¡Malpocado!
Ramón María del Valle-Inclán
Cuento
La vieja más vieja de la aldea camina con su nieto de la mano, por un sendero de verdes orillas triste y desierto, que parece aterido bajo la luz del alba. Camina encorvada y suspirante, dando consejos al niño, que llora en silencio.
—Ahora que comienzas a ganarlo, has de ser humildoso, que es ley de Dios.
—Sí, señora, sí…
—Has de rezar por quien te hiciere bien y por el alma de sus difuntos.
—Sí, señora, sí…
—En la feria de San Gundián, si logras reunir para ello, has de comprarte una capa de juncos, que las lluvias son muchas.
—Sí, señora, sí…
Y la abuela y el niño van anda, anda, anda…
La soledad del camino hace más triste aquella salmodia infantil, que parece un voto de humildad, de resignación y de pobreza, hecho al comenzar la vida. La vieja arrastra penosamente las madreñas, que choclean en las piedras del camino, y suspira bajo el mantelo que lleva echado por la cabeza. El nieto llora y tiembla de frío; va vestido de harapos. Es un zagal albino, con las mejillas asoleadas y pecosas: lleva trasquilada sobre la frente, como un siervo de otra edad, la guedeja lacia y pálida, que recuerda las barbas del maíz.
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Publicado el 22 de octubre de 2016 por Edu Robsy.