Declaración de la sirvienta:
Yo, Nancy, con una edad aproximada de veinticinco
años, aprendiz de cocinera en el hostal del Viejo Hospital, en la región
de Muir, habiendo jurado por el Libro revelar toda la verdad sobre el
ataque de diciembre de 18…, declaro lo siguiente:
Durante el invierno llegan pocos viajeros, pues la landa está
sembrada de pedruscos grises y de brezales, y de hoyos llenos de barro,
de manera que los carreteros apenas pasan por Muir, y los que atraviesan
la región a pie temen el terrible viento que lo barre todo según se
acercan las Navidades. El martes por la tarde, la leche se estaba
congelando en los baldes, así que Doll y yo la metimos en la cocina,
tras lo cual nos quedamos sentadas al abrigo de la chimenea donde Míster
Douglas (el viejo Doug, como solemos llamarle) estaba cociendo manzanas
en una marmita antes de irse a la cama. Así que pasamos una velada
tranquila con el viejo Doug, Miss Elisabeth, su mujer, y John, el mozo de cuadra. No había ningún viajero en el albergue.
Hacia las diez todos teníamos ya sueño; pero yo tenía que terminar de tricotar un brazal para el niño enfermo de Mistress Dorothen, la hermana de Miss,
que vive en la curva. El viejo Doug se llevó la vela, pues la leña del
hogar daba suficiente luz para mi labor y estaba tan acostumbrada al
movimiento de las agujas que mis dedos tricotaban solos.
Así que me quedé un poco absorta, a la luz temblorosa del fuego
rojo, aunque sin olvidarme que había prometido a Doll ir a la cama
pronto, pues en las noches de gran frío dormimos juntas. Se oían
crujidos fuera, y el whip poor will gritó varias veces en la
noche. De repente, se oyeron unos pasos y un golpe en la puerta. Me puse
a temblar: debía de ser medianoche y se dice que el Rey negro sale a
cazar a esa hora por la landa de Muir.
Información texto 'La Mano Gloriosa'