Hombres de las Sombras
Robert E. Howard
Cuento
Del sombrío amanecer rojizo de la Creación,
de las nieblas del Tiempo sin tiempo,
llegamos nosotros, la primera gran nación,
la primera en iniciar el ascenso.
Salvajes, sin maestros, ignorantes,
buscando a tientas a través de la noche primitiva,
y con todo aferrando débilmente el resplandor,
el atisbo de la Luz venidera.
Viajando por tierras vírgenes,
navegando en mares desconocidos;
encerrados en el laberinto de los misterios del mundo,
echando nuestros mojones de piedra.
Asiendo vagamente la gloria,
mirando más allá de nuestro entendimiento;
mudamente la historia de las eras
erigiéndose en llanuras y pantanos.
Ved cómo arde imperecedero el Fuego Perdido.
Hechos estamos del moho de los eones.
Las naciones han hollado nuestros hombros,
pisoteándonos en el polvo.
Somos la primera de las razas,
uniendo lo Viejo y lo Nuevo...
Mirad, donde los espacios del mar nebuloso
se mezclan con el azul del océano.
Así nos hemos mezclado con las eras,
y el viento del mundo remueve nuestras cenizas.
Nos hemos desvanecido de las páginas del Tiempo.
¿Nuestro recuerdo? Viento en los abetos.
Stonehenge, de gloria largamente perdida,
sombría y solitaria en la noche,
murmura la historia vieja de eras,
de cómo alumbramos la primera de las Luces.
Hablad, vientos nocturnos, de la creación del hombre,
susurrad sobre barrancos y pantanos,
la historia de la primera gran nación,
los últimos hombres de la Edad de Piedra.
La espada se enfrentó a la espada, chocando y resbalando.
—A-a-ailla! A-a-ailla! —subió un creciente clamor que surgía de cien gargantas salvajes.
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Publicado el 16 de julio de 2018 por Edu Robsy.