Cuento de Abril
Ramón María del Valle-Inclán
Cuento
Queremos, lector, que sepas, que nos tienen hartos y aburridos los rígidos moralistas que pululan ahora por donde quiera.
Aunque no nos jactamos de virtuosos, respetamos la virtud; pero no la creemos tan vocinglera y tan espantadiza como la de estos censores de la India. Si hubiéramos de escribir a gusto de algunos; si hubiéramos de tomar su rigidez por valedera y no fingida, y si hubiéramos de ajustar a ella nuestros escritos, tal vez ni las Agonías del tránsito de la muerte de Venegas, ni Los gritos del infierno, del padre Boneta, serían edificantes modelos que imitar.
Por desgracia, esa rigidez es sólo aparente. Esa rigidez no tiene otro resultado que la de exaltar los ánimos, haciéndoles dudar y burlarse, aunque sólo sea en sueños, de la hipocresía farisaica que ahora se usa.
Véase, si no, el sueño que ha tenido un amigo nuestro, y que trasladamos aquí íntegro, cuando no para recreo, para instrucción de los lectores.
Nuestro amigo soñó lo que sigue:
«Más de 2600 años ha que era yo en Susa un sátrapa muy querido
del gran rey Arteo, y el más rígido, grave y moral de todos los
sátrapas. El santo varón Parsondes había sido mi maestro, y me había
comunicado todo lo comunicable de la ciencia y de la virtud del primer
Zoroastro.
Dominio público
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Publicado el 23 de octubre de 2021 por Edu Robsy.