Primera parte. El trío
Noche en la playa
En las islas del Pacífico, aquí y allá, hombres de
diferentes pueblos europeos, de varia clase y condición social,
desempeñan actividades de toda índole, y contagian enfermedades. Unos
prosperan, otros vegetan. Los hay que han ascendido por las gradas de
los tronos, que han llegado a poseer islas y compañías de navegación.
Sin embargo, otros se casan para sobrevivir. Hay damas bien parecidas,
de buen carácter y del color del chocolate, que los toman a su cargo y
los mantienen en completa ociosidad. Vestidos como nativos, reposan bajo
tejadillos de hoja de palma, apenas conservan algún elemento extranjero
en los andares, en los gestos, tal vez incluso no se hayan desprendido
de algún recuerdo del pasado (quizá un monóculo), de cuando fueran
oficiales o caballeros; se dedican en general a entretener a un público
de aborígenes con recuerdos de los music-halls. Los hay menos
dóciles, con menos talento, con peor fortuna, acaso menos degradados,
que incluso en estas islas de la abundancia siguen careciendo de pan que
llevarse a la boca.
En las afueras de Papeete, en la playa, sentados bajo un purao, se hallaban tres hombres pertenecientes a esta última categoría.
Información texto 'Bajamar'