Pequeños Propietarios
Roberto Arlt
Cuento
Cierta noche, Eufrasia, poco después de cenar, le dijo a Joaquín, su esposo:
—¿Sabes?, tengo el presentimiento de que el de al lado le roba materiales al infeliz a quien le está construyendo la casa.
Joaquín la soslayó hosco, con su ojo de vidrio.
—¿De dónde sacas eso?
—Porque hoy al oscurecer vino con el carrito cargado de polvo de ladrillo y tapado con bolsas, para disimular.
—No puede ser.
—Sí, porque ayer traía unos mosaicos debajo del brazo, también envueltos en una bolsa rota. Y se les veía el canto.
—Entonces... ¡quién sabe!...
—Sí... también me fijé cuando tenía la otra obra. Al principio llegaba temprano con el carrito, después, cuando estaba por terminar, mucho más anochecido, y siempre el carrito tapado. Con ese material deben haber construido la marquesina.
Taciturno, replicó Joaquín:
—Claro, así es fácil construir obras para darle envidia a los otros.
Luego no hablaron más. Cenaron en silencio y el ojo de Joaquín, el corredor y pequeño propietario, estaba tan inmóvil como su otro de vidrio.
Solo al acostarse, cuando Eufrasia iba a apagar la lámpara, dijo sin mirar a su esposo, con la voz ligeramente desnaturalizada por el deseo de que fuera natural;
—Si el dueño de la casa lo supiera...
—Lo hace meter preso —fue el único comentario del tuerto. Luego se acostaron y ya no hablaron más.
* * *
Los dos propietarios se odiaban con rencor tramposo.
Dominio público
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Publicado el 28 de abril de 2023 por Edu Robsy.