Los Aldeanos
Pablo Palacio
Cuento
Para Benjamín Carrión
Era bajita, gordita y tenía los ojos zarcos; el cabello era
rubio; el talle, robusto; la cara, algo morena; y los pechos eran tan
duros como dos buenos repollos de col.
Hija de doña María y de don Manuel, mayordomos de la hacienda de don Antonio, que tenían el ganado más gordo y las vacas más lecheras de la comarca; tuvo sus amores con Miguel. Miguel era alto, esbelto; tenía los ojos pardos, el cabello bermejo, el cutis claro, y cualquiera de las mozas del pueblo se hubiera alocado por tener un galán tan apuesto. Pero Miguel era pobre; sus padres se le habían muerto cuando era muy niño y decepcionado de la vida, tomaba de ella muy poco en serio para dedicarla toda en francachelas; por eso en el pueblo todos le decían el Balcache, y más de una vez se le había visto llorar, con los ojos cargados de tristeza, bajo los copudos mangos del huerto, si el cielo estaba lleno de nubes plomizas y el ambiente era pesado y caluroso.
El villorrio era tan pequeño, que parecía un nidal de palomas en medio del campo extenso, besado por el río. Lo formaban tres ringlas de casas simétricamente colocadas en torno de la iglesia antañosa, más ancha que larga; alrededor estaba el campo, lleno de cañares, maizales, platanares y grandes terrenos baldíos. A cada casucha correspondía un huerto; en los huertos había naranjas, limas… La de don Manuel estaba en la ringla izquierda, casi besándose con la iglesia, y el huerto era el mejor cultivado y el más apetitoso, por sus naranjas dulces y coloradotas y sus duraznos entreabiertos, goteando miel.
Allí, en el huerto, Miguel había encontrado a Margarita, y con el corazón palpitante y las mejillas un poco pálidas, le había dicho:
—¡Mi vida!
Y la moza, que ya otras veces había sonreído al mozo, se dejó besar largamente en la boca roja, en los ojos dulces.
Dominio público
4 págs. / 8 minutos / 15 visitas.
Publicado el 19 de mayo de 2024 por Edu Robsy.