Un Hombre Muerto a Puntapiés (cuentos)
Pablo Palacio
Cuentos, colección
Con guantes de operar, hago un pequeño bolo de lodo suburbano. Lo echo a rodar por esas calles: los que se tapen las narices le habrán encontrado carne de su carne.
Un hombre muerto a puntapiés
«¿Cómo echar al canasto los palpitantes acontecimientos callejeros?»
«Esclarecer la verdad es acción moralizadora».
El Comercio de Quito
«Anoche, a las doce y media próximamente, el Celador de Policía
N.º 451, que hacía el servicio de esa zona, encontró, entre las calles
Escobedo y García, a un individuo de apellido Ramírez casi en completo
estado de postración. El desgraciado sangraba abundantemente por la
nariz, e interrogado que fue por el señor Celador dijo haber sido
víctima de una agresión de parte de unos individuos a quienes no
conocía, sólo por haberles pedido un cigarrillo. El Celador invitó al
agredido a que le acompañara a la Comisaría de turno con el objeto de
que prestara las declaraciones necesarias para el esclarecimiento del
hecho, a lo que Ramírez se negó rotundamente. Entonces, el primero, en
cumplimiento de su deber, solicitó ayuda de uno de los chaufferes
de la estación más cercana de autos y condujo al herido a la Policía,
donde, a pesar de las atenciones del médico, doctor Ciro Benavides,
falleció después de pocas horas.
»Esta mañana, el señor Comisario de la 6.a ha practicado las diligencias convenientes; pero no ha logrado descubrirse nada acerca de los asesinos ni de la procedencia de Ramírez. Lo único que pudo saberse, por un dato accidental, es que el difunto era vicioso.
»Procuraremos tener a nuestros lectores al corriente de cuanto se sepa a propósito de este misterioso hecho».
No decía más la crónica roja del Diario de la Tarde.
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Dominio público
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Publicado el 29 de febrero de 2024 por Edu Robsy.