LIBRO I
Prologo
Mi espíritu me induce a relatar cambios de forma de unos cuerpos en
otros nuevos; dioses, inspirad mis comienzos (puesto que también
vosotros los cambiasteis) y llevad mi poema sin interrupción desde el
origen del mundo hasta mi época.
Origen del mundo
Antes de que existiesen el mar y la tierra, y el cielo que todo lo
cubre, la faz de la naturaleza era uniforme en todo el universo;
llamaban a esto caos, una masa sin forma y sin elaborar, nada más que un
peso inerte y un montón de simientes discordantes de elementos no bien
ensamblados. Ningún Titán proporcionaba aún luz al mundo, ni Febe, al
crecer, rehacía sus cuernos, ni la Tierra estaba suspendida en el aire
que la rodea, equilibrada por su propio peso, ni Anfítrite había
extendido sus brazos en torno a las extensas orillas de la tierra' Y
aunque existía la tierra, y el mar, y el aire, la tierra no era firme,
en el mar no se podía nadar, el aire era opaco: ninguno tenía una forma
permanente, los elementos se oponían entre sí, porque en un mismo cuerpo
lo frío luchaba con lo cálido, lo húmedo con lo seco, lo blando con lo
duro, lo pesado con lo ingrávido.
Ordenación del caos
Un dios, junto con una naturaleza mejor, dirimió este litigio: separó
del cielo la tierra, y de la tierra las aguas, y aparto el cielo
transparente del aire denso. Una vez que hubo desarrollado estos
elementos y los hubo liberado del montón informe, ligó en paz y
concordia lo que estaba disociado. Entonces resplandeció la masa ígnea e
ingrávida de la bóveda celeste, y ocupó su lugar en lo más alto. Lo más
cercano a ella por situación y por ligereza es el aire; al ser más
densa que ellos, la tierra arrastró los elementos de mayor tamaño y se
hundió por su propio peso; el líquido, al desbordarse, ocupó el exterior
y rodeó el orbe compacto.
Información texto 'Metamorfosis'