El Capitán Veneno
Pedro Antonio de Alarcón
Novela
Al Señor D. Manuel Tamayo y Baus, secretario perpetuo de la Real Academia Española.
Mi muy querido Manuel:
Hace algunas semanas que, entreteniendo nuestros ocios caniculares en esta sosegada villa de Valdemoro, de donde ya vamos a regresar a la vecina corte, hube de referirte la historia de El Capitán Veneno, tal y como vivía inédita en el archivo de mi imaginación; y recordarás que, muy prendado del asunto, me excitaste con vivas instancias a que la escribiese, en la seguridad (fueron tus bondadosas palabras) de que me daría materia para una interesante obra. Ya está la obra escrita, y hasta impresa; y ahí te la envío.—Celebraré no haber defraudado tus esperanzas; y, por sí o por no, te la dedico estratégicamente, poniendo bajo el amparo de tu glorioso nombre, ya que no la forma literaria, el fondo, que tan bueno te pareció, de la historia de mi Capitán Veneno.
Adiós, generoso hermano. Sabes cuánto te quiere y te admira tu afectísimo hermano menor,
Pedro.
Valdemoro, 20 de Septiembre de 1881.
PARTE PRIMERA. HERIDAS EN EL CUERPO
I. UN POCO DE HISTORIA POLÍTICA
La tarde del 26 de Marzo de 1848 hubo tiros y cuchilladas en Madrid entre un puñado de paisanos, que, al expirar, lanzaban el hasta entonces extranjero grito de ¡Viva la República!, el Ejército de la Monarquía española (traído o creado por Ataulfo, reconstituido por D. Pelayo de que a la sazón era jefe visible, en nombre de Doña Isabel II, el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra, D. Ramón María Narváez...
Y basta con esto de historia y de política, y pasemos a hablar de cosas menos sabidas y más amenas, a que dieron origen o coyuntura aquellos lamentables acontecimientos.
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Publicado el 23 de abril de 2016 por Edu Robsy.