VIDA DE CASTRUCCIO CASTRACANI DE LUCCA DEDICADA POR EL AUTOR A SUS ÍNTIMOS AMIGOS ZANOBI BUONDELMONTI Y LUIS ALAMANNI
Parece, queridísimos Zanobi y Luis, a quien bien lo
considera, cosa maravillosa que casi todos o la mayoría de los que en
este mundo han realizado grandes empresas, sobresaliendo entre sus
contemporáneos, tengan nacimiento y origen bajo y oscuro, procurándose
con toda clase de trabajos lo que les negó la fortuna; porque casi
todos, o fueron expuestos a las fieras, o tuvieron padres tan humildes
que, por avergonzarse de ellos, presumieron ser hijos de Júpiter o de
cualquier otro dios. Todos conocen de esto numerosos ejemplos, y no
cansaré al lector citándolos, por ser innecesario. Presumo que la
fortuna desea mostrar así al mundo ser ella y no la prudencia la que
hace los grandes hombres, empezando a probar su poder cuando la
prudencia nada influye, y es por tanto preciso reconocer que de aquélla
depende todo.
Fue Castruccio Castracani de Lucca
uno de los que, conforme al tiempo en que vivió y a la ciudad donde vio
la luz, realizó más grandes cosas, sin ser de más notorio e ilustre
nacimiento que los demás, como diremos al referir su vida, que juzgo
debe quedar grabada en la memoria de los hombres, por encontrar en ella
actos de valor y fortuna de grandísimo ejemplo; y la dedico a vosotros por ser, de cuantos conozco, los que mejor estimáis las grandes acciones.
La familia de Castracani, extinguida hoy por la inestabilidad de las
cosas humanas, figuraba entre las nobles de la ciudad de Lucca. A ella
perteneció un tal Antonio, de estado eclesiástico, que llegó a ser
canónigo de San Miguel, en Lucca, y a quien, en prueba de consideración,
llamaban maese Antonio. Tuvo éste una hermana que casó con Buonaccorso
Cenami, y que, al morir su marido, fue a vivir con su hermano, decidida a
no contraer nuevo matrimonio.
Información texto 'Vida de Castruccio Castracani de Lucca'