Textos mejor valorados de Robert Louis Stevenson | pág. 3

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autor: Robert Louis Stevenson


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El Diamante del Rajá

Robert Louis Stevenson


Cuento


HISTORIA DE LA CAJA DE SOMBREROS

HARRY Hartley había recibido la educación típica de un caballero, primero en una escuela privada hasta los dieciséis años, y luego en una de esas grandes instituciones por las que Inglaterra es, con toda justicia, famosa. En esa época manifestó una notable antipatía por los estudios y, como el único de sus progenitores que seguía con vida era débil e ignorante, le permitió consagrar su tiempo a cuestiones frívolas y puramente mundanas. Dos años más tarde quedó huérfano y casi en la miseria. Tanto por su naturaleza como su formación, Harry era incapaz de dedicarse a ningún propósito activo e industrioso. Sabía cantar cancioncillas románticas con un discreto acompañamiento de piano, era un caballero gentil pero tímido, le gustaba jugar al ajedrez; y la naturaleza lo había arrojado a este mundo con el físico más atractivo que imaginarse pueda. Rubio y sonrosado, con ojos de paloma y una amable sonrisa, tenía un aspecto agradable, tierno y melancólico y unos modales sumisos y acariciadores. Pero, dejando eso aparte, no era el hombre más idóneo para capitanear un ejército o regir los asuntos del Estado.


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Publicado el 28 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Pabellón de las Dunas

Robert Louis Stevenson


Cuento


EL PABELLÓN DE LAS DUNAS

Dedicado a D. A. S.
en recuerdo de los días pasados cerca de Fidra

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En el que se cuenta cómo acampé junto al mar, en el bosque de Graden, y vi una luz en el pabellón

De joven fui un gran solitario. Me enorgullecía quedarme al margen y estar a mi aire, y puede decirse que no tuve ni amigos ni conocidos hasta que conocí a la que acabó convirtiéndose en mi mujer y en la madre de mis hijos. Tan solo con un hombre tuve algún trato: con el caballero R. Northmour, de Graden Easter, en Escocia. Nos habíamos conocido en la universidad y, a pesar de no tener mucho en común ni gozar de demasiada confianza, compartíamos ciertas semejanzas de carácter que nos permitieron relacionarnos sin dificultad. Nos creíamos unos misántropos, aunque luego he pensado que quizá fuéramos solo hoscos. Y apenas podía hablarse de camaradería, sino de coexistencia entre dos seres insociables. El temperamento extraordinariamente violento de Northmour le hacía casi imposible relacionarse con nadie más que yo, e igual que él soportaba mis hábitos taciturnos y me dejaba ir y venir a mi antojo, yo toleraba su presencia sin complicaciones. Creo que nos teníamos por amigos.


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Publicado el 28 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Historia de una Mentira

Robert Louis Stevenson


Cuento


1. En el que se presenta al almirante

En el tiempo que pasó en París, Dick Naseby hizo extrañas amistades, pues era de los que tienen oídos para oír y saben emplear los ojos tanto como la inteligencia. Tenía tantas ideas como Stuart Mill, pero su filosofía tenía que ver con los seres de carne y hueso y era tan experimental como su método. Era un cazador prototípico. Despreciaba las piezas menores y las personalidades insignificantes, ya fuese en la forma de duques o viajantes comerciales, y los dejaba pasar de largo como las algas junto al costado de un barco, pero, si veía un rostro enérgico o refinado, si oía una voz penetrante o llorosa, si reparaba en una mirada viva, un gesto apasionado o una sonrisa ambigua y significativa, su imaginación despertaba en el acto. «Érase una vez un hombre y una mujer», parecía decir, y se dedicaba a interpretarlo con el placer de un artista al consagrarse a su arte.


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Publicado el 1 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Las Desventuras de John Nicholson

Robert Louis Stevenson


Cuento


1. En el que John siembra vientos

John Varey Nicholson era un estúpido, aunque otros que lo son más que él están hoy repantigados en el Parlamento y se jactan de ser los autores de su propia distinción. Ya desde la niñez había tenido tendencia a la obesidad y se inclinaba a ver la vida de forma alegre y superficial, y es posible que esa actitud fuese la causa original de todas sus desdichas. Aparte de esa pista, la filosofía nada nos dice sobre su carrera, y la superstición adelanta la más fácil explicación de que los dioses lo detestaban.


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Publicado el 1 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

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