La madre ordenará esta lectura a su hija.
A los libertinos
Voluptuosos de todas las edades Y de todos los sexos,
a vosotros solos ofrezco esta obra: nutríos de sus principios, que
favorecen vuestras pasiones; esas pasiones, de las que fríos e insulsos
moralistas os hacen asustaros, no son sino los medíos que la naturaleza
emplea para hacer alcanzar al hombre los designios que sobre él tiene;
escuchad sólo esas pasiones deliciosas, su órgano es el único que debe
conduciros a la felicidad.
Mujeres lúbricas, que la voluptuosa SAINT–ANGE sea vuestro modelo; a
ejemplo suyo despreciad cuanto contraría las leyes divinas del placer,
que la encadenaron toda su vida.
Muchachas demasiado tiempo contenidas en las ataduras absurdas y
peligrosas de una virtud fantástica y de una religión repugnante, imitad
a la ardiente Eugenia; destruid, pisotead, con tanta rapidez como ella,
todos los preceptos ridículos inculcados por imbéciles padres.
Y a vosotros, amables disolutos, vosotros que desde vuestra juventud
no tenéis más freno que vuestros deseos ni otras leyes que vuestros
caprichos, que el cínico Dolmancé os sirva de ejemplo; id tan lejos como
él si como él queréis recorrer todos los caminos de flores que la
lubricidad os prepara; a enseñanza suya, convenceos de que sólo
ampliando la esfera de sus gustos y de sus fantasías y sacrificando todo
a la voluptuosidad es como el desgraciado individuo conocido bajo el
nombre de hombre y arrojado a pesar suyo sobre este triste universo,
puede lograr sembrar algunas rosas en las espinas de la vida.
Primer diálogo
PERSONAJES:
SEÑORA DE SAINT–ANGE, EL CABALLERO DE MIRVEL.
SRA. DE SAINT–ANGE: Buenos días, hermano. Y bien, ¿el señor Dolmancé?
EL CABALLERO: Llegará a las cuatro en punto y no cenaremos hasta las siete; como ves, tendremos tiempo de sobra para charlar.
Información texto 'La Filosofía en el Tocador'