El Rey se Divierte
Pedro Antonio de Alarcón
Cuento
(Extracto de un documento histórico)
El año 1680 deseó Carlos II de Austria, rey de España, presenciar un Auto general de fe. Tenía entonces diecinueve años.
Don Diego Sarmiento de Valladares, obispo de Oviedo y Plasencia, consejero real y de la Junta de gobierno durante la minoría del príncipe e inquisidor general del reino, aplaudió aquella idea del joven rey, y quedó en avisarle tan luego como se reuniese una buena colección de reos que castigar.
No se hizo esperar esta coyuntura.
Diéronse prisa todos los tribunales, y a fines de abril había ya gran número de causas sentenciadas, y otro no menos cuantioso de herejes, presos en las cárceles de la Inquisición de la corte, de Toledo y de otros puntos de la Monarquía.
Enterado el rey, y perseverando en presenciar el Auto general, dispuso que se verificase en Madrid y a su vista, señalando el día 30 de junio como el más a propósito, por ser la Conmemoración de San Pablo.
Desde aquel momento empezaron a llegar a Madrid, a la caída de la tarde, unos grandes coches de luto, escoltados por soldados y clérigos.
El pueblo adivinaba lo que contenían, y se regocijaba anticipadamente con la esperanza del 30 de junio.
Aquellos carruajes transportaban reos desde los tribunales más remotos del reino a la gran hoguera que se preparaba al pie del trono de Carlos.
Entretanto, el duque de Medinaceli, primer ministro, era invitado y se prestaba a llevar la cruz verde; disponíase el teatro en la Plaza Mayor; se verificaba una procesión solemne para pregonar la proximidad del Auto, y concedíanse indulgencias a los que asistiesen a él...
El teatro, preparado en pocos días por don Fernando Villegas, era soberbio.
Constituíanlo:
Un tablado de 13 pies de alto, 190 de largo y 100 de ancho.
Dos altísimas escalinatas que bajaban a él.
Doseles para las corporaciones.
Dominio público
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Publicado el 3 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.