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autor: Nilo Fabra etiqueta: Cuento textos disponibles


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El Hombre Único

Nilo Fabra


Cuento


En una isla de la Polinesia, que por su pequeñez ni siquiera consta en los mapas, reinaba, sin oposición ni émulos platónicos, un jefe de tribu, que, en las alocuciones y mensajes dirigidos a sus fieles súbditos, dábase a sí propio el dictado de Emperador del mundo. Un navegante europeo que por acaso abordó aquellas playas, trató de disuadir a Su Majestad Universal de sus errores geográficos; mas este se limitó a contestarle: «No existe ni puede existir otro mundo fuera de mi isla, porque sé de muy buena tinta que el Sol, mi ilustre antecesor, fundó aquí su única casa solariega, y no tiene más descendientes que yo y mis vasallos: por lo tanto, los que venís en el buque debéis ser espectros en figura humana.»

La persona que te voy a presentar, lector benévolo, sin los conocimientos genealógicos de aquel monarca de antiquísima alcurnia, ni pretender compartir con él tan claro linaje, fue más allá en su opinión sobre sus semejantes.

Poseído de extraña aberración mental, que no reveló jamás, porque fue loco vergonzante, antojósele que en el mundo no existía más personalidad corpórea que la suya, y que los hombres y los demás seres animados eran vanos fantasmas hechos para su servicio, mortificación o entretenimiento.

Algunas veces extremaba su extravagante hipótesis, juzgando quiméricos cuantos objetos herían sus sentidos, de lo cual deducía que él monopolizaba el mundo de las ilusiones. A decir verdad, no tuvo sobre este punto opinión constante, fija y concreta, pero sí sobre lo primero, que llegó a ser para él verdad inconcusa.

No conoció a sus padres, porque los había perdido siendo muy niño; circunstancia que le libró de la dura necesidad de no creer en ellos y de sacrificarlos al principio fundamental de sus convicciones.

Era español, y llamábase Tomás Solitario.


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Publicado el 20 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

Las Tijeras

Nilo Fabra


Cuento


A fines del siglo XIX eran inquilinos de una misma casa en Madrid dos jóvenes de veinte años: Pedro y Fortunato.

Vivía aquel en la buhardilla, sin más bienes de fortuna que el oficio de sastre, y este en el cuarto principal, disfrutando de una renta de cuarenta mil pesetas anuales que le legó un tío suyo; pero solo en usufructo, en títulos del cuatro por ciento interior perpetuo, o sea un capital nominal de un millón de pesetas.

La necesidad, eterno acicate del pobre, el temor de los azares y contingencia de lo porvenir y la propia satisfacción de la recompensa, eran poderosa parte para que Pedro, sin desfallecer un punto no se lo diese de reposo en su honrado oficio: mientras que Fortunato, sin el apremio de la lucha por la existencia, seguro de su renta, con ciega fe en la solvencia del Estado, ajeno a toda inquietud y zozobra, se entregaba a los frívolos placeres de una vida regalada y elegante, mirando con menosprecio al trabajo en sus múltiples manifestaciones.


* * *


Y pasaron cinco años y no estalló ninguna revolución, ni siquiera un pronunciamiento; las cosechas fueron abundantísimas; la exportación adquirió considerable incremento, se nivelaron los cambios, la circulación fiduciaria quedó reducida a sus naturales límites, y por primera vez gozó la nación de un buen gobierno.

El 4 por 100 interior subió sobre la par, y el Estado, siguiendo el ejemplo de Inglaterra, Francia y otros países prósperos, ofreció a sus acreedores el reintegro del capital o reducir la deuda del 4 a 3 por 100, y se llevó a cabo la conversión, dentro del derecho perfecto y con beneplácito general.

La renta de que Fortunato disponía en usufructo, quedó reducida a treinta mil pesetas. Cuando todo prosperaba, él, acreedor del Estado, venía a menos y veíase obligado a suprimir el coche.


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2 págs. / 5 minutos / 25 visitas.

Publicado el 20 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

El Triunfo de la Igualdad

Nilo Fabra


Cuento


La insensata tiranía de las masas inconscientes, ciegas y fanáticas, amenazaba a Europa en el orden económico. Los hijos de la industria miraban con recelo la perfección de la máquina, destinada a substituir o a simplificar la fuerza humana. La oposición que en los talleres de la fabril Cataluña despertaba cada adelanto en los medios de producción trascendía a los ricos campos jerezanos, donde proferíanse amenazas de muerte contra el trabajador que emplease en las faenas agrícolas aquellos instrumentos manuales de uso más fácil y expedito.

A la utilidad egoísta, acaso momentánea, intentábase sacrificar el porvenir de la industria; al temor irreflexivo de un exceso de producción, la baratura del género, y a las asociaciones opresoras, fraguadas tal vez en el misterio, merced a la intimidación, la libertad individual y el espíritu de iniciativa, inagotables fuentes de riqueza y de progreso.

La propia voluntad y generosos impulsos del obrero supeditábanse al capricho de las colectividades veleidosas, y ante ellas enmudecía el sentimiento de justicia, y ante ellas, la razón, el sentido práctico, y hasta el personal interés, no se atrevían a levantar voces de protesta; que a tal obcecación conduce el espíritu de clase en las perturbadas inteligencias.

A los delirios de los fundadores de las escuelas socialistas de este siglo sucedieron las extravagancias del vulgo ignorante; a las atrevidas concepciones de la imaginación creadora, el bajo instinto de la torpe envidia; a las brillantes teorías del visionario, hijas quizá de un sentimiento generoso, la pasión desenfrenada, ávida tan solo del botín; a la revolución social, basada en sistemas quiméricos, las concupiscencias de la plebe, el vértigo de lo desconocido, la fascinación de la anarquía, la atracción del caos.


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Publicado el 19 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

La Caja de Cerillas

Nilo Fabra


Cuento


Rico, viejo, achacoso, sin hijos que le heredasen, y solo con parientes, lejanos y codiciosos, era Samuel Rodríguez el más infeliz de los avaros. Ni el afán de acapararlo todo, ni el placer de contar y recontar el fruto de sus granjerías, ni la necia vanidad de que podía poseer lo que otros inútilmente ambicionaban, hacíanle llevaderas las angustias, zozobras y fatigas que producía en su ánimo, naturalmente pusilánime, el temor de perder el bien alcanzado con tantas privaciones.


* * *


No ha mucho tiempo que Samuel recorría a pie una comarca, donde acababa de sentar los reales para esquilmarla y empobrecerla con sus negocios usurarios, cuando le sorprendió la noche junto a un río, a la sazón infranqueable sin el auxilio de barca, porque repentina avenida había destruido el puente o inutilizado el vado. Lleno de mortal congoja, temiendo a cada paso la sorpresa de imaginarios bandoleros, pues llevaba en el seno un fajo de billetes de Banco, seguía la margen del río, hasta que la suerte le deparó una barca medio varada en la arena. Su primer intento fue ponerla a flote; mas faltándole fuerzas, y coligiendo por varios y manifiestos indicios que aquel debía de ser lugar frecuentado de pescadores, comenzó a dar voces en demanda de socorro. Acudió solícito a prestarlo uno de aquellos, dueño de la barca, a quien Samuel, con lágrimas en los ojos, suplicó que, por caridad y amor de Dios, le pasase a la orilla opuesta. Era el barquero muy pobre, y de suyo compasivo para con los menesterosos, y tomando por tal a Rodríguez, a juzgar por lo roto, raído y mugriento del traje, accedió, sin estipendio alguno, a lo que pedía, y comenzó a poner en obra su buena intención.


* * *


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5 págs. / 9 minutos / 21 visitas.

Publicado el 19 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

Lo Presente Juzgado por lo Porvenir

Nilo Fabra


Cuento


En el siglo XX


El vapor con sus múltiples aplicaciones constituyó la principal gloria del siglo XIX. La aplicación de la electricidad como fuerza motriz es, sin duda alguna, la verdadera causa del progreso que, en el orden material, hemos alcanzado en el siglo XX.

A los ferrocarriles, obras costosísimas y largas, particularmente en los terrenos quebrados, han sucedido las vías férreas aéreas, sostenidas por esbeltas columnas, sobre las cuales, salvando agrias pendientes que hacen innecesarios los túneles y las curvas, deslízanse coches colgantes arrastrados por aparatos eléctricos, con velocidad vertiginosa. Los buques de vapor, que requerían grandes depósitos de carbón y máquinas pesadísimas, han cedido el puesto a las ligeras naves que hoy surcan todos los mares, impulsadas por la electricidad acumulada, merced a un sencillo artificio que ocupa poco espacio y desarrolla considerable fuerza. Utilizada esta por todas las industrias y la agricultura, perfeccionados los procedimientos de la fabricación, reducidos en extremo los precios de transporte, los productos manufacturados y naturales han disminuido de tal suerte de su valor, que muchos de ellos calificados de lujo en el siglo precedente, se han puesto en el nuestro al alcance de las más modestas fortunas, demostrando así que artículos o mejoras que en una época se juzgan como exceso y demasía en el regalo, los convierte después la baratura en objeto de general consumo.


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Publicado el 20 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

Un Viaje a la República de Argentina

Nilo Fabra


Cuento


En el siglo XXI


Residía en Madrid. El reloj eléctrico y a la vez calendario perpetuo de mi despacho señalaba y anunciaba las 5 de la tarde del 9 de mayo de 2003. Me acerqué al teléfono y pedí comunicación telefónica y neumática con la Compañía del expreso hispano-argentino.

—¿Qué quiere? —murmuró el reóforo a mi oído.

—Un billete de ida y vuelta a Buenos Aires. ¿Cuánto es?

—Mil quinientas pesetas.

—Quiero además una carta de crédito de veinte mil.

—Corriente.

—Por el tubo neumático remitiré un talón contra el Banco y mi equipaje.

—Está bien. ¿Se le ofrece algo más?

—Nada, gracias.

—A la orden de usted.

Al cuarto de hora el tubo neumático, que pone en comunicación mi casa con todos los abonados de Madrid, me traía una medalla de níquel señalada con el número 5, letra M.

Esta medalla me daba derecho a un viaje redondo a Buenos Aires, y a un crédito de cuatro mil pesos oro en todas las estaciones de la línea.

A las siete menos diez minutos subí por el ascensor a la azotea de mi casa y esperé el paso del tranvía electro-aéreo. Ocho minutos después me hallaba en la estación central de los aluminio-carriles, y me instalaba en el tren expreso hispano-argentino.

Componíase este de seis soberbios vagones-palacios, precedidos de una potente máquina eléctrica. Estaba el primero destinado a cocinas y dependencias, a comedor el segundo, a salón y biblioteca los dos inmediatos, y a camarotes los restantes.


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Publicado el 20 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

El Padre Carmelo

Nilo Fabra


Cuento


En el convento de Carmelitas Descalzos de Madrid, sobre cuyo solar se levanta ahora el teatro de Apolo, había a principios de este siglo un fraile de los de más campanillas que vieron los pasados tiempos.

Era, según el vulgo, un pozo de ciencia; los padres graves le llamaban la lumbrera de la orden, y los legos y novicios, en sus arrebatos de fervor doméstico y de espíritu de corporación, solían darle el dictado de asombro de las gentes y pasmo del mundo.

Y sin embargo, el padre Carmelo, que así se llamaba aquel prodigio enclaustrado, ni en la cátedra del Espíritu Santo, que no ocupó jamás, ni en la sala capitular, donde guardaba absoluto silencio, ni aun en el trato familiar, en el cual, con aparente modestia, parecía conformarse siempre con la opinión ajena, sin revelar la propia, tuvo ocasión de poner de manifiesto el claro entendimiento, la vasta erudición y la profunda sabiduría que le atribuían sus hermanos de religión y el concepto público.

El padre Carmelo debía su fama y la dispensa que le relevaba de asistir al coro de madrugada, a la fecundidad de su pluma.

Verdad es que nadie había leído sus escritos; pero las largas horas de reclusión en la celda, las resmas de papel de barba consumidas y los estantes llenos de voluminosos tomos, cuidadosamente numerados, que aumentaban de día en día, ofrecían vehementes indicios de la laboriosidad incansable de aquel siervo de Dios, que, humilde entre los humildes, hizo voto de no gozar en vida de las dulzuras de la gloria científica y literaria.

El célebre e inédito escritor carmelita, era, pues, un pozo de ciencia, cerrado a cal y canto; una lumbrera que, como las linternas sordas, alumbraba solo por dentro; la representación viviente de la sabiduría oculta y subjetiva.


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2 págs. / 5 minutos / 18 visitas.

Publicado el 19 de febrero de 2023 por Edu Robsy.

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