Textos más populares esta semana de Ramón María del Valle-Inclán publicados por Edu Robsy | pág. 3

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autor: Ramón María del Valle-Inclán editor: Edu Robsy


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Sonata de Invierno

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Como soy muy viejo, he visto morir a todas las mujeres por quienes en otro tiempo suspiré de amor: De una cerré los ojos, de otra tuve una triste carta de despedida, y las demás murieron siendo abuelas, cuando ya me tenían en olvido. Hoy, después de haber despertado amores muy grandes, vivo en la más triste y más adusta soledad del alma, y mis ojos se llenan de lágrimas cuando peino la nieve de mis cabellos. ¡Ay, suspiro recordando que otras veces los halagaron manos principescas! Fué mi paso por la vida como potente florecimiento de todas las pasiones: Uno a uno, mis días se caldeaban en la gran hoguera del amor: Las almas más blancas me dieron entonces su ternura y lloraron mis crueldades y mis desvíos, mientras los dedos pálidos y ardientes deshojaban las margaritas que guardan el secreto de los corazones. Por guardar eternamente un secreto, que yo temblaba de adivinar, buscó la muerte aquella niña a quien lloraré todos los días de mi vejez. ¡Ya habían blanqueado mis cabellos cuando inspiré amor tan funesto!


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Dominio público
77 págs. / 2 horas, 16 minutos / 953 visitas.

Publicado el 29 de abril de 2017 por Edu Robsy.

La Corte de los Milagros

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Libro primero. Aires Nacionales

I

El reinado isabelino fue un albur de espadas: Espadas de sargentos y espadas de generales. Bazas fulleras de sotas y ases.

II

El General Prim caracoleaba su caballo de naipes en todos los baratillos de estampas litográficas: Teatral Santiago Matamoros, atropella infieles tremolando la jaleada enseña de los Castillejos:

—¡Soldados, viva la Reina!

III

Los héroes marciales de la revolución española no mudaron de grito hasta los últimos amenes. Sus laureadas calvas se fruncían de perplejidades con los tropos de la oratoria demagógica. Aquellos milites gloriosos alumbraban en secreto una devota candelilla por la Señora. Ante la retórica de los motines populares, los espadones de la ronca revolucionaria nunca excusaron sus filos para acuchillar descamisados. El Ejército Español jamás ha malogrado ocasión de mostrarse heroico con la turba descalza y pelona que corre tras la charanga.

IV

—¡Pegar fuerte!

La rufa consigna bajaba de las alturas hasta la soldadesca, que relinchaba de gusto porque la orden nunca venía sin el regalo del rancho con chorizo, cafelito, copa y tagarnina. Los edictos militares, con sus bravatas cherinolas proclamadas al son de redoblados tambores, hacían malparir a las viejas. El palo, numen de generales y sargentos, simbolizaba la más oportuna política en las cámaras reales. La Señora encendida de erisipelas, se inflaba con hucheo de paloma:

—¡Pegar fuerte, a ver si se enmiendan!


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Dominio público
249 págs. / 7 horas, 16 minutos / 875 visitas.

Publicado el 30 de abril de 2017 por Edu Robsy.

La Pipa de Kif

Ramón María del Valle-Inclán


Poesía


La pipa de Kif

Mis sentidos tornan a ser infantiles,
Tiene el mundo una gracia matinal,
Mis sentidos como gayos tamboriles
Cantan en la entraña del azul cristal

Con rítmicos saltos plenos de alegría,
Cabalga en el humo de mi pipa Puk,
Su risa en la entraña del azul del día
Mueve el ritmo órfico amado de Gluk.

Alumbran mi copta conciencia, hipostática
Las míticas luces de un indo avatar,
Que muda mi vieja sonrisa socrática
En la risa joven del Numen Solar.

Divino penacho de la frente triste,
En mi pipa el humo da su grito azul,
Mi sangre gozosa claridad asiste
Si quemo la Verde Yerba de Estambul.

Voluta, de humo, vágula cimera,
Tú eres en mi frente la última ilusión
De aquella celeste azul Primavera
Que movió la rosa de mi corazón.

Niña Primavera, dueña de los linos
Celestes. Princesa Corazón de Abril,
Peregrina siempre sobre mis caminos
Mundanos. Tú eres mi «spirto gentil».

¡Y jamás le nieguen tus cabellos de oro,
Jarcias a mi barca, toda de cristal:
La barca fragante que guarda un tesoro
De aromas y gemas y un cuento oriental!

El ritmo del orbe en un ritmo asumo,
Cuando por ti quemo la Pipa de Kif,
Y llegas mecida en la onda del humo
Azul, que te evoca como un «leit-motif».

Tu luz es la esencia del canto que invoca
La Aurora vestida de rosado tul,
El divino canto que no tiene boca
Y el amor provoca con su voz azul.

¡Encendida rosa! ¡Encendido toro!
¡Encendidos números que rimó Platón!
¡Encendidas normas por donde va el coro
Del mundo: Está el mundo en mi corazón!

Si tú me abandonas, gracia del hachic,
Me embozo en la capa y apago la luz.
Ya puede tentarme la Reina del Chic.
No dejo la capa y le hago la †.


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Dominio público
18 págs. / 32 minutos / 642 visitas.

Publicado el 4 de julio de 2018 por Edu Robsy.

El Marqués de Bradomín

Ramón María del Valle-Inclán


Diálogo, Teatro


Dedicatoria

Estos diálogos tuvieron hace tiempo vida en el teatro. Es un recuerdo que me sonríe al releer estas páginas: Con ellas envío á Matilde Moreno y á Francisco García Ortega mi saludo de reconocimiento, de admiración y de amistad.

Jornada primera

Un jardín y en el fondo un palacio: El jardín y el palacio tienen esa vejez señorial y melancólica de los lugares por donde en otro tiempo pasó la vida amable de la galantería y del amor. Sentado en la escalinata, donde verdea el musgo, un zagal de pocos años amaestra con los sones de su flauta, una nidada de mirlos prisionera en rústica jaula de cañas. Aquel niño de fabla casi visigótica y ojos de cabra triscadora, con su sayo de estameña y sus guedejas trasquiladas sobre la frente por tonsura casi monacal, parece el hijo de un antiguo siervo de la gleba. La dama pálida y triste, que vive retirada en el palacio, le llama con lánguido capricho Florisel. Por la húmeda avenida de cipreses aparece una vieja de aldea: Tiene los cabellos blancos, los ojos conqueridores y la color bermeja. El manteo, de paño sedán, que sólo luce en las fiestas, lo trae doblado con primor y puesto como una birreta sobre la cofia blanca: Se llama Madre Cruces.

LA MADRE CRUCES:
¿Estás adeprendiéndole la lección á los mirlos?

FLORISEL:
Ya la tienen adeprendida.

LA MADRE CRUCES:
¿Cuántos son?

FLORISEL:
Agora son tres. La señora mi ama echó á volar el que mejor cantaba. Gusto que tiene de verlos libres por los aires.

LA MADRE CRUCES:
¡Para eso es la señora! ¿Y cómo está de sus males?

FLORISEL:
¡Siempre suspirando! ¡Agora la he visto pasar por aquella vereda cogiendo rosas!


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Dominio público
51 págs. / 1 hora, 30 minutos / 503 visitas.

Publicado el 29 de octubre de 2018 por Edu Robsy.

Tablado de Marionetas para Educación de Príncipes

Ramón María del Valle-Inclán


Teatro


FARSA ITALIANA DE LA ENAMORADA DEL REY

PERSONAJES

MARI-JUSTINA
LA VENTERA
MAESE LOTARIO
EL CABALLERO DEL VERDE GABÁN
EL CABALLERO DE SEINGALT
Y MUSARELO, SU ESCUDERO
NUESTRO SEÑOR EL REY
DON FACUNDO, MINISTRO Y GUARDASELLOS
OTRO ESCUDERO
ALTISIDORA, MENINA
DON BARTOLO, CAPELLAN REAL
EL DUQUE DE NEBREDA
LA DAMA DEL MANTO
PASTORELA DE DAMAS Y GALANES
RONDA DE CORCHETES
TROPA DE CUADRILLEROS
UNA CORTE DEL SIGLO XVIII, CON LUCES
Y COMPARSAS DE OPERETA

JORNADA PRIMERA

DECORACIÓN

(SOBRE LA CRUZ DE DOS CAMINOS LLANOS Y AMARILLENTOS, UNA VENTA CLÁSICA: COSARIOS, LABRADORES, ESTUDIANTES SESTEAN POR LAS CUADRAS Y PAJARES. ENTRE LOS SAYOS DE ESTAMEÑA PARDA CANTAN VERDES Y GRANAS PASTORILES. EL PATIO DE LA VENTA ES HUMANISTA Y PICARESCO, CON SABOR DE AULAS Y SABOR POPULAR DE LOS CAMINOS: TIENE UN VAHO DE LETRAS DEL QUIJOTE. EL CIELO AZUL, LAS BARDAS AMARILLAS, Y EL HABLAR REFRANERO. LAS CASTILLAS.)

(LA COPLA DE UNA MOZA SALTA DENTRO y EN EL ZAGUAN SE MUEVE LA VENTERA, CODICIOSA, CELOSA. MUY CETRINA. UNA RANCIA FIGURA DE TABACO, Y EL MOÑO DE CASTAÑA CON LAZADAS. LOS AZULES ESTAMBRES DE SUS MEDIAS Y EL GAYO LLAMEAR DE SU JUSTILLO,TRAEN UNA VISION DE SERRANÍA A LA SED DE LOS PAGOS CASTELLANOS. Y DESGRANAN LOS RITMOS PASTORILES DE UN ALEGRE TRENZAR DE TAMBORILES.)

CANTAR DE MARI-JUSTINA:
¡Quiero ir sobre tu huella,
Rey-Serafín!
¡Ser una lucecita de estrella
en tu jardín!

LA VENTERA:
¡Deja las canciones, sal de esas escuras!
¿Qué cantar es ése?

MARI-JUSTINA:
¡Un cantar, abuela!

LA VENTERA:
A los tus cantares llamo yo pinturas
de aquel mal deseo que te desconsuela.


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Dominio público
99 págs. / 2 horas, 54 minutos / 337 visitas.

Publicado el 19 de diciembre de 2018 por Edu Robsy.

Égloga

Ramón María del Valle-Inclán


Cuento


Por un viejo camino de sementeras y de vendimias conducen un rebaño dos mujerucas de la aldea. La una, vieja y engalanada, es la ventera de la Venta del Frade, y la otra descalza y humilde la zagala que sirve allí por el yantar y el vestido.

En la paz de una hondonada umbría, dos zagales andan encorvados segando el trébol oloroso y húmedo, y entre el verde de la hierba, las hoces brillan con extraña ferocidad. Un asno viejo, de rucio pelo y luengas orejas, pace gravemente arrastrando el ronzal, y otro asno infantil, con la frente aborregada y lanosa y las orejas inquietas y burlonas, mira hacia la vereda erguido, alegre, picaresco, moviendo la cabeza como el bufón de un buen rey. Al pasar las dos mujeres, uno de los zagales grita hacia el camino:

—¿Van para la feria de Brandeso?

—Vamos más cerca.

—¡Un ganado lucido!

—¡Lucido estaba!... ¡Agora le han echado una plaga, y vamos al molino de Cela!...

—¿Van á dónde el saludador?... ¡A mi amo le sanó una vaca! Sabe palabras para deshacer toda clase de brujerías!

—¡San Berísimo te oiga!

—¡Vayan muy dichosas!


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Dominio público
3 págs. / 6 minutos / 70 visitas.

Publicado el 1 de enero de 2022 por Edu Robsy.

La Cara de Dios

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


Carta de Carlos Arniches

Sr. D. Ramón del Valle-Inclán


Mi distinguido amigo

Desde luego puede Ud. contar con mi autorización para hacer una novela de mi modesta obra La Cara de Dios.

Y honrándome mucho con ello aprovecho esta ocasión para reiterarle la seguridad de mi afecto.

Carlos Arniches


el 27 de Dbre. de 1899

Libro primero

I. En la obra

Hacia el final de la calle de Serrano, una de las más aristocráticas de Madrid, había no ha mucho una soberbia casa en construcción.

Era la casa propiedad del Duque de Ordax y hacía esquina a otra calle más modesta.

Una valla de madera sin pintar cerraba la obra.

En el momento de dar comienzo nuestra historia, la casa cuyos muros se levantaban ya en toda su altura, aparecía a los ojos del transeúnte, cubierta casi por completo de andamiajes y maderamen, grúas y garruchas bien provistas de cuerdas, por las que subían y bajaban sin descanso en las horas de trabajo los materiales de la obra.

Eran las dos de la tarde. Los obreros dormían la siesta a la sombra de la valla.

Pero no dormían todos. Aprovechando el sueño de sus compañeros, Eleuterio y Eustaquio, hablaban en voz baja, sentados en un rincón de la taberna vecina.

Eustaquio apuró un vaso de vino; y como si prosiguiese una conversación anterior, preguntó:

—De modo que viste a la Soledá anoche.

—¡Ya lo creo! Y aquello fue el acabose.

—¿Y ella?…

—Sigue en las mismas.

—En que no.

—Emperrada en que no. Pero eso será un pueblo y lo que quiera este cura, ¿sabes?

—¿Sabes lo que te digo?…

—Di.


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Dominio público
417 págs. / 12 horas, 11 minutos / 690 visitas.

Publicado el 9 de enero de 2020 por Edu Robsy.

¡Malpocado!

Ramón María del Valle-Inclán


Cuento


La vieja más vieja de la aldea camina con su nieto de la mano, por un sendero de verdes orillas triste y desierto, que parece aterido bajo la luz del alba. Camina encorvada y suspirante, dando consejos al niño, que llora en silencio.

—Ahora que comienzas a ganarlo, has de ser humildoso, que es ley de Dios.

—Sí, señora, sí…

—Has de rezar por quien te hiciere bien y por el alma de sus difuntos.

—Sí, señora, sí…

—En la feria de San Gundián, si logras reunir para ello, has de comprarte una capa de juncos, que las lluvias son muchas.

—Sí, señora, sí…

Y la abuela y el niño van anda, anda, anda…

La soledad del camino hace más triste aquella salmodia infantil, que parece un voto de humildad, de resignación y de pobreza, hecho al comenzar la vida. La vieja arrastra penosamente las madreñas, que choclean en las piedras del camino, y suspira bajo el mantelo que lleva echado por la cabeza. El nieto llora y tiembla de frío; va vestido de harapos. Es un zagal albino, con las mejillas asoleadas y pecosas: lleva trasquilada sobre la frente, como un siervo de otra edad, la guedeja lacia y pálida, que recuerda las barbas del maíz.


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3 págs. / 5 minutos / 525 visitas.

Publicado el 22 de octubre de 2016 por Edu Robsy.

El Resplandor de la Hoguera

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


I

Oíase un lejano cascabeleo que parecía rolar sobre la nieve. Y se acercaba aquel són ligero y alegre. Una voz habló desde el fondo del carro:

—¡Pues no habíamos equivocado el camino!

Y respondió, desabrido, el hombre que iba á pie, al flanco del tiro:

—Todavía no lo sé.

—¡Esas campanillas parecen del correo!

—Todavía no lo sé.

—El correo que anochecido llega á Daoiz.

—Todavía no lo sé.

—Ayer le hemos visto entrar en la plaza.

—Digo que todavía no lo sé.

Para terminar chascó el látigo sobre las orejas de las mulas. Era un viejo encanecido en la vida de contrabandista, silencioso, pequeño y duro. Caminaba á la cabeza del tiro, embozado en la manta y fumando un cigarro de Virginia. Las ruedas se enterraban en la nieve, y las mulas, bajo el restallido del látigo, se tendían con una tristeza resignada y penitente. Aquel camino era una trocha á través de la sierra, entre quebradas y peñascales. Algunas veces el carro se atascaba, y para ayudar á empujarle, salían del interior dos mujeres y un mozo. Allá lejos, por la altura blanca de nieve, apareció un jinete, apenas una sombra negra, que venía trotando. El contrabandista rezongó:

—¡Buen perro cazallo! ¡Jo!… ¡Coronela!… ¡Jo!… ¡Reparada!…

El mozo asomó la cabeza fuera del toldo, que goteaba agua de nieve.

—¿Es el correo?

—Ya puede usted ir solo por las veredas. ¡Jo!… ¡Reparada!…

El mozo saltó á tierra y avizoró el camino:

—¿Por dónde viene?

—Ahora no puede verlo, que baja la cuesta. Solamente el sombrero se le discierne, acullá, al ras de la nieve. Parece un pájaro negro que apeona.

Habló desde el carro una de las mujeres:

—Si fuese el correo nos daría noticias.

El contrabandista humeó su tagarnina:


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Dominio público
82 págs. / 2 horas, 25 minutos / 507 visitas.

Publicado el 30 de abril de 2017 por Edu Robsy.

Gerifaltes de Antaño

Ramón María del Valle-Inclán


Novela


I

Santa Cruz volvió á caer sobre Otaín. Desde los hayedos del monte, bajó como los lobos al ponerse el sol, y corriendo en silencio toda la noche llegó á las puertas de la villa, cuando cantaban los gallos del alba. Llevaba consigo cerca de mil hombres, vendimiadores y pastores, leñadores que van pregonando por los caminos y serradores que trabajan en la orilla de los ríos, carboneros que encienden hogueras en los montes y alfareros que cuecen teja en los pinares, gente sencilla y fiera como una tribu primitiva, cruel con los enemigos y devota del jefe. Aldeanos que sonreían con los ojos llenos de lágrimas oyendo cuentos pueriles de princesas emparedadas, y que degollaban á los enemigos con la alegría santa y bárbara, llena de bailes y de cantos, que tenían los sacrificios sangrientos, ante los altares de piedra, en los cultos antiguos.

Quinientos infantes habían quedado guarneciendo la villa, cuando con un revuelo de gerifaltes, cayó sobre ella la partida del Cura. Dos escuadras de cien hombres entraron delante dando gritos, una por el camino del río, y otra por la Calle del Mercado. Quemaban las puertas de las casas, apaleaban á los viejos y hacían correr á las mujeres con los niños en brazos. Los soldados republicanos, sorprendidos en los alojamientos, salían despavoridos, restregándose los ojos. Sostuvieron algún tiroteo en las calles inmediatas á un convento, convertido en fuerte cuando ganó la villa á los carlistas Don Enrique España. Retrocedían sin orden, revueltos con los voluntarios, que cargaban á la bayoneta. El Cura, con el resto de su gente, guardaba todas las salidas de Otaín. Pero como las cornetas republicanas tocaban retirada en lo alto del fuerte, comprendió que la guarnición se encerraba entre aquellos muros, y entró por la villa á sangre y fuego. Sobre su cabeza se abrían las ventanas y clamaban muchas voces:


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Dominio público
79 págs. / 2 horas, 18 minutos / 496 visitas.

Publicado el 30 de abril de 2017 por Edu Robsy.

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