Fin de una Novela
Pedro Antonio de Alarcón
Cuento
Advertencia
Ha dicho Víctor Hugo, refiriéndose no sabemos a quién (y él mismo no se acordaba al hacer la cita), que puestos unos sobre otro todos los libros que se han impreso, llegarían a la Luna.
Nosotros hemos dicho, no recordamos dónde, que puestos uno sobre otro todos los libros que se han empezado y no se han concluido, llegarían a las estrellas fijas.
Y ahora decimos que también hay libros concluidos que no se han empezado, o sea finales de obras que no se han escrito.
A este último género pertenece el siguiente cuadro romántico, que hemos hallado entre los papeles de nuestra más tierna mocedad.
Servíos leerlo con indulgencia.
Epílogo
I
Qu'importe en quels mots s'exhale
L'àme devant son auteur?
Est-il une langue égale
A l'extase de mon coeur?
(LAMARTINE.)
Era una hermosa tarde de otoño.
La Naturaleza, triste siempre, aunque bella, en esa melancólica estación, se había rejuvenecido con la vida de la tempestad. Las hojas de los árboles ostentaban matices purísimos, inclinándose abrumadas por las últimas gotas de la lluvia. La tierra exhalaba aquel olor, acre y balsámico a un propio tiempo, que ensancha el corazón de los seres nerviosos. Las aves, felices criaturas del Señor que viven entre el cielo y los hombres, entonaban nuevamente sus divinos cantos, que el trueno había interrumpido... ¡Todo era bello y esplendoroso en aquella tarde que expiraba!
Juan, forastero en el país a que le habían llevado sus desventuras, vagaba por el campo, aspirando las emanaciones de la tormenta y contemplando el magnífico panorama del enrojecido ocaso.
Dominio público
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Publicado el 8 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.