado por cuatro personas distintas, pero con cuatro opiniones diferentes, hasta la prensa, cuya libertad suprime un bando militar y que con semejante medida queda perfectamente compacta. Los novios no se pueden casar, porque como antes habían sido compactos, ya la carga les pesa un poco. Si se trata de un día de campo, es menester que la comida, los vinos y el baile sean una misma cosa; mejor dicho, que todo esté compacto: medida que elevada a una grande escala, no agrada mucho a las madres de familia.


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8 págs. / 15 minutos / 53 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

La Sevillana

Manuel Payno


Cuento


I. La tempestad

En una hermosa tarde del mes de Octubre del año 1550, una barca pequeña se desprendió del embarcadero de Veracruz y se hizo mar afuera. Iban en ella dos bogas, un viejo piloto manejando el timón, y un grueso personaje vestido con un largo gabán o pellica oscura, y un sombrerillo arriscado sin plumaje alguno, al estilo de los que usaban los que no se consideraban como hijodalgos. Cuando hubieron pasado los arrecifes, el piloto hizo señal a los remeros de que bogaran más despacio, y se dirigió al hombre gordo.

¿Piensa vuestra merced que en esta cáscara de nuez lleguemos o Cádiz o al Puerto de Palos?

Yo te lo diré, Antón, antes de cinco minutos. El hombre gordo se puso en pie, sacó de un estuche de vaqueta un anteojo, lo graduó a su vista y se puso a registrar el horizonte. A los cinco minutos justos se volvió a sentar en la barca y le dijo al piloto: Adelante Antón, porque no tardaremos media hora en descubrir los palos de la Covadonga.

—¿Qué horas son? preguntó el piloto.

—Las cinco, contestó el hombre gordo alzando la vista al sol. Pues a las seis o a las seis y media tendremos una tempestad.

La mar estaba tranquila, el sol brillante; de vez en cuando se sentía un viento caliente como si viniese del desierto de África, y en el horizonte se aglomeraban algunas nubes de formas caprichosas. Los bogas volvieron a tomar aliento, y la barca volaba como un alción en la superficie de las aguas.

Después de un cuarto de hora el hombre gordo volvió a ponerse en pie, a tomar su anteojo y a registrar el horizonte; y volviéndose después al piloto le dijo:

—Creo haber descubierto en el horizonte alguna cosa como un palo, pero tan delgado que más bien parece una espiga de trigo. ¿Qué dices, Antón?


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11 págs. / 20 minutos / 289 visitas.

Publicado el 25 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

Los Pretendientes del Café

Manuel Payno


Cuento


En una noche de estas que tienen los días de la semana, en que a los filarmónicos del salón de la ópera italiana no les place repetirnos la tan celebrada Lucrecia de Borgia o Beatrice de Tenda y en que los artistas dramáticos de los corrales de Nuevo México y Principal no están de humor para representarnos la famosa comedia de magia La pata de cabra, o algún vaudeville francés lleno de galicismos, me envolví en una senda cuanto vieja capa, me dirigí


con el ceño hasta la frente
y el sombrero hasta los ojos,
 

a uno de esos espléndidos cafés llenos de cristales, de espejos, de bujías y de cuadros dorados, y como cosa muy natural en estos tiempos, no tenía un real de plata con que tomar chocolate, me contenté con oír las acaloradas conversaciones sobre política, literatura y bellas artes que se suscitan noche con noche en parajes semejantes.


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5 págs. / 10 minutos / 85 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

El Matrimonio

Manuel Payno


Cuento


I

Días hace que tenía deseos de escribir un artículo de costumbres; pero me sucedía precisamente lo que al cura, que no repicaba por trescientos mil motivos; el primero, por falta de campanas: hay entre nosotros muchas costumbres, tales como la de pretender empleos, la de ser ricos de la noche a la mañana, la de criticar todo sin entenderlo, etcétera; pero eso me daba materia para un renglón, y después… ¿Cómo hacer sonreír a los lectores? ¿Cómo amenizar las columnas del Siglo XIX? ¿Cómo granjearme la nota de maligno, de mordaz, de conocedor del mundo si se quiere? Nada de esto era posible porque hay momentos, horas, días, y hasta meses enteros, que el poco entendimiento que vaga en el cerebro se esconde en lo más profundo de los sesos, y ésos son cabalmente los momentos en que el poeta suda, se arranca los cabellos, llora, tira la pluma desesperado, y pide a Dios una gota de genio, una gota de talento, un soplo de inspiración. La inspiración no viene porque es una muchacha retrechera y algo voluntariosa, y entonces se exclama en voz sepulcral con Victor Hugo: ¡Maldición!, o con Calderón y Lope: ¡Válgame Dios! Pero sigo con mi cuento, antes que los sufridos lectores exclamen: ¡Válgame Dios, qué pesado! Decía que no tenía asunto para artículo de costumbres, cuando he aquí que mustia y solemne se avanza la Semana Santa con sus tinieblas, sus monumentos, sus procesiones, su pésame, y tras de todos estos graves misterios se agolpa el mundo de México, vario, mezclado y confundido.


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11 págs. / 20 minutos / 52 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Apología Histórica de las Narices Largas

Manuel Payno


Cuento


La que no tiene ocho líneas a lo menos de elevación en su base, y veinte del nacimiento a la punta, no merece en rigor el nombre de nariz, ni ocupar jamás una página en la historia de la humanidad.

De las facciones que no tienen movimiento, la nariz es la más interesante, porque es el órgano de un sentido, lo que la oreja al oído, y además una facción de la cara, como dice el vulgo. Cuando por primera vez vemos una persona, reparamos sobre todo en la expresión de sus ojos, que comprende ceja y pestaña; en su boca, facción también de movimiento, y luego en la nariz. Es indudable que a primera vista una nariz chata no previene a favor del sujeto que la tiene. La nariz larga produce un efecto cómico, predispone a la risa; pero no disgusta, no repugna.

De las narices largas las hay aguileñas, de caballete, y de punta de tomate.

El célebre Bacon de Verulamio, el filósofo superior a su siglo, tenía nariz larga de caballete, que es una eminencia en menos de la mitad de su longitud.

El erudito y sabio Barthélemi, autor de los viajes del joven Anacarsis, tenía nariz larga aguileña. Se llama así a esta figura de nariz por su semejanza con el pico encorvado del águila, razón por la cual se dice también nariz de loro, nariz de cotorra.

Tan aguileña, tan encorvada era la nariz de Gaspar Guzmán Pimentel, conde duque de Olivares, que de frente le ocultaba parte del bigote.

El sabio jurisconsulto del siglo XVI, D. A. Covarrubias y Leyva, tenía la nariz larga de punta de tomate, llamada así porque la punta es casi esférica, formando una bola como postiza y bastante encorvada. Entre las gentes de curia, entre escribanos, y procuradores antiguos, abundan las narices de punta de tomate.


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4 págs. / 8 minutos / 109 visitas.

Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Apología del Quitrín

Manuel Payno


Cuento


Digan lo que quieran los pobres peones que se enlodan o se empolvan en las calles de La Habana, el quitrín es el mejor de los carruajes posibles, y el que hizo el primero, merecía mejor una estatua que el que descubrió la vacuna. ¿Qué carroza tiene sus barras? ¿Qué órgano tiene su fuelle? ¿Qué sofá tiene sus cojines? ¿Qué zapato su charol? ¿Qué cama sus cortinas? La mujer nació para el quitrín y el quitrín para la mujer, y siendo cierto que la mujer salió de una costilla del hombre, el quitrín sale de las costillas del marido.

Esta legítima consecuencia nos conduce a otras observaciones de no menor importancia. El quitrín es el altar de la Virgen, es la peana de la Magdalena, el tabernáculo de la belleza, y el sancta sanctorum del hogar doméstico. Es la muleta de la mujer, que generalmente cojea, aunque no se sepa a punto fijo de qué pie; es el locomotor de la familia, el vehículo de las niñas, el báculo de la vejez, la causa eficiente del movimiento, la palanca de traslación, y el carro de triunfo de las hermosas.

Claman sin cesar los economistas por la facilidad de las comunicaciones. ¿Y qué serían los ferrocarriles sin quitrines? ¿Qué señoras irían a pie al Botánico, por ejemplo? ¿No seria preciso llevar un ramal a cada casa? ¡La facilidad de las comunicaciones! ¿Y quién facilita más que el quitrín las comunicaciones de nuestras damas? ¿Quién las hace más comunicativas? ¿Quién las hace más fáciles de transportar? ¿Quién abrevia la distancia, y pone en contacto las personas lejanas? El quitrín, se nos dirá, no anda a razón de doce millas por hora; enhorabuena, pero menos andan las carretas de los ingenios, y sobre todo más vale llegar a tiempo que rondar un año, y más anda el cojo que el que se está quieto.


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Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Máscaras

Manuel Payno


Cuento


Llegó por fin el carnaval, llegó el día de alboroto y de locura, en que las viejas se vuelven mozas, las muchachas ancianas, y los rostros de máscara se cubren, como si fuese necesario, con otra máscara. Citas, proyectos amorosos, declaraciones, pequeñas venganzas y graciosos chascos, todo tiene lugar en estos días en que la costumbre autoriza ciertas acciones y ciertas palabras, que no se dirían sin rubor si faltase la careta.

¿Pero no es, por ventura, todo el año día de máscara? ¿Qué amante habla a su querida sin careta? ¿Qué muchacha no se pone todo el año la careta para engañar a su novio? ¿Qué cortesano deja de usar en palacio la careta? ¿Cuándo les ha faltado careta a los jesuitas, a los mayordomos de monjas, a los hermanos de la Santa Escuela, a los cocheros de Nuestro Amo, a los que salen en las procesiones con su escapulario y su estandarte?

Cuando veas venir, lector querido, un hombre de semblante humilde, de ojos bajos y de voz suave y meliflua que te habla de los deberes del matrimonio, de la educación de los hijos, del cumplimiento de los deberes sociales, si eres casado, si tienes hijas bonitas desconfía de él y di: ¡Cáspita!, este hombre tiene careta.

Cuando se te acerque un político y te hable de libertad, de amor a la patria, de sacrificios nobles y desinteresados, no te mezcles en sus proyectos, porque no te hará más que instrumento de algunas miras que oculta debajo de estas palabras que inspiran honradez, y di: ¡Cáspita!, este hombre tiene careta.

Cuando un vista, un administrador de aduana marítima, un guarda, un colector de diezmos, digan que han aumentado las rentas, que han sido destituidos por honradez, y que están pereciendo de hambre porque en esta nación no se recompensa el mérito, no te creas de sus primeras palabras, y di para tus adentros: ¡Este hombre puede tener careta!


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Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

Jueves Santo

Manuel Payno


Cuento


La historia que en todo el mundo cristiano se recuerda en esta semana, no es la narración de un héroe fabuloso y sanguinario, sino la del humilde, la del justo que cambió los destinos de la humanidad.

Desde las más remotas y oscuras edades, los sacerdotes y los filósofos formaron sus sistemas religiosos y los enseñaron a los pueblos, los que los fueron variando, corrompiendo y transmitiendo a otros.

La guerra o las necesidades de las gentes, los obligaban a formar colonias y a establecerse en lugares lejanos, y a ellos llevaban sus dioses, sus creencias y sus costumbres. Pero pasaron siglos tras de siglos. El mundo oriental se fue poblando, y del mundo oriental pasaron unas razas al occidental y comenzaron a formar naciones civilizadas y pueblos que han hecho mucho ruido en la historia; pero ninguna de estas razas, ninguna de estas naciones, ninguno de estos pueblos guerreros o civilizados, conoció en toda su extensión ni los elementos de la vida moral, ni los derechos claros y naturales del hombre, ni los principios fundamentales de las constituciones de los pueblos. Años y años se perpetuó la esclavitud que cambió sólo de formas y de martirios; años y años estuvo recibida como un dogma la teoría de la desigualdad del hombre ante las leyes; años y años practicado y ensalzado el despojo, la violencia y la guerra.

Fue de un lugar silencioso, oscuro, quizá desconocido de la mayor parte de los poderosos de la tierra, de donde nació una doctrina tan sencilla, tan perceptible, tan fácil, tan completa, que lo mismo la puede entender el campesino ignorante, como el político profundo; lo mismo aprovecha en su observancia al magnate que gobierna una nación, como al último de los ciudadanos que obedecen.

«No hagas a otro lo que no quisieses que te hicieran.»

«Amaos como hermanos los unos a los otros.»

«Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.»


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Publicado el 19 de noviembre de 2020 por Edu Robsy.

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