El Redondismo
Miguel de Unamuno
Cuento
Al año de haber llegado Federico al pueblo de su nueva residencia escribía así a su amigo:
«Querido Antonio: Tú sabes que huí, aunque con pesar, de nuestra
común ciudad natal, de nuestro adorado Bache, por no poder resistir,
entre otras cosas, a la Mazorca. Me asqueaba e indignaba el espectáculo
de aquel nefando contubernio y concubinato de todas las más ferozmente
egoístas concupiscencias. Aquel apiñamiento de intereses y de grandes
negocios bajo una razón o firma política me ponía fuera de mí. El
espectáculo del servilismo y la cuquería ambientes me sacaba de quicio.
»Pero aquí... Aquí, amigo, no hay ni cuquería. Esto ni hiede. Esto es peor que la corrupción; esto es el vacío. Allí era la Mazorca; aquí es el redondismo. ¿Y qué es esto?, me dirás. Vas a verlo.
»Don Fabián Redondo dicen aquí que es un excelente sujeto, natural de esta villa, que salió de ella siendo muy mozo y se fue a la América, donde ha hecho una excelente fortuna. De vuelta de América se estableció en la corte, según dicen, y allí añaden que vive y recibe las cartas de sus electores y les atiende cuando lo hace. Porque don Fabián es desde hace varias legislaturas el diputado indiscutible e indiscutido por esta villa y su distrito, adonde nunca viene. Yo que llevo aquí cosa de un año no le he visto, y otros que llevan cerca de veinte tampoco le han visto aquí. Los que van a Madrid dicen que le han visto y le conocen. Pero somos no pocos los que dudamos de que el tal don Fabián Redondo exista. Yo, por mi parte, estoy perfectamente convencido de que no existe, de que el don Fabián no es más que un ente de ficción. No existe más que para justificar un puesto en el Parlamento, para simular un voto allí y para que aquí haya redondismo. Porque aunque Redondo no existe, existe el re dondismo. Verás.
Dominio público
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Publicado el 7 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.